lunes, 7 de marzo de 2016

LOS EVANGÉLICOS y LA AUTOCRÍTICA



La autocrítica es un modo de ponerse a prueba uno mismo. Un exámen a fondo de todo lo actuado, una verificación de lo dicho y realizado. La autocrítica es una conducta que pretende producir un cambio en nuestro comportamiento para evitar fallos y conseguir mejoras en nuestra vida. La autocrítica lleva implícita una autoexigencia de cambiar. La autoexigencia consiste en un impulso que demanda cambios de pensamientos y conductas. Sin embargo, cambiar no es sencillo para nadie. El ejercicio de la autocrítica siempre batalla contra el orgullo personal, el ego (Yo) de cada uno de nosotros. 

La autocrítica debe realizarse con moderación

De lo contrario, puede derivar hacia la autocrítica destructiva que es "cuando nos encontramos con falta de asertividad, culpándonos, no expresándonos (por ejemplo, no mostrando enfado), no fiándonos de los demás y manteniéndolos a distancia, esforzándonos duramente en ser deseables a todo el mundo o evitando la intimidad, y, sobre todo, cuando nos exigimos cambiar inútilmente aquello que creemos que nos hace rechazables a los demás; podemos pensar que en esos problemas juega un papel importante el exceso de vergüenza y autocrítica". En síntesis, si la autocrítica se realiza con muy baja autoestima, seguramente será capitalizada por el enemigo de Dios para impulsar sentimientos de culpa.

"La autocrítica tiene una función inicial: la autocorrección. Nos autocriticamos cuando hemos cometido algún fallo, para prevenir o impedir que vuelva a repetirse. Es una función positiva de la autocrítica dirigida a mejorarnos. El problema psicológico aparece cuando la autocrítica se hace excesiva o se hace para otros fines. Si se hace exagerada o no la convertimos en conductas operativas que resuelvan el fallo, puede llegar a ser simplemente un castigo hacia nosotros mismos, por haber errado y ponernos en riesgo de recibir una fuerte crítica externa. Pasando la línea de una autocrítica constructiva, podemos llegar a despreciarnos, y rizando el rizo la propia autocrítica puede convertirse en fuente de autocrítica, porque sentimos el daño que nos hace y fallamos a la hora de acabar con ella" dice la página de Psicoterapeutas

¿Solo los científicos practican la crítica constructiva?

El físico, filósofo, epistemólogo y humanista ateo argentino Mario Bunge escribe en su libro Mitos, Hechos y Razones la siguiente frase: “La moral de la ciencia incluye la propiedad común de la información, así como el derecho y el deber de practicar la crítica constructiva. Pero es sabido que este código moral no se aplica a ninguna otra comunidad que no sea la científica”.

Trasladando sus palabras al ámbito de lo religioso, muchas de las grandes confesiones y justo es admitirlo, no realizan crítica constructiva con asiduidad. Pero generalizar no es bueno. Bunge sesga lo inconveniente porque nada dice de lo anárquico que es el mundo de los científicos. 

Nos han convencido que los hombres y mujeres que hacen ciencia son algo así como sacerdotes inhumanos impolutos de errores y falencias. Nada que ver. Son tan humanos como cualquiera de nosotros y son víctimas de sus propias pasiones, creencias e ideologías como cualquier creyente. En síntesis, no es cierto que la autocrítica entre científicos este a la orden del día. En este punto, recomiendo la lectura del libro de Michael Brooks Radicales Libres que ha sido publicado en parte por Google Books. (Para acceder, click aquí)

Ejercer la autocrítica no es fácil 

Nadie puede criticarse a sí mismo objetivamente porque la subjetividad atenta contra el análisis. Tampoco la crítica que viene desde afuera puede ser objetiva. Puede estar impregnada de malas intenciones. De modo que criticar constructivamente lo que uno hace es harto complicado. 

Para peor, en ocasiones cuando nos llegan "observaciones"  tampoco la aceptamos porque presumimos que nos critican porque están en contra de uno y claro, esta "oposición" levanta calumnias y falsos testimonios con el fin de perjudicarnos. En este punto, caemos en el error de presuponer que  todos los demás son culpables de nuestros males propios y ajenos.

Ahora bien: conviene separar autocrítica personal de la crítica constructiva colectiva. Si bien muchos practican la autocrítica constructiva, los colectivos religiosos a nivel jerarquía son más reacios a realizarla. Entre los Testigos de Jehová –por ejemplo- la autocrítica y la crítica constructiva a nivel de fieles es imposible. A cada error le viene una justificación. Así, cada profecía fallida, le sobreviene una explicación de parte del Cuerpo Gobernante que es aceptada por el resto, con naturalidad.

Entre los católicos hubo que esperar que salieran a la luz del secularismo, gravísimas violaciones a los derechos humanos de parte de curas y monjas para que, por fin, la ICAR pidiera perdón luego de un examen difícil de las conductas propias reclamada en su momento, por la prensa, ongs y personas afectadas.


¿Qué dice la Biblia sobre autocrítica?

El mejor pasaje que he encontrado en las Escrituras refiere al apóstol Pablo en 2 Corintios 13:5 "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?." 

En lenguaje actual: "Pónganse a pensar en su manera de vivir, y vean si de verdad siguen confiando en Cristo. Hagan la prueba, y si la pasan, es porque él vive en ustedes. Pero sino confían en Cristo de verdad, es porque él no está en ustedes". Hay muchas cosas para mejorar así que, bienvenida la crítica constructiva con la ayuda de Dios.

Carolina Alfaro





martes, 1 de marzo de 2016

RELACIÓN ENTRE CIENCIA y CRISTIANISMO



¿Cuál es la Relación entre la Ciencia y la Religión?



Por

William Lane Craig

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Traducido 

por 

Erick Soledispa



Este artículo examina varias formas en que la ciencia y la teología se relacionan entre sí

En 1896 el presidente de la Universidad de Cornell, Andrew Dickson White, publicó un libro titulado Una Historia del Enfrentamiento de la Ciencia con la Teología en Cristendom. Bajo la influencia de White, la metáfora de “enfrentamiento” para describir las relaciones entre la ciencia y la fe Cristiana se volvió muy extendida durante la primera mitad del siglo XX. La opinión dominante en el Occidente -incluso entre cristianos- llegó a ser que la ciencia y el cristianismo no son aliados en la búsqueda de la verdad, sino que son adversarios.

Para ilustrar, varios años atrás tuve un debate con un filósofo de la ciencia en la Universidad Simon Fraser en Vancouver, Canadá, sobre la cuestión “¿Son la Ciencia y la Religión Mutuamente Irrelevantes?” Cuando caminé al campus, vi que los estudiantes cristianos que patrocinaban el debate lo habían anunciado con grandes pancartas y posters que proclamaban “La Ciencia vs. El Cristianismo”. Los estudiantes estaban perpetuando el mismo tipo de mentalidad de enfrentamiento que Andrew Dickson White proclamaba hace más de cien años.

Lo que ha sucedido, sin embargo, en la segunda mitad de este siglo, es que historiadores y filósofos de la ciencia han venido a apreciar que esta supuesta historia de enfrentamiento es un mito. Como Thaxton y Pearcy señalan en su reciente libro The Soul of Science [El Alma de la Ciencia], por más de 300 años entre el auge de la ciencia moderna en el siglo XVI y finales del siglo XIX, la relación entre la ciencia y la religión puede describirse mejor como una alianza. Hasta finales del siglo XIX, los científicos eran típicamente creyentes cristianos que no encontraban conflicto entre la ciencia y su fe –gente como Kepler, Boyle, Maxwell, Faraday, Kelvin, y otros. 

La idea de un enfrentamiento entre la ciencia y la religión es una invención relativamente reciente, de finales del siglo XIX, nutrida cuidadosamente por pensadores seculares que tenían como objetivo el socavamiento del dominio cultural del cristianismo en el Occidente y su remplazamiento por el naturalismo –el concepto de que nada fuera de la naturaleza es real y que la única forma de descubrir la verdad es por medio de la ciencia. Éstos tuvieron un éxito notable en impulsar su agenda. Pero los filósofos de la ciencia durante la segunda mitad del siglo XX han venido a comprender que la idea de un enfrentamiento entre la ciencia y la teología es una crasa simplificación excesiva. El libro de White es considerado ahora como una suerte de mal chiste, una pieza propagandista sesgada y distorsionada.

Ahora bien, algunas personas reconocen que la ciencia y la religión no deberían considerarse enemigas, pero sin embargo tampoco piensan que deberían considerarse amigas. Dicen que la ciencia y la religión son mutuamente irrelevantes, que representan dominios que no se traslapan. Algunas veces uno escucha eslóganes tales como “La ciencia trata con los hechos y la religión trata con la fe.” Pero esto es una crasa caricatura tanto de la ciencia como de la religión. 

Al examinar el Universo, la ciencia encuentra problemas y preguntas que son de carácter filosófico y que por tanto no se pueden resolver científicamente, pero que pueden ser iluminadas por una perspectiva teológica. De la misma manera, es sencillamente falso que la religión no haga afirmaciones factuales sobre el mundo. Las religiones del mundo hacen varias afirmaciones conflictivas sobre el origen y la naturaleza del Universo y la humanidad, y las mismas no pueden todas ser verdaderas. Así que la ciencia y la religión son como dos círculos que se intersectan o traslapan parcialmente. Es en el área de intersección donde acontece el diálogo.

Y durante el último cuarto de siglo, un diálogo floreciente entre la ciencia y la teología ha venido ocurriendo en América del Norte y Europa. Durante un discurso frente a una conferencia sobre la historia y la filosofía de la termodinámica, el prominente físico británico P. T. Landsberg empezó de pronto a explorar las implicaciones teológicas de la teoría científica que estaba discutiendo. El observó,

Hablar sobre las implicaciones de la ciencia para la teología en una reunión científica parece romper con un tabú. Pero quienes piensan de este modo están desactualizados. Durante los últimos 15 años este tabú ha sido removido, y al hablar de la interacción de la ciencia con la teología en realidad me muevo con una corriente.

Numerosas sociedades han surgido para promover este diálogo, como la Asociación Europea para el Estudio de la Ciencia y la Teología, el Foro para la Ciencia y la Religión, El Centro Berkeley para la Teología y la Ciencia Natural, y otros. Especialmente significativas han sido las continuas conferencias patrocinadas por el Centro Berkeley y el Observatorio Vaticano, en las que científicos prominentes como Stephen Hawking y Paul Davies han explorado las implicaciones de la ciencia para la teología con teólogos prominentes como John Polkinghorne y Wolfhart Pannenberg. 

No solamente existen revistas profesionales dedicadas al diálogo entre la ciencia y la religión, tales como Zygon y Perspectivas sobre la Ciencia y la Fe Cristiana, sino, más significativamente, existen revistas seculares como Naturaleza y la Revista Británica para la Filosofía de la Ciencia, las cuales también contienen artículos sobre las implicaciones mutuas de la ciencia y la teología. La Fundación Templeton ha otorgado su Premio Templeton (de millones de dólares) en la Ciencia y Religión a pensadores sobresalientes integradores tales como Paul Davies, John Polkinghorne y George Ellis por su trabajo en ciencia y religión. El diálogo entre la ciencia y la religión se ha vuelto tan significativo en nuestros días, que tanto la Universidad de Cambridge como la Universidad de Oxford han establecido cátedras en ciencia y teología.

Comparto todo esto para ilustrar un punto. Los individuos que piensan que la ciencia y la religión son mutuamente irrelevantes necesitan comprender que el gato ya está fuera de la bolsa; y me atrevo a decir que es poco probable que lo vuelvan a meter. La ciencia y la religión han descubierto que tienen intereses importantes mutuos y contribuciones importantes que hacerse el uno al otro, y quienes no gusten de esto pueden escoger no participar en el diálogo, pero esto no va a clausurar el diálogo o a demostrar que carece de sentido.

Entonces, exploremos juntos algunas de las formas en que la ciencia y la religión sirven como aliados en la búsqueda de la verdad. Permítame sugerir seis formas en que la ciencia y la religión son relevantes entre sí, empezando por lo más general y volviéndonos luego a lo más particular.

1. La Religión proporciona el marco conceptual en el cual la Ciencia puede florecer. La ciencia no es algo que es natural a la humanidad. Como ha enfatizado el escritor de ciencia Loren Eiseley, la ciencia es “una institución cultural inventada” que requiere de un “suelo único” para florecer.[1] Aunque vislumbres de ciencia aparecieron entre los antiguos griegos y chinos, la ciencia moderna es hija de la civilización Europea. 

¿Por qué es esto así? Se debe a la contribución única de la fe cristiana a la cultura Occidental. Como Eiseley enuncia, “es el mundo cristiano el que finalmente dio a luz en una forma clara y articulada al método experimental de la ciencia misma”.[2] En contraste con las religiones panteístas y animistas, el cristianismo no ve al mundo como divino, o habitado por espíritus, más bien lo ve como el producto natural de un Creador trascendente que lo diseñó y lo trajo a la existencia. De modo que el mundo es un lugar racional que está abierto a la exploración y al descubrimiento.

Además de eso, toda la empresa científica está basada en ciertas suposiciones que no pueden ser probadas científicamente, pero que son garantizadas por la cosmovisión cristiana. Por ejemplo, las leyes de la lógica, la naturaleza ordenada del mundo externo, la confiabilidad de nuestras facultades cognitivas para conocer el mundo, y la objetividad de los valores morales usados en la ciencia. 

Quiero enfatizar que la ciencia no podría ni siquiera existir sin estas suposiciones, y sin embargo estas suposiciones no pueden ser probadas científicamente. Se trata de suposiciones filosóficas que, interesantemente, son arte y parte de una cosmovisión cristiana. Entonces, la religión es relevante para la ciencia ya que puede proporcionar un marco conceptual en el que la ciencia puede existir. Más que eso, la religión cristiana históricamente ha provisto el marco conceptual en que la ciencia moderna nació y fue cultivada.

2. La Ciencia puede tanto falsificar como verificar las afirmaciones de la religión. Cuando las religiones hacen afirmaciones sobre el mundo natural, ellas intersectan el dominio de la ciencia y están, en efecto, haciendo predicciones que la investigación científica puede verificar o falsificar. Permítame dar algunos ejemplos de cada uno.

Primero, ejemplos de falsificación. Algunos ejemplos son obvios. Las visiones de las antiguas religiones griegas e indias de que el cielo descansaba sobre los hombros de Atlas, o el mundo sobre el caparazón de una gran tortuga, fueron fácilmente falsificadas. Pero también tenemos a disposición ejemplos más sutiles.

Uno de los ejemplos más notorios fue la condenación de la Iglesia medieval a Galileo por su postura de que la Tierra se mueve alrededor del sol, y no lo contrario. Sobre la base de una interpretación equivocada de ciertos pasajes de la Biblia, como Sal. 93:1: “[El Señor] ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido”, los teólogos medievales negaron que la Tierra se movía. La evidencia científica eventualmente falsificó esa hipótesis y la Iglesia llegó a admitir tardíamente su equivocación.

Otro ejemplo interesante donde la ciencia falsifica un concepto religioso lo vemos en la afirmación de varias religiones Orientales, como el Taoísmo y ciertas formas de Hinduismo, de que el mundo es divino y por consiguiente, es eterno. El descubrimiento durante este siglo de la expansión del Universo revela que lejos de ser eternos, toda la materia y la energía, hasta el espacio físico y el tiempo mismos, vinieron a existir en un punto finito del pasado antes de lo cual no existía nada. 

Como dice Stephen Hawking en su libro del 1996 La Naturaleza del Espacio y el Tiempo, “casi todos creen ahora que el Universo, y el tiempo mismo, tuvieron un comienzo en el big bang [la gran explosión]”.[3] Pero si el Universo vino a la existencia en la Gran Explosión, entonces es temporalmente finito y contingente en su existencia, y por lo tanto ni es eterno ni divino, como lo habían confirmado las religiones panteístas.

Por otra parte, la ciencia también puede verificar afirmaciones religiosas. Por ejemplo, una de las doctrinas principales de la fe Judeo-Cristiana es que Dios creó el Universo de la nada hace un tiempo finito atrás. La Biblia comienza con las palabras, “En el principio creó Dios los cielos y la Tierra” (Génesis 1.1). La Biblia enseña con esto que el Universo tuvo un comienzo. Esta enseñanza fue repudiada por la filosofía antigua griega y el ateísmo moderno, incluyendo el materialismo dialectico. 

Luego en 1929, con el descubrimiento de la expansión del Universo, esta doctrina fue dramáticamente verificada. Los físicos John Barrow y Frank Tipler, hablando del principio del Universo explican, “En esta singularidad, el espacio y el tiempo vinieron a la existencia; literalmente nada existía antes de la singularidad, así que, si el Universo se originó en tal singularidad, tendríamos verdaderamente una creación ex nihilo (de la nada)”.[4] La ciencia entonces, contra toda expectativa, verificó esta predicción religiosa. Robert Jastrow, director del Instituto Goddard para los Estudios Espaciales de la NASA, lo visualiza de esta manera:

[El científico] ha escalado la montaña de la ignorancia; está por conquistar el pico más alto; mientras se impulsa sobre la última roca, es saludado por un grupo de teólogos que llevan sentados allí por siglos.[5]

Una segunda verificación de una creencia religiosa es la afirmación de las grandes fes [religiones] monoteístas acerca de que el mundo es producto del diseño inteligente. Los científicos originalmente pensaban que cualesquiera hayan sido las condiciones iniciales del Universo, eventualmente el Universo evolucionaría en las formas complejas de vida que vemos hoy. 

Pero durante los últimos cuarenta años, aproximadamente, los científicos han quedado absortos con el descubrimiento de cuán complejo y sensible debe ser el balance de las condiciones iniciales dadas en la Gran Explosión para que Universo permita el origen y la evolución de vida inteligente en el cosmos. En los varios campos de la física y la astrofísica, la cosmología clásica, la mecánica cuántica y la bioquímica, los descubrimientos han revelado que la existencia de vida inteligente depende de un balance delicado de las constantes y las cantidades físicas. 

Si cualquiera de éstas fuera a ser alterada ligeramente, el balance sería destruido y la vida no existiría. De hecho, el Universo parece haber sido incomprensiblemente bien ajustado desde el momento de su incepción para la producción de vida inteligente. Sabemos que universos que prohíban la vida son vastamente más probables que cualquier Universo que permita la vida como el nuestro. ¿Qué tanto más probable?

La respuesta es que las probabilidades de que el Universo sea uno que permite la vida son tan infinitésimas, al punto de ser incomprensibles e incalculables. Por ejemplo, Stephen Hawking ha estimado que si la velocidad de la expansión del Universo un segundo después de la Gran Explosión hubiera sido menor incluso en una parte en cien mil millones de millones, el Universo habría re-colapsado en una pelota de fuego ardiente.[6] 

P. C. W. Davies ha calculado que las probabilidades en contra de que las condiciones iniciales sean propicias para una posterior formación de las estrellas (sin lo cual los planetas no podrían existir), son de uno seguido de mil billones de billones de ceros, a lo menos.[7] Él estima que un cambio en la fuerza de gravedad, o en la fuerza débil, por tan sólo una parte en 10100, hubiera impedido un Universo que permita la vida.[8] Hay un número de esas cantidades y constantes presentes en la Gran Explosión, las mismas que deben estar bien afinadas de este modo si es que el Universo va a permitir la vida. De modo que la improbabilidad es multiplicada por improbabilidad hasta que nuestras mentes se enredan con números incomprensibles.

No hay razón física de porqué esas constantes y cantidades poseen los valores que tienen. El otrora físico agnóstico Paul Davies comenta, “Mediante mi trabajo científico he venido a creer con más y más fuerza que el Universo está configurado con un ingenio tan asombroso que no puedo aceptarlo meramente como un hecho bruto”.[9] De igual manera, Fred Hoyle observa, “Una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que un súper intelecto ha manipulado la física”.[10]

Nuestro descubrimiento del ajuste fino de la Gran Explosión para vida inteligente es como alguien que camina a través del desierto de Gobi y, rodeando una duna de arena, de repente es confrontado con un rascacielos del tamaño del Edificio Empire State. Nosotros correctamente rechazaríamos como una sugerencia disparatada el que solo se formó en ese lugar por casualidad. Y de igual forma nos parecería absurda la idea de que cualquier ordenamiento de partículas de arena en ese lugar es improbable, de forma que no hay nada que explicar.

¿Por qué? Porque el rascacielos exhibe una complejidad que no está presente en los ordenamientos de arena al azar. Pero, ¿Por qué debería la complejidad del rascacielos parecernos algo especial? John Leslie dice que es porque hay una explicación manifiesta de la complejidad del rascacielos que no es sugerida por el simple ordenamiento de granos de arena al azar, a saber, el diseño inteligente.[11] De la misma manera, Leslie concluye, el ajuste fino de las condiciones iniciales del Universo para la vida apunta a la explicación del diseño inteligente.Por lo tanto, la ciencia puede tanto falsificar y verificar las afirmaciones de la religión.

3. La ciencia encuentra problemas metafísicos que la religión puede ayudar a resolver. La ciencia tiene una sed insaciable por explicación. Pero eventualmente, la ciencia alcanza los límites de su habilidad explicativa. Por ejemplo, al explicar por qué varias cosas en el Universo existen, la ciencia finalmente confronta la pregunta de por qué el Universo mismo existe. Note que esto no necesita ser una pregunta sobre el origen temporal del Universo. Aún si el espacio-tiempo no tiene principio, y es eterno, todavía podemos preguntar por qué el espacio-tiempo existe. El físico David Park reflexiona, “Referente a por qué hay un espacio-tiempo, ésta parece ser una pregunta perfectamente científica; pero nadie sabe cómo responderla”.[12]

Aquí la teología puede ayudar. Los teístas tradicionales conciben a Dios como un ser necesario cuya no-existencia es imposible, el cual es el Creador del mundo contingente de espacio y tiempo. De modo que la persona que cree en Dios tiene los recursos para satisfacer la sed de la ciencia por explicaciones últimas. Podemos presentar este razonamiento en la forma de un argumento simple:

1. Toda lo que existe tiene una explicación para su existencia (ya sea en la necesidad de su propia naturaleza o en una causa externa).

2. Si el Universo tiene una explicación para su existencia, esta explicación es Dios.

3. El Universo existe.

4. Por lo tanto la explicación para la existencia del Universo es Dios.

4. La religión puede ayudar a adjudicar entre teorías científicas. Lawrence Sklar, un prominente filósofo de la ciencia, ha observado, “La adopción de una teoría científica en lugar de otra, por cierto en ocasiones en casos realmente cruciales, estriba tanto sobre […] presuposiciones filosóficas como sobre los datos sólidos [….]”[13] Particularmente, en casos donde dos teorías opuestas son empíricamente equivalentes, de manera que uno no puede decidir entre ellas sobre la base de la evidencia, consideraciones metafísicas, incluyendo consideraciones religiosas, entran en juego.

Un excelente ejemplo es la Teoría Especial de la Relatividad. Hay dos maneras de interpretar la esencia matemática de la Relatividad Especial. En la interpretación de Einstein, no hay un “ahora” absoluto en el mundo; más bien lo que es ahora es relativo a diferentes observadores en movimiento. Si tú y yo nos movemos con respecto el uno del otro, entonces lo que es ahora para mí no es ahora para ti. 

Pero en la interpretación de H. A. Lorentz, sí hay un ahora absoluto en el mundo, sólo que no podemos estar seguros de cuales eventos en el mundo están ocurriendo ahora ya que el movimiento afecta nuestros instrumentos de medición. Los relojes en movimiento corren despacio y las varas de medición en movimiento se contraen. Las interpretaciones Einsteiniana y Lorentziana son empíricamente equivalentes; no hay experimentos que uno pudiera realizar para decidir entre ellas.[14] Pero yo quiero argumentar que si Dios existe, entonces Lorentz tenía razón. Aquí está mi argumento:

1. Si Dios existe, entonces Dios está en el tiempo.

Esto es verdad porque Dios está realmente relacionado con el mundo como causa a efecto. Pero la causa de un efecto temporal debe existir antes, o al mismo tiempo, que su efecto. Entonces Dios debe estar en el tiempo.

2. Si Dios está en el tiempo, entonces existe un observador privilegiado.

Como Dios trasciende el mundo y es la causa de la existencia de todo en el mundo, Su perspectiva sobre el mundo es la perspectiva correcta.

3. Si un observador privilegiado existe, entonces un ahora absoluto existe.

Como Dios es un observador privilegiado, Su “ahora” es privilegiado. De modo que hay un ahora absoluto, tal como Lorentz afirmaba.

Esta es una conclusión bastante sorprendente en verdad. Pero estoy firmemente convencido que si Dios existe, entonces una teoría de la relatividad Lorentziana, más bien que la Einsteiniana, es correcta. Es difícil imaginar cómo la religión pudiera tener una mayor relevancia para la ciencia que esto, mostrar que una teoría es errónea y otra correcta.

5. La religión puede aumentar el poder explicativo de la ciencia. Uno de los pilares de la perspectiva científica contemporánea sobre el mundo es la evolución de la complejidad biológica desde formas de vida más primitivas. Desafortunadamente la corriente de síntesis neo-Darwiniana parece ser explicativamente deficiente en su detalle del surgimiento gradual de complejidad biológica. 

En primer lugar, los mecanismos neo-Darwinianos de mutación al azar y de selección natural operan demasiado lentos para producir, sin asistencia, vida sensible. En su Principio Cosmológico Antrópico, Barrow y Tipler enumeran 10 etapas en la evolución del homo sapiens, incluyendo etapas tales como el desarrollo del código genético basado en ADN, el origen de la mitocondria, el origen de la fotosíntesis, el desarrollo de la respiración aeróbica, y otros más, cada uno de los cuales es tan improbable que antes de haber ocurrido el sol habría cesado de ser una estrella de secuencia principal e incinerado la Tierra.[15] 

Ellos reportan que “se ha desarrollado un consenso general entre evolucionistas de que la evolución de vida inteligente, comparada con la habilidad del homo sapiens para procesar información, es tan improbable que su ocurrencia es inverosímil en ningún otro planeta del Universo visible entero”.[16] Pero si éste es el caso, entonces uno no puede sino preguntarse, ¿Por qué, fuera de un compromiso con el naturalismo, deberíamos pensar que la vida evolucionó al azar no asistido en nuestro planeta? 

En segundo lugar, la mutación al azar y la selección natural enfrentan dificultades para explicar el origen de sistemas irreduciblemente complejos. En su reciente libro La Caja Negra de Darwin, el microbiólogo Michael Behe explica que ciertos sistemas celulares como los cilios -o sistema de transportación de proteínas- son como máquinas microscópicas increíblemente complejas que no podrían funcionar a menos de que todas las partes estén presentes y funcionando.[17] 

Dentro de la síntesis neo-Darwiniana no hay una comprensión de cómo tales sistemas irreduciblemente complejos pueden evolucionar por mutación al azar y selección natural. Respecto a éstos, la teoría evolucionista contemporánea tiene un poder explicativo de cero. 

Para Behe, sin embargo, hay una explicación familiar que explica esta complejidad irreducible, una que en otros contextos empleamos sin vacilación: diseño inteligente. “La vida en la Tierra, en su nivel más fundamental, en sus componentes más fundamentales,” concluye Behe, “es el producto de actividad inteligente”.[18] La evolución gradual de complejidad biológica se explica mejor si existe una causa inteligente detrás del proceso, en lugar de solamente mecanismos ciegos. De modo que el teísta tiene los recursos explicativos disponibles de los cuales carece el naturalista.

6. La ciencia puede establecer una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa. El teólogo medieval Tomás de Aquino siempre suponía la eternidad del Universo en todos sus argumentos para la existencia de Dios, ya que suponer que el Universo comenzó a existir hacía las cosas muy fáciles para el teísta. “Si el mundo y el movimiento tienen un primer comienzo,” decía él, “claramente alguna causa debe postularse para este origen del mundo y del movimiento.” (Summa contra gentiles 1. 13. 30) Además, durante la Edad Media, sencillamente, no había forma empírica de probar la finitud del pasado. 

Pero la aplicación de la Teoría General de la Relatividad a la cosmología y el descubrimiento de la expansión del Universo durante este siglo parecen haber depositado en las manos del teólogo filosófico la premisa que precisamente faltaba en un argumento exitoso sobre la existencia de Dios. Porque ahora puede argumentar de la siguiente manera:

1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

2. El Universo comenzó a existir.

3. Por lo tanto, el Universo tiene una causa.

La premisa (2) es una afirmación neutral que puede encontrarse en casi cualquier texto de astronomía y astrofísica. Sin embargo, pone al ateo en una situación incómoda, ya que como Anthony Kenny de la Universidad de Oxford urge, “Un proponente de la teoría de la Gran Explosión, al menos si es un ateo, debe creer que […] el Universo vino de la nada y por la nada”.[19]

Pero con toda seguridad eso es metafísicamente imposible. De la nada, nada viene. Así que, ¿Por qué existe el Universo, en lugar de solo nada? Es plausible que exista una causa que trajo al Universo a la existencia. Ahora, por la propia naturaleza del caso, siendo la causa del espacio y del tiempo, esta causa debe ser un ser no causado, inmutable, atemporal e inmaterial de poder inimaginable, el cual creó el Universo. 

Más aún, yo argumentaría, debe ser personal. Porque, ¿cómo más podría una causa atemporal dar origen a un efecto temporal como el Universo? Si la causa fuera un conjunto impersonal de condiciones suficientes y necesarias, entonces la causa nunca podría existir sin el efecto. Si la causa estuviera eternamente presente, entonces el efecto estaría eternamente presente también. 

La única forma para que la causa sea atemporal, y que el efecto comience en el tiempo, es que la causa sea un agente personal que libremente elige crear un efecto en el tiempo, sin ninguna condición previa determinante. Por lo tanto, somos traídos no solamente a una causa trascendente del Universo, sino a su creador personal.

Todo lo dicho no es para hacer un juicio simplista e ingenuo de que “La ciencia prueba que Dios existe”. Más bien es decir que la ciencia puede establecer la verdad de una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa.En resumen, hemos visto seis formas diferentes en que la ciencia y la religión son relevantes entre sí.

1. La religión proporciona el marco conceptual en el cual la ciencia puede florecer.

2. La ciencia puede tanto falsificar como verificar las afirmaciones de la religión.

3. La ciencia encuentra problemas metafísicos que la religión puede ayudar a resolver.

4. La religión puede ayudar a adjudicar entre teorías científicas.

5. La religión puede aumentar el poder explicativo de la ciencia.

6. La ciencia puede establecer una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa.

Así que, en conclusión, hemos visto que la ciencia y la religión no deben concebirse como rivales o mutuamente irrelevantes. Más bien, hemos visto varias formas en que ellas pueden interactuar productivamente. Y es por esto, después de todo, que se está dando un diálogo tan floreciente entre estas dos disciplinas hoy.

*Todas las referencias a obras corresponden a la edición inglesa.

by William Lane Craig

Traducido por Erick Soledispa

Referencia:
[1]Loren Eiseley, “Francis Bacon,” in The Horizon Book of Makers of Modern Thought (New York: American Heritage Publishing, 1972), pp. 95-96.

[2] Loren Eiseley, Darwin’s Century (Garden City, N. Y.: Doubleday, 1958), p. 62. Estoy en deuda con Nancy Pearcy y Charles Thaxton por las referencias de Eisley, The Soul of Science (Wheaton, Ill.: Crossway Books, 1994).

[3] Stephen Hawking and Roger Penrose, The Nature of Space and Time, The Isaac Newton Institute Series of Lectures (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1996), p. 20.

[4] John Barrow and Frank Tipler, The Anthropic Cosmological Principle (Oxford: Clarendon Press, 1986), p. 442.

[5] Robert Jastrow, God and the Astronomers (New York: W. W. Norton, 1978), p. 116.

[6] Stephen W. Hawking, A Brief History of Time (New York: Bantam Books, 1988), p. 123

[7] P. C. W. Davies, Other Worlds (London: Dent, 1980), pp. 160-61, 168-69.

[8] P. C. W. Davies, “The Anthropic Principle,” in Particle and Nuclear Physics 10 (1983): 28.

[9] Paul Davies, The Mind of God (New York: Simon & Schuster: 1992), p. 16.

[10] Fred Hoyle, “The Universe: Past and Present Reflections,” Engineering and Science (November, 1981), p.12.

[11] John Leslie, Universes (London: Routledge, 1989), pp. 10, 121.

[12] David Park, The Image of Eternity (Amherst: University of Massachusetts Press, 1980), p. 84.

[13] Lawrence Sklar, Space, Time, and Spacetime (Berkeley: University of California Press, 1976), p. 417.

[14] De hecho, esta afirmación lleva cualificación; porque como resultado de los experimentos de Aspecto que verifican las predicciones de la mecánica quántica con respecto al teorema de Bell, tenemos ahora fundamentos empíricos substanciales para afirmar las relaciones de simultaneidad absoluta entre eventos distantes, vindicando de esta forma la interpretación Lorentziana.

[15] Barrow and Tipler, Anthropic Cosmological Principle, pp. 561-65.

[16] Ibid., p. 133.

[17] Michael J. Behe, Darwin’s Black Box (New York: Free Press, 1996).

[18] Ibid., p. 193.

[19] Anthony Kenny, The Five Ways: St. Thomas Aquinas Proofs of God’s Existence (New York: Schocken Books, 1969), p. 66.

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 http://www.reasonablefaith.org/spanish/Cual-es-la-Relacion-entre-la-Ciencia-y-la-Religion#ixzz41hZAoH2W

sábado, 20 de febrero de 2016

LO "ENGAÑOSO" DE LA BIBLIA





Un lector de nuestro blog
 ha presentado algunas objeciones.
En su opinión, la Biblia es "engañosa" o sea, nada confiable.
Todo esto, en medio de un intercambio de opinión,
sobre la fiabilidad de las Escrituras 
y de los aportes científicos.

Lamentablemente, 
por razones de espacio y tiempo,
no se puede considerar todo lo que Winczur a enviado,
sino una parte del conjunto.


Por

MARC PESARESI


El término engañoso puede referirse a mentira o infidelidad. Un relato puede ser fiel testimonio de un evento pero, si se lo interpreta mal; como bien sugiere Winczur; puede resultar engañoso o sea, infiel al hecho real. Concuerdo.

El libro de Génesis ha sido interpretado y re interpretado muchas veces. Algunos lo toman como un relato literal adornado con figuras literarias y otros, como algo simbólico. En este sentido, si leemos las exégesis de dos o más autores y estos discrepan, obviamente se puede inducir a confusión. 

Dentro de estas posturas existen otras variantes que complican la exégesis. Por causa de esta realidad, nadie duda que cualquiera que desee interpretar las Escrituras puede agotarse leyendo tan solo controversias. Frente a esta disparidad, el catolicismo se refugia en el Dogma mientras que el protestantismo, apela al magisterio del Espíritu Santo quien es el único maestro que enseña sobre los pormenores de las Escrituras y el plan de Dios para la humanidad. 

Los Institutos Bíblicos serios, que capacitan pastores con grado académico, procuran instalar una sana hermenéutica en sus alumnos. De hecho, la teología protestante ha sido pionera en el uso de los descubrimientos científicos para averiguar el contexto de los relatos bíblicos y el uso de otras disciplinas para capacitar. El filósofo William Craig, quizás uno de los más grandes exponentes de la filosofía cristiana actual, estudió precisamente, en uno de estos centros académicos. 

En la ciencia predomina el pensamiento dogmático tanto como en el ámbito académico cristiano. (Basta hechar un vistazo a las agrias polémicas entre científicos sobre todo en paleontología, arqueología, astronomía, cosmología, etc., para darnos cuenta que entre ellos, el concenso solo es posible, luego de enorme acumulación de pruebas a favor de una teoría y cuando por fin se consigue, aparecera seguramente otro cúmulo de evidencias que refuten lo acordado). 

También existe teorías divergentes que complican al lego a la hora de entender como es que los científicos arriban a ciertas conclusiones. Por ejemplo, la ciencia suele tener herejes que son relegados con menosprecios. Recordemos a Immanuil Velikovski quien fue ampliamente censurado por sus pares debido a sus ideas y a pesar de su erudicción. Y como este ejemplo, existen muchos más. En Estados Unidos, por ejemplo, cualquier científico que enrole en el Diseño Inteligente verá peligrar su puesto de trabajo.

Ante tanta complejidad en las relaciones entre científicos, no es extraño que los sentidos se desorienten y se engañen y lo mismo ocurre en el ámbito de lo teológico. (Para un mejor conocimiento de la "humanidad" de los científicos quienes en ocasiones rayan el divismo (así se refirió una arqueóloga que visitó el Museo Histórico donde trabajo refiriendose a uno de sus colegas con ego inflado gracias a sus descubrimientos y exposición mediática) recomiendo leer las notas del blog Dios y la Ciencia). Acceder clickando AQUÍ.

Dice Edgardo Winczur:

"Aquellos pasajes mediante los cuales los estudiosos posteriores a los escritores originales arribaron a conclusiones que luego debieron cambiar. Por ejemplo leyendo de la Biblia llegaron a conclusiones tales como que la Tierra realmente es el centro del universo y que no se mueve, moviéndose solo el Sol al igual que la Luna y los demás astros a su alrededor (en esto Lutero se jactaba denigrando a quienes opinaban que la Tierra se movía y el señalaba el ejemplo de Josué cuando el Sol y la Luna se detuvieron, opinando en esto igual que la Iglesia Católica)".

Respondo: Es verdad, las interpretaciones varían con el tiempo pero, quiero destacar que son modificaciones, re interpretciones,  de las exégesis de los hombres y nada tiene que ver, con la verdad de la Biblia. Por otra parte, justo es reconocer, a Dios no le interesaba hacer de la Biblia un compilado al estilo de la Enciclopedia Britanica sino un libro sobre espiritualidad donde, si era necesario, aportaba algunos datos sobre la naturaleza de su Creación en lenguaje que los hombres de todas las èpocas pudieran comprender. 

Vamos al asunto: He estado buscando el versículo que diga en las Escrituras "la Tierra es el centro del Universo" y no lo pude hallar. O algún copista lo omitió voluntariamente o bien, tal afirmación nunca existió. ¿De dónde viene la creencia que la Biblia defiende el geocentrismo? Curiosamente, entre los pocos que lo defienden, aparecen científicos que aún se oponen a Galileo pero en la Biblia no existe un versículo que apoye con claridad estas ideas. (Ver AQUÍ).

Geocentrismo es una vieja teoría que propone que, todo el Universo, planetas, Luna y Sol, giran en torno a la Tierra. (Se le opone el Heliocentrismo, teoría que afirma que el Sol, es el centro del Universo).

Geocentrismo
Según la Biblia de Lutero
Gentileza
Wikimedia Commons

Algunos pasajes que fueron escritos en la Biblia desde la perspectiva de un testigo observando el Cosmos de pie sobre la superficie de la Tierra pudieron inducir la idea en algunos religiosos que la Tierra es el centro de todo. Por ejemplo: Salmo 19:6 y Eclesiastés 14:4.

Heliocentrismo
Según Giovanni Cassini
Gentileza
Wikimedia Commons

La Iglesia Católica, tan afín a los dogmas, defendió esta teoría y se opuso a Galileo en su momento. El choque entre Galileo y la Iglesia Católica se debió a la propuesta del primero en modificar las interpretaciones vigentes para re adaptarlos al heliocentrismo de Copérnico. Galileo se batió con gallardía pero no pudo contra el sistema. A pesar de este grave traspié en su carrera, continuó siendo católico, alentó a su hija a seguir en un convento de monjas. Jamás estuvo en alguna cárcel, sino que, condenado como sospechoso, solo se le impuso un arresto domiciliario; es más, en 1992 el papa Juan Pablo II pidió perdón por todo lo sucedido con Galileo. Alguien dirá ¿de qué le sirvió todo esto? Bueno, lo de Galileo fue una lucha pionera contra un sistema dogmático. Algo similar sucede hoy en el terreno científico. Ni bien aparece alguien defendiendo el Diseño Inteligente o con alguna teoría un tanto extravagante, no faltarán colegas que pidan su defenestración.

Helicentrismo simplificado
Según Copérnico
Gentileza
Wikimedia Commons

Galileo escribió durante este episodio histórico un principio del que en lo personal, adhiero a rajatabla. El dijo al tribunal que lo proceso en 1633 y luego de fracasar su entrevista con el Papa Urbano VIII, lo siguiente: "La naturaleza y la Biblia derivan ambas de Dios, y es absurdo querer contradecir la naturaleza, que es la expresión directa de la voluntad divina, sobre la base de la interpretación humana de las Sagradas Escrituras. Por el contrario, se debe aprender a leer e interpretar las escrituras a través de la naturaleza". En síntesis, la naturaleza también habla de Dios y viene de la voluntad creativa de Dios.

En lo personal, no obstante, procuro no mezclar ciencia con religión a menos que en algún punto, se toquen y se requiera ayuda específica. Por ejemplo, la arqueología, paleontología, astronomía, etc., son disciplinas que ningún teólogo debe tener a menos si quiere presumir de mente abierta.  

Dice Edgardo Winczur:

"que el cielo se soporta "firme" sobre la Tierra y ésta sobre columnas (Job 26:10.11; Prov.3:19; Slm.104:5 136:6; Amos 9:6; 2Sam.22:16), que existe un dosel acuoso en el límite del universo que contribuyó al diluvio cuando sus compuertas se abrieron (Gn.7:11; Job 9:8), que el diluvio fue un evento histórico real tal cual es descrito en Génesis, que la Tierra se haya asentada sobre agua y rodeada por ella, que la tierra tiene límites cardinales, infiriendo posee un centro geográfico, que las especies animales fueron todas creadas por Dios tal como las conocemos sin que hayan variado en el tiempo".

Respondo:

Job 26:10,11 trata sobre un discurso pronunciado por Bildad, amigo de Job. Ahora bien: una lectura del libro de Job revela que, todos los argumentos pronunciados por los amigos del sufrido patriarca, estaban equivocados. La prueba de esto se observa en los capítulos finales del libro mencionado donde Dios le afirma a Job, precisamente, lo errado de los juicios del hombre. Dios, en este pasaje, permite que Bildad exprese sus puntos de vista con los conocimientos de la “época” y según su entendimiento. Por lo tanto, son palabras de un hombre que Dios ha querido registrar en sus Escrituras. Pero estas palabras no son certeras. Entonces: ¿dónde hay que cambiar el discurso? Bildad habló desde lo propio y luego Dios le dijo que estaba equivocado.

Proverbios 3:19  habla acerca del cuidado, o sea, del perfeccionismo con que Dios “afirmó” en el sentido de “construir” “crear” cielo y tierra. ¿Adónde existe necesidad de cambiar esta afirmación por otra científica? Es evidente que cielo y tierra tienen su dinámica tal como Dios lo ha querido y tanto la Biblia como la Ciencia hablan de lo mismo según sus propios lenguajes.

Salmo 104:5 habla de cómo Dios afirmó la Tierra sobre sus bases y nunca más será removida. La tierra se encuentra asentada sobre un basamento: el núcleo. Removerla de esta “piedra angular” sería su fin. Dios promete que tal cosa no va a suceder. ¿Dónde se necesita cambiar de opinión? La ciencia explica de un modo, la Biblia de otro y ambas fuentes hablan de un mismo hecho: que la tierra tiene “cimientos”. La Biblia nunca hablaría de "núcleo terrestre" porque nadie en su momento lo entendería. Simplemente Dios refiere la obra de su intelecto con términos que el hombre puede entender en toda época. 

Salmo 136:6 habla sobre como Dios extendió  la tierra sobre las aguas, es decir, creó lo que hoy llamamos continentes. ¿Adónde se ha cambiado de opinión al respecto? En este punto me voy a extender. Se creía que el agua llego a la Tierra “a bordo” de cometas y asteroides. Pero recientemente se ha presentado una nueva teoría que afirma que la Tierra tiene agua desde el principio de su existencia.  Investigadores de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) en Massachusetts (EE.UU.) entre quienes se encuentran Adam Sarafian y Sune Nielsen,  proponen que la Tierra tuvo agua desde su misma formación. 

Los investigadores se enfocaron en las condritas carbonáceas, los meteoritos más primitivos conocidos, formados de la misma nube de polvo, partículas, hielo y gases que dio lugar al Sol hace unos 4.600 millones de años, mucho antes de que se formaran los planetas. De ser esto cierto, el agua es tan antigua como la misma Tierra. De modo que, cabe preguntar otra vez: ¿en qué se tuvo que modificar lo que dice la Biblia si resulta que ahora la ciencia parece apoyar lo que la Escritura afirma? Antes de los continentes, el agua ya existía. 

Dice Edgardo Winczur:

"Estos ejemplos se interpretaron leyendo pasajes de la Biblia. Hoy día ya no se defienden esas ideas como literales (salvo en algunos grupos religiosos y solo algunas de ellas), sino en sentido simbólico, intuitivo, parcial o coloquial".

Respondo:

Los protestantes distinguimos claramente cuando el lenguaje es simbólico de otro literal. Sin embargo, nunca oí mencionar "lenguaje bíblico parcial o intuitivo" en ninguna iglesia o instituto bíblico pero sí coloquial, o sea, charlas informales. Es interesante como se infiere que "hoy no se defienden esas ideas" referidas a lo literal de algunos hechos sin haber antes, por ejemplo, visitado algunos Institutos Bíblicos protestantes donde se capacitan en diversas materias y en literalidad biblica matizada con la necesidad de reconocer lo poético y simbólico de la narrativa bíblica.

Por ejemplo, la muerte de Cristo en la cruz fue un hecho "literal" o sea, real. Nadie hasta la fecha, al menos que sea ignorante en el más puro sentido del término, pone en duda la existencia de Jesús. Su "historicidad" ya ha sido suficientemente estudiada y hay unanimidad en el ámbito académico que un personaje como describe la Biblia al Mesías existió en Palestina en el Siglo I. Existen más ejemplos de literalidad pero no hay espacio para referir. 

Dice Edgardo Winczur:

"Por otro lado, no existe unanimidad en la manera de interpretar y entender la Biblia. El hecho que existan tantas diferentes interpretaciones para apoyar ideas distintas a partir de los mismos escritos en cuestiones doctrinales muestra que no es sencillo, lo cual puede interpretarse como “engañoso” para el estudiante o lector".

¿Quién dijo que debe haber unanimidad en el modo de interpretar? Esto no pone en duda la veracidad del contenido de las Escrituras. Le doy un ejemplo de como hablar sobre un hecho verdadero con diferentes argumentos.

Supongamos que tenemos cinco testigos de un accidente de automotores en una esquina. Cada testigo sin embargo, estaba ubicado en sitios diferentes y con distracciones variadas  y observando en otras direcciones. Solo uno de ellos pudo presenciar directamente. Bien, cuando la policía los interrogue para averiguar datos, los cincos testimonios variarán pero todos estarán refiriendo a un evento real. Hubo un accidente.

Bien, en las Escrituras sucede algo parecido. Dios no esta en desacuerdo del uso de la opinión e incluso, hasta permite la discrepancia. (Ver Job). De modo que, Por tal razón, no existe un modo único de interpretar. La Biblia fue escrita adrede para motivarnos a pensar, rebuscar, volver a re interpretar y sacar conclusiones. Es como una cebolla. No acabamos de quitar una capa, que aparece la otra. Aun así, pasajes como referidos a que solo en Cristo Jesús tenemos salvación, no hay modo alguno de distorsionar.

Esto no significa que copistas posteriores copiaran mal algún texto pero, una vez descubierto, se tiende a corregir. (A menos claro, que la Biblia provenga de una secta diabólica y siniestra como JW Org., quienes tergiversaron adrede una biblia para que se ajuste a sus creencias). Pero se trata de una secta satánica y no, de una religión formal o de una Sociedad Bíblica.

Sigamos. Se utiliza Amós 9:6 como evidencia de versículos que se interpretaron de un modo y que en la actualidad,de otro. Leamos el pasaje en cuestión:

"Dios hizo su casa en el cielo,
pero puso las bases en la tierra.
Dios llama a las aguas del océano,
y las derrama sobre la tierra"

Bien, un teólogo le dirá que este es lenguaje que hoy se podría llamar prosa poética pero, con verdades entre líneas. ¿Qué verdades? Que Dios hizo su casa en los cielos es obvia referencia a la creencia que Dios mora “en las alturas”, en los cielos. Pero no cualquier cielo, como pensaron algunos ateos comunistas quienes al enviar un astronauta al espacio y ver que no estaba Dios clamaron orondos que en el “cielo” no se veía ningún Dios. La Biblia habla de la existencia de tres cielos. En 2 Corintios 12:2-4 Pablo menciona “el tercer cielo”. Son: cielo atmosférico, al espacio que rodea la Tierra y a la morada de Dios y estos nada tienen que ver con los "tres cielos de las culturas mesopotámicas". 

Pero aún más interesante es el cierre del pasaje en cuestión. Dice que Dios llama a las aguas del océano y la derrama sobre la Tierra. ¿No describe esto con claridad cómo se forman las nubes que luego derraman agua en lluvias sobre la Tierra? ¿En que hubo que cambiar el discurso? La Biblia dice en su forma de decir, lo que la ciencia hidrológica explica en su estilo. Es decir, ambas hablan sobre lo mismo, del ciclo hidrológico.

Explicar este ciclo parece innecesario en días donde, la superabundancia de datos, nos puede ayudar a entender como funciona este reciclado natural del agua. En síntesis, el calor de la superficie de la Tierra evapora agua hacia el cielo, donde luego de condensarse por bajas temperaturas, precipita en forma de lluvias, nevadas o granizadas. Posteriormente el agua excurre hacia los océanos o cuencas de almacenamiento natural, donde todo el proceso vuelve a comenzar.

Interesante si comparamos lo narrado en  Amós 9:6 con lo escrito en Ecclesiastés 1:7 que declara: "Los ríos van todos al mar, pero el mar nunca se llena; y vuelven los ríos a su origen,para recorrer el mismo camino". Que la inmensa mayoría de los ríos (algunos desaguan en cuencas endorreicas y otros son arreicos) van al mar, no es un dato menor. Todo este proceso estuvo desconocido para la humanidad hasta los trabajos pioneros en hidrología de los franceses Pierre Perrault y Edme Marronte. Posteriormente Edmund Halley aportó nueva información que contribuyeron a entender el ciclo hidrológico. Otro dato mas: no me agotaré en declarar que la Biblia no es un libro de ciencias pero, cuando habla de verdades sobre la naturaleza, es certera.

Por ejemplo cuando menciona  los "senderos en el mar" ¿a qué se refiere? Yo vivo en una zona acantilada de la Patagonia. Cada tanto, desde las alturas, se observan como "caminos" de agua de distinta coloración. ¿Qué son esas ondulaciones en el mar cuyo color difiere del resto? Son corrientes u ondas marinas que diferentes temperaturas y salinidad.

Matthew Fontaine Maury, un gran ocenógrafo del siglo XIX, estando enfermo y en cama, oía la lectura de la Biblia que le aportaba su hijo. De repente oye el Salmo 8:8 que dice: "las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar." (NVI). Se dice que exclamó:- Hijo, si existen senderos en el mar, los encontraré. Años después, realizó numerosas investigaciones que le posibilitaron informar la existencia de los sistemas de circulación oceánicos donde interactúan viento y agua. Para finalizar. La Biblia no es un libro de ciencias pero cuando habla de la naturaleza, sus datos vuelvo a insistir, es certera. 

Dice Edgardo Winczur:

"...que existe un dosel acuoso en el límite del universo que contribuyó al diluvio cuando sus compuertas se abrieron (Gn.7:11; Job 9:8), que el diluvio fue un evento histórico real tal cual es descrito en Génesis, que la Tierra se haya asentada sobre agua y rodeada por ella, que la tierra tiene límites cardinales, infiriendo posee un centro geográfico, que las especies animales fueron todas creadas por Dios tal como las conocemos sin que hayan variado en el tiempo".

Respondo:

Lo del dosel acuoso es algo muy interesante. La Biblia menciona en Génesis 2 que la lluvia no existía y que "un vapor" regaba la faz de la Tierra. Bien, no hay evidencias de la existencia de este "dosel" pero ausencia de evidencias no es evidencia de ausencia. Puede que existiera y ya no. "4 Ésta es la historia de cuando Dios creó el cielo y la tierra. En ese tiempo 5 aún no había árboles ni plantas en el campo, porque Dios todavía no había hecho que lloviera, ni había nadie que cultivara la tierra. 6 Del suelo salía una especie de vapor, y eso era lo que mantenía húmeda la tierra" (Génesis 2:4-6).

Acerca del dosel de vapor de agua ¿de dónde viene esta idea tan particular? No todos los cristianos aceptan esta sugerencia. Sin embargo, entre los protestantes creacionistas (partidarios de la Tierra Jóven) tiene mucha influencia gracias al famoso libro The Genesis Flood de Whitcomb y Morris publicado en 1961. (Posteriormente Whitcomb publicó en 1996 Ther World That Perished (El mundo que pereció) donde aporta nueva información y refina su teoría.

Tanto Whitcomb como Morris debieron inspirarse en las interpretaciones del maestro cuáquero Isaac Newton Vail (1840-1912); un autodidacta en astronomía, matemáticas, latín y griego. A él le corresponde haber dado a conocer la "Teoría del Anillo" o "Teoría del Dosel" donde proponía que la Tierra había tenido en sus comienzos un anillo o dosel acuático que se desplomó durante el diluvio.

Posteriormente, nuevos autores como Vardiman (1986), entonces jefe del Departamento de Física del ICR, calculó que esta cobertura acuosa de existir, debió estar a unos 7 kilómetros de altura -entre la Troposfera y la Estratosfera-como una temperatura aproximada a los 30º. Aún así, no todos los creacionistas apoyan esta idea y no todo el protestantismo en general en sus cuatro grandes ramas Pentecostales, Carismáticos, Tradicionales y Modernistas, aceptan estas ideas. Entonces, sino todos los protestantes aceptan estas ideas ¿por qué se utiliza este argumento para criticar la innerrancia de las Escrituras si solo es interpretación de unos pocos?

Vemos entonces que, la hipótesis del dosel de vapor de agua, ha sido rechazada por un gran número de creacionistas, como por ejemplo, los creacionistas Walter Brown y Douglas E. Cox, entre otros; aún así,  sostienen que la energía potencial del agua, al caer desde una altura de siete kms o más, se transformaría en energía cinética, que luego al impactar provocaría un sobrecalentamiento de la Tierra creando innumerables problemas. Es decir, si bien no aceptan la teoría del dosel, sí hablan del cataclismo que pudo sobrevenir si tal masa de agua de existir (¿agua líquida o vapor?) chocara contra la superfice del planeta.

Algunos creacionistas señalan el dosel alrededor de Venus como una posible ejemplo al que pudo tener la Tierra y  sostienen que las condiciones atmosféricas en ese momento ya no existen hoy. En su forma actual, esta hipótesis sigue siendo controvertida y sus diferentes formas, hacen imposible un acuerdo general.

El diluvio fue un evento real

¿Cómo lo sabemos? Hay cientos de relatos en antiguas culturas que hablan del diluvio. Si el diluvio no hubiera existido, entonces estamos en presencia del cuento corto más exitoso de todos los tiempos; que tantas culturas refieran lo mismo a lo largo y ancho de la Tierra indica que fue una catástrofe global y no local o parcial como suponen algunos.

Un ateo cubano me dijo cierta vez que, el relato del Diluvio, fue traspasado boca a boca luego de una inundación local. No hay modo de saber como pudo un relato pasar de boca en boca de una sola inundación en la Mesopotamia de Medio Oriente cuanto tantos otros eventos aún peores -la invasión mongola por ejemplo- la gente más allá de Asia y Europa y de algunos lugares del norte de África, ni siquiera tuvo noticias. No, definitivamente, no. Según el relato bíblico, el Diluvio fue una catástrofe universal.

Conclusión:

No existe en la Biblia un tratado "cosmológico" al "estilo moderno" entre los primeros hebreos. Eran un pueblo nómada  y pastoril y de escasa erudicción astronómica y matemática. Sus vidas estaban ligadas a la producción de animales para consumo y esquila lanera. De modo que la Biblia aporta datos sobre la Creación pero en un lenguaje que estas personas, rústicas y sencillas, pudieran entender perfectamente. En síntesis, la cosmología hebrea era simple pero veráz porque, hasta el momento, hasta la teoría del Big Bang parece dar la razón de que todo tuvo un comienzo tal como afirman los escritos hebreos.


Se afirma en algunos círculos intelectuales ateos que, el modelo cosmológico hebreo, deriva de los existentes en la Mesopotamia. No es tan cierta esta aseveración. Por ejemplo, se observa en modelos sumerios, acadios, etc., una cosmología de seis niveles mientras que la Biblia infiere solo tres y que están de acuerdo con lo que la ciencia moderna aporta en la actualidad. Superfice de la Tierra, cielos atmosféricos y el espacio. 


Muchos autores, en su desprecio por todo lo bíblico, ninguean los aportes de las Escrituras afirmando sin verguenza alguna, que la información que allí se vierte es "un refritado" de conocimientos de paganos aledaños. No es verdad: lo vemos cuando, ciertos ateos al construir "el modelo cosmológico hebreo", sitúan a la Tierra en un círculo plano flotando sobre agua. 


La Biblia no afirma que la Tierra sea plana sino un "círculo que flota sobre nada" es decir, sobre espacio y no sobre agua.  Los hebreos sabían que la Tierra flotaba en el vacío de lo contrario no hubieran escrito algo semejante. Esta descripción está de acuerdo con el lenguaje y la escritura de la época que mencionaba las formas de las cosas de modo sencillo: redondo, largo, alto, ancho, etc., y que permitía una escritura bastante evolucionada pero sin vocales. Me refiero al paleo hebreo y luego, al hebreo cuadrado.


En la actualidad con los aportes de nuevos datos satelitales la forma de la Tierra ha sido recalificada como un esferoide que se parece a una papa de superficie irregular. Para ir terminando, cuando los astronautas del programa Apolo daban vuelta la Luna y emergían sobre el horizonte lunar y avistaban nuestro planeta, lo veían como "un círculo". Esto crea un nuevo interrogante. ¿Quién le dijo al autor bíblico que la Tierra vista de lejos parece un círculo flotando en el espacio?

Si en verdad alquien quiere saber si la Biblia dice verdad o mentira, tiene que considerarla en su conjunto. En sus páginas existen relatos literales que resisten toda refutación. Por  ejemplo, el viaje por mar del apóstol Paulo a Roma.

En Hechos 27 se compila una aventura del apóstol donde se describen técnicas marineras y accidentes geográficos e incluso se aporta del nombre de un viento del noroeste mediterráneo (Euroclidón). Todos estos datos son literales. La única controversia de este relato la aportan algunos  para quienes, la mordedura de la mano de Pablo por parte de una víbora en Malta, es una fantasía. Según ellos, no existen víboras venenosas en Malta. Sin embargo, estamos hablando de un relato ocurrido hace dos mil años atrás. La isla fue tan super poblada que bien toda especie de ofidios mortíferos pudo ser erradicada a lo largo de este tiempo. (Ver culebra verdiamarilla)

Recordemos que en tiempos recientes casi se eliminó, por orden del ateo Mao, al gorrión de toda la China comunista. Cuando casi quedaban algunos pocos ejemplares cayeron en cuenta que, lejos de ser plaga, esta ave era beneficiosa para el medio ambiente. Lo mismo pudo acontecer en Malta solo que falta la evidencia que lo corrobore.

Cualquiera que quiera saber si la Biblia es veraz, solo tiene que recordar las palabras de Jesús: "el que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7:17)

Marc Pesaresi

TIEMPO

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