domingo, 11 de octubre de 2009

REFLEXIONES SOBRE EL ATEISMO


Luces hermandas
Foto
Marcelo Pesaresi

¿Cuán verdadera es la imagen de esta fotografía? 
¿La que ven mis ojos , la que registró mi cámara fotográfica o la que se ve después del procesado? 

Calíbolos,lejos de ser ficción, es un regio nativo de Monterrey. 
Fue compañero de aventuras dialéticas en el ya desaparecido foro AYAFÍN Chile.
Nos enfrentábamos en interesantes debates. Era ateo y no quería saber nada de Dios.
El dudaba de todo. Nada es lo que parece ser, solía decirme.
Dios lo cuide. Hace años que no se nada de él.
Este artículo nació recordando viejas charlas virtuales.


Falacias que amordazan

Hace dos décadas atrás pocos sabían lo que era una falacia. Hoy se emplean con profusión más que nada, para denotar al otro, lo ridículo de su argumento. Concretamente, si se desea acallar al opositor nada mejor que afirmar que lo suyo es una falacia. Para los que no recuerdan, la falacia o sofisma, es un razonamiento en apariencias lógico pero que en realidad se encuentra separado de la premisa. Es la aplicación incorrecta de un principio.

Por ejemplo, la falacia contra el hombre apela, no tanto a refutar el argumento dialectico del opositor, sino a desprestigiar su persona procurando con esto, declarar que los dichos contrarios no son validos precisamente por provenir de alguien aparentemente incapaz de razonar. En este sentido, la falacia citada se daría si yo dijera: - Calibos no puede hablar de teología porque es ateo. (Argumentum ad hominem).

Que Calibos sea ateo, no quiere decir que no pueda hablar de teología. De hecho sí que puede y mejor tal vez, que cualquier teísta. Que una persona sea lo que es, no quiere decir que sus dichos, en ocasiones, pequen de incorrectos.

Aunque parezca poco serio, se suele apelar a este tipo de falacias para desacreditar tanto al teísmo como al ateísmo. A  los cristianos se les suele arrostrar los crímenes "de los curas" (como si todos ellos fueran criminales) y en contrapartida, se les "recuerda" a los ateos, las matanzas realizadas por Stalin, Pol Pot o la incapacidad de vivir en democracia, de ciertos regímenes ateos tal como se observa en China, Corea del Norte o Cuba. Con esto se procura "demostrar" lo malo de ambas creencias con la falacia del Envenenamiento de las Fuentes.

Ahora bien, Calibos tiene un problema: tiende a exagerar lo malo del cristianismo. De continuo cita –en su dialéctica anticristiana- la historia criminal de los presuntos seguidores de Cristo sin advertir, que al hacerlo, recae en otra falacia, esta vez,  el Argumentum ad baculum o apelación al miedo o a la fuerza. - ¡Ay de los que no son cristianos cuando estos dominen la Tierra! (La última frase podría incluirse en la falacia Argumentum ad consequentiam o apelación a las consecuencias, en este caso, negativas).

La verdad, el mundo puede ser muy malo sin ayuda de los cristianos. De hecho, no pocos ateos hicieron buenos trabajos para volver inseguro al mundo. Al afirmar esto, yo estoy cayendo dentro del ámbito de la falacia de la Argumentación tendenciosa la cual dramatiza mi propia posición en detrimento de la otra.

¿Cuántas falacias existen? Muchísimas, tanto es así, que uno queda en la vacilación que jamás podrá explicar con propiedad lo que piensa o cree, sin caer en algún momento,  en una de estas trampas dialécticas. Pero las falacias si bien son tramposas, de ningún modo pueden ser una herramienta para probar la no existencia de Dios. 

Dios no existe ¿estás seguro?

Leía hace unos días, mientras viajaba de regreso de Chile hacia Argentina, que el famoso ateo Dawkins -en el transcurso de un debate- fue rebatido (otros dicen que fue él quien rebatió, a saber) por un científico cristiano –que los hay y muchos más de lo que le gustan admitir a los no creyentes- con el argumento que sugiere que Dios de ningún modo era una falsa ilusión, por el simple hecho de no dejarse ver.

Richard Dawkins 
(Nairobi, Kenia, 26 de marzo de 1941)
Foto 
Wikimedia Commons

Dawkins descree de un Dios creador a sabiendas que la ciencia no tiene respuesta, por ejemplo, el origen del Universo. Para él, un Creador es una contradicción puesto que deja afuera la respuesta sobre quién o quienes crearon a Dios. En este punto, Dawkins parece olvidar que, desde el punto de vista científico, el Big Bang es una interesante teoría sobre el origen de todo pero, deja afuera a su vez, la respuesta sobre que había antes de la gran explosión, lo cual lo ubica en el mismo dilema que enfrenta un cristiano. Dawkins quizás tenga fe, que algún día la ciencia pueda develar como de la nada brota como por arte de magia, energía y materia.

El filósofo y matemático John Lennox objetó la negación científica -que postula Dawkins- de la existencia de Dios en base a su imposibilidad de demostración en un laboratorio, con una referencia personal: "Dawkins creía que su esposa lo amaba, a pesar de que tal hecho no se pueda probar  científicamente".  En opinión de Lennox, a Dios se lo puede encontrar apelando a evidencias históricas, científicas y subjetivas, queriendo decir con esto, que la experiencia personal es capital a la hora de decidir si Dios existe o no. En este tramo del debate, uno queda pensando, cuando recuerda las razones que llevaron al ateísmo a Dawkins, que lo subjetivo es determinante aún, en quien no cree. 

¿Victimas del orgullo intelectual?

La falsa ilusión de Dawkins o el dios imaginario de Calibos (él cree que Dios es un producto de nuestra imaginación) no son más que ideas que se presentan como verdades absolutas cuando en realidad no son sino, verdades relativas. Sabemos que una "verdad absoluta" no se puede refutar lógicamente puesto que hacerlo implica aceptar que una verdad absoluta existe: la del que refuta.

El ateo sabe esto lo mismo que el teista  En este punto, la lucha parece entablada entre dos inmortales que no se pueden matar. Sin embargo, existen matices. En el teísmo,  la verdad absoluta es una necesidad lógica, en el ateísmo no, puesto que se basan en el Humanismo que precisa para existir, del relativismo moral.

Por ejemplo, John Dewey (1859 -  1952); filósofo pragmático y gran pedagogo norteamericano, coautor del Manifiesto Humanista; un tratado escrito por 34 pensadores y religiosos de la Iglesia Unitaria, donde manifestaban la necesidad de despojarse de los dogmas y verdades absolutas con el fin de organizar al cristianismo, en base a la ciencia y la razón; declaró en cierta oportunidad que: "Dios no existe y el alma no existe, por lo tanto, los accesorios de la religión tradicional no son necesarios. Con la exclusión del dogma y del credo, la verdad inmutable también esta muerta y enterrada. No hay lugar para leyes naturales fijas ni absolutos morales".
John Dewey 
(Burlington, Vermont), 20 de octubre de 1859 – Nueva York, 1 de junio de 1952) 
Foto
Wikimedia Commons

Con esto daba a entender que cada persona esta moralmente capacitada para hacer lo que cree correcto. Es exactamente lo que postula Dawkins y otros ateos. Pero ¿qué tan buenas son las personas como para vivir sin absolutos? Si fuera cierto lo que postulan algunos humanistas, no existirían policías para resguardar el orden público ya que sería lógico permitir, que hasta el ladrón hiciera lo que piensa que es adecuado para su vida. Sería como vivir en tiempos de los jueces bíblicos, donde cada uno hacía lo que bien le parecía. (Jueces 17:6)

Algunos ateos apelan a un largo listado de fechorías de algunos cristianos, las cuales son una excelente evidencia –se asegura- que Dios no existe, de lo contrario no habría tanto mal en el hombre. Pero aunque parezca irritante, también esto es una falacia del tipo Post hoc ergo propter hoc, o sea, un razonamiento que supone que algo es la causa de alguna otra cosa sencillamente porque la primera es anterior en el tiempo. Con esta premisa podríamos inferir que el ateísmo en verdad es muy malo puesto que algunos de ellos mataron millones como el ya mencionado Pol Pot quien se adoctrinó en el ateísmo comunista dentro de las filas del Partido Comunista Francés.

Saloth Sar alias Pol Pot
(Prek SbauvCamboya, 1925 – Camboya, 15 de abril de 1998 )
Foto blog

Mary Fuentes (una activa militante en contra de las actividades de la Watchtower Bible and Tract Society cubana de origen y con residencia en Miami) suele afirmar que es agnóstica sin prejuicio que, la mayoría de sus expresiones, sean de neto corte ateo. Afirma poseer confianza en la ciencia como medio para explicar todas las cosas. De ahí que descrea en el Diluvio Universal –por ejemplo- puesto que, científicamente, es imposible probar su existencia. También aquí hay una falacia del tipo Argumentum ad ignorantiam.

Fuentes razona que, si una afirmación sobre un hecho no puede ser demostrada, la otra que niega tal acontecimiento, gana por defecto. Pero esto es ignorar adrede, que podrían coexistir varias explicaciones posibles sin haber evidencia disponible por el momento. La ausencia de evidencias, no es evidencia de ausencia. Miles de situaciones ocurren sin que, años después, se puedan probar por inexistencia de pruebas.

Paul Davies ha realizado un excelente ejercicio que conviene leer. Tanto la religión como la ciencia están fundadas en la fe, particularmente, en la creencia de que existe algo “fuera” del universo –ya sea Dios o un conjunto de leyes físicas de origen inexplicable- que lo crea, sustenta y ordena. Pero ambas interpretaciones de la realidad fallan, según Davies, al intentar proporcionar una explicación completa del origen del Universo. Tanto el teísta como el ateo cientificista no pueden decir con absoluta precisión que había antes de que el Universo existiera. 
Paul Charles William Davies 
(22 de abril de 1946) 
Foto 
Wikimedia Commons

Isaac Newton fue el primero que tomó la idea de un conjunto de leyes inmutables de la doctrina cristiana, que defiende que Dios creó el mundo y lo ordenó de manera racional, recuerda Davies y agrega: Los cristianos conciben a Dios como fundamento del orden natural, procedente de más allá del universo, y los físicos imaginan sus leyes habitando un reino abstracto trascendente en el que existen relaciones matemáticas perfectas. (Pero Newton estaba a su vez, interesado en las profecías bíblicas y él mismo se consideraba profeta. De hecho profetizo un final de todas las cosas aparentemente hacia el 2060).

Simultáneamente, nota Davies, los cristianos creen que el mundo depende de Dios para su existencia, mientras que no pocos científicos  declaran que el universo está gobernado por leyes eternas, que no parecen necesitar de la ayuda de un Dios. Si en verdad el universo fuera obra de alguien inteligente, no se explicaría tanto caos. Hay tanto desórden en el cosmos que la vida en la Tierra parece un milagro.

Pablo abordó el tema de este caos en el libro de Romanos  8 donde explica que toda la creación "gime con dolores de parto" o sea, esta en un proceso delicado de autodestrucción. Todo va a terminar algún día afirmaba el apóstol, necesitándose una nueva creación. Sin embargo, pocos científicos son buenos admiradores de las Escrituras. La mayoría la tienen como una colección de cuentos y mitos.

Los postulados de la evolución, por ejemplo,  son tan incuestionables para los científicos como lo es Dios para los cristianos, afirma Davies, pero hasta ahora nadie se ha preguntado de dónde vienen esas leyes ni por qué son como son. Ciencia y religión están basadas por tanto en la fe, afirma, y eso impide conocer el por qué del mundo físico.

Epílogo

Es evidente. El ateo al negar la existencia de un Dios pretendiendo demostrar que la razón es suficiente para explicarlo todo, incurre en la contradicción al no querer darse cuenta que, para afirmar lo que afirma, apela a la fe, precisamente para sustentar sus ideales y que no debería, bajo el imperio del menosprecio intelectual, subestimar la capacidad del sentir para comprobar si algo existe o no. 

El teísta, como que se halla en un plano de igualdad, precisamente porque no acepta bajo ningún punto de vista, que el ateísmo puede dar explicaciones coherentes y aceptables no necesariamente teológicas, para explicar un mundo donde se nace, se vive y se muere sin distinción de creencias o ideologías.


(C) Marc.Pesaresi

TIEMPO

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