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domingo, 15 de noviembre de 2015

MAHOMA ¿PERSONAJE HISTÓRICO O INVENTO LITERARIO?


¿Existió Mahoma o su vida no es más que un invento literario exitoso?


Se pregunta Robert Spencer, un autor norteamericano especialista en historia islámica, en su libro Did Muhammad exist? 

(¿Existió Mahoma?).

Did Muhammad Exist?

Los islamistas no andan con rodeos. Si tienen que matar a la oposición, lo hacen. Para ellos, las leyes occidentales no son mejoras sociales sino ventajas para cometer atentados en contra de los que piensan, creen y opinan diferente y en su contra. La religión musulmana, de rápido crecimiento en una Europa devastada en lo espiritual, no es garantía de tolerancia. Desde que llegó el islamismo al mundo, no ha hecho otra cosa que guerrear, matar, conquistar, oprimir y abusar. El reciente atentado contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo -qué se propasó en sus mofas en contra del islamismo valiéndose del derecho a la blasfemia y la libertad de expresión -demostraría, a priori, que los musulmanes son propensos a la ira. Sin embargo ¿cuántas ironías tuvieron que soportar los hijos de Alah de parte de gente atea y agnóstica antes de reaccionar? Si molestas un escorpión ¿cómo crees que va a reaccionar? Pero esta increíble violencia -réplica de lo que ataño ejercieron las potencias coloniales con el mundo musulmán- puede que esté siendo fomentada en nombre de un personaje inexistente. 


Por
Marc Pesaresi 



_____________

¿Y si Mahoma no existió?   

¿Se imaginan? Toda las creencias islámicas apoyadas en invenciones literarias. Parece mucho. Después de todo,  a los cristianos nos dicen lo mismo ¿verdad? ¿Cuántas veces nos han negado la existencia histórica de Jesús? Tal parece que ahora, le ha llegado el turno a los musulmanes, de tener que  lidiar con lo histórico. (Ver biografía oficial de Mahoma, click aquí).

Spencer ha escrito nueve libros críticos sobre el Islam, además de ser el administrador de un blog  donde expone sus puntos de vista sobre las implicancias políticas y militares del islamismo.

El blog de Robert Spencer

Spencer es, además, autor de otro “bestseller” antiislámico ( ver la lista del New York Times: “The Politically Incorrect Guide to Islam (and theCrusades)” donde resalta que Mahoma fue un profeta de la guerra; que el Corán es un libro escrito para incentivar matanzas de opositores y que el Islam es la religión que incita a la violencia armada más peligrosa en el mundo.

Para Spencer, el Islam no es más que un culto sangriento que necesita del derramamiento de sangre de contrarios y afines, sacrificios que lo aproximan a otras religiones del pasado y la ubican muy lejos de la tolerancia y del amor por el prójimo.

Robert Spencer
¿Será condenado a muerte por el radicalismo islámico?
Esperemos que no.
Por el momento, se le ha impedido ingresar a Gran Bretaña
Reino que se predice,
Será mayoritariamente musulmán, hacia el 2050
Foto
Gentileza
Wikimedia Commons

Por sus trabajos, Spencer se esta labrando fama de islamofóbico. Sin embargo, no todos piensan lo mismo y ponderan su valentía. Por ejemplo, Horacio Vázquez-Rial, en su defensa dice: 
Tal vez haya que plegarse a la idea de que hay personas de fe musulmana que son tolerantes, y que la tolerancia es inherente al Islam, pero habría que hacerlo renunciando a la evidencia textual del Corán, a la biografía de Mahoma, a la prédica incansable de mil quinientos años, a la realidad de que, aun en Gran Bretaña, mueren asesinadas por motivos de "honor" doce mujeres cada año, de una de las cuales hablan en la tele en el momento mismo en que redacto estas líneas: una kurda, cansada de los malos tratos, que se separó de su marido y se enamoró de un "infiel", y cuya familia contrató a un sicario, que la estranguló y la enterró en un jardín para lavar la honra de la familia. Tal vez no se deba decir, pero aunque no lo digas aparecerás en las listas de islamofóbicos”. 
En síntesis, independientemente si en el Islam existe o no la tolerancia hacia el diferente, esta misericordia se encuentra disminuída por la violencia del radicalismo y la cristianofobia. 

¿Existió Mahoma? 

 Muerte de Mahoma 
En el Siyer-i Nebi de 1596
Imagen
Gentileza
Wikimedia Commons

A continuación un breve listado de dudas que llevan a Spencer a deducir que Mahoma nunca existió.

Duda 1: ¿Por qué no existen documentos que se pudieran datar inmediatamente después de la muerte del profeta?  no aparece ningún elemento de la muerte de Mahoma en el 632 hasta más de un siglo después de esa fecha”. Si en verdad el profeta fue un personaje importante ¿adónde esa la evidencia de su vida, obra y muerte que se pueda datar mientras estuvo en vida o bien, al poco tiempo de morir? Algún registro debería existir pero no aparecen. 

Duda 2: Los primeros relatos escritos referentes a los que hoy se conoce como pueblos islámicos entre las gentes conquistados por los árabes no se menciona al Islam, ni a Mahoma, ni siquiera el Corán. A los conquistadores, los vencidos, los llaman "ismaelitas", "sarracenos", "muhayirun" o "hagarianos", pero nunca "musulmanes". ¿Por qué? Si en verdad los musulmanes surgieron con las actividades de Mahoma algún registro de otros pueblos debería haber para consultar. Pero no aparecen. ¿Acaso fueron destruidos en los siglos de conquista, violencia, muerte, sangre y fuego que sucedieron al profeta? No se sabe.

Duda 3: Spencer subraya luego que los conquistadores árabes comenzaran a expandirse por Medio Oriente y el Norte de Africa, en sus monedas e inscripciones no refieren  al Islam ni al Corán durante los primeros sesenta años de su conquista.  Spencer considera este tiempo muy extenso como para justificar el “silencio” de evidencias con argumentos inestabilidad política y guerras de conquistas. Las citaciones de “Muhammad” son “no específicas, y por lo menos en dos ocasiones están acompañadas por una cruz” dice Spencer. Esto le  da pie para sospechar que, lejos de ser un nombre propio, el término es más que un título honorífico de alguien pero no necesariamente el profeta.

Duda 4: Aparece la dificultad de contextualizar al Corán. El  libro fue distribuido, según afirman también fuentes canónicas, con su forma actual antes del 650 d. C. Y según Spencer “el hecho de que ni los árabes, ni los cristianos ni los judíos de la región en cuestión mencionen su existencia hasta el siglo VIII plantea ciertamente un problema de importantes dimensiones”. Lo que Spencer se pregunta es: ¿Cómo puede ser posible que ningún pueblo que sufriera las invasiones árabes o los mismos cristianos quienes temprano, entraron en conflicto con la belicosidad de los hijos del desierto, no escribieran ninguna referencia a la existencia del Corán? 

Según afirma: “no se oye hablar de Mahoma, el profeta del Islam ni del Islam mismo hasta el 690 d. C. durante el reino del califa Abd al-Malik. Monedas e inscripciones que muestran las creencias islámicas también comienzan a aparecer en este periodo”. Recién a “mitad del siglo VIII cuando la dinastía Abbaside ocupa el puesto de los Omeyas de Abd al-Malik –advierte Spencer – es cuando comienza a proliferar el material biográfico sobre Mahoma. La primera biografía completa del profeta del Islam apareció en esta era, es decir, por lo menos 125 años después de la fecha tradicional de su muerte”.

Con estas dudas tomadas como argumentos Spencer se atreve a lanzar su hipótesis: Mahoma no existió:  “La falta de detalles históricos que confirmen los hechos, el retraso con el que desarrolló el material biográfico sobre el profeta del Islam, la atmósfera de sectarismo religioso y político en la cual se desarrolló ese material, entre otras cosas, sugieren que el Mahoma de la tradición islámica no ha existido o bien, si ha existido, era sustancialmente diferente de como lo presenta la tradición”. 

¿Por qué algunos se tomarían el trabajo de inventar a Mahoma?

Ilustración del siglo XV,copia de un manuscrito de Al-Biruni 
Con una imagen de Mahoma predicando El Corán en La Meca.
El profeta nunca pudo predicar el Corán, ya que este no fue escrito,
Hasta mucho tiempo después de su muerte.
Cortesía
Wikimedia Commons

Ahora bien: para descreer de la existencia de Mahoma se tiene que responder una pregunta relevante, a saber: ¿Cuál es entonces, la importancia para los conquistadores árabes, la creación de un profeta ficticio? La respuesta tiene carácter político, dice Spencer. Dado que los imperios vecinos a los árabes tenían una “religión de Estado”, ellos no podían ser diferentes. 

No hay que subestimar la inteligencia de los moradores del desierto. Ellos se habían dado cuenta de la importancia de la religión como elemento de cohesión e identidad imperial y de la creencia en personajes relevantes. Por ejemplo, Persia tenía a Zoroastro y sus creencias zoroastriana y el Imperio Bisantino, al cristianismo con la figura central de Cristo como Señor y Salvador. Para cohesionar a las tribus árabes propensas al separatismo y la violencia intertribal, se requería de algo más, sugiere Spencer, que una simple propuesta política: había que apelar al fervor crédulo de los pueblos. Fue así que, a los pensadores árabes, que siempre existieron y han sido muy inteligentes para la guerra, se les ocurrió imitar las creencias de los vecinos. 

Crearon una religión en base a rejuntados de ideas e inventaron un personaje central o bien re potenciaron a algún profeta ya existente, como un hombre superior. Gracias a esto, dice Spencer, “El imperio árabe rápidamente llegó a controlar y unificar enormes espacios territoriales con una religión mayoritaria”, debido a que, lograron hacer creer que la guerra era no solo necesaria sino también santa.

El crecimiento político y militar carecía, según el estudioso, de “una teología política que obligara, capaz de competir con las que eran suplantadas y así consolidar la conquista.  Era necesaria una religión común, una teología política que diera una base a la unidad del imperio y asegurara la fidelidad hacia el Estado”. Un teólogo guerrero podría justificar el expansionismo agresivo del nuevo imperio, asegura Spencer y la razón parece estar de su lado. 

Dar una justificación teológica a la conquista, como podía hacer el ejemplo y la enseñanza de Mahoma, habría colocado fuera de las críticas las conquistas mismas”. ¿Acaso los cristianos no fueron a la guerra contra el Islam motivados por el servicio al Señor? (Ver Guerra Justa) Cuando el hombre cree en un poder superior que lo encomienda y comanda hacia la guerra, toma fuerzas y coraje que, en situaciones políticas, tal vez no logre conseguir. 

Hacer la guerra con mística religiosa

Algo así se vio en la doctrina comunista atea de la ex URSS donde Lenin y luego Stalin, quienes conocían el fanatismo a toda prueba que podía crear en una persona la religión, no trepidaron en darle la misma mística "cristiana" al comunismo a pesar de considerarlo doctrina perniciosa. (Se me viene a la mente la famosa carta de un estudiante norteamericano “convertido” al comunismo que Billy Grahan leyó en México. Si uno compara las letras allí vertidas con algún testimonio cristiano medieval, notará que el fanatismo es exactamente el mismo).

En este sentido, Spencer ve en este proceso la razón básica por la cual el Islam es una religión profundamente política. Los intelectuales árabes, por entonces sin los impedimentos de las interpretaciones y dogmas posteriores, pudieron trabajar tranquilamente para crear las bases de la que hoy, es una de las religiones mayoritarias y más violentas del orbe. 

Spencer reflexiona que la investigación y estudio sobre la vida de Mahoma de ningún modo  tiene que limitar a la especulación académica por las amenazas que puedan provenir del radicalismo islámico sino que, lejos de amedrentarse, tiene que ser un instrumento para entender que es el Islam hoy, a fin de ayudar no solo al mismo pueblo del Islam que sufre la violencia de los intolerantes (ver caso de la niña Malala Yousafzai) sino también para ilustrar al pueblo occidental de los peligros que implica una religión “inventada” para justificar conquistas.









miércoles, 19 de junio de 2013

FICCIÓN ISLÁMICA -¿JUDAS REEMPLAZÓ A CRISTO EN LA CRUZ?


El evangelio apócrifo de Bernabé

¿Cristo no fue crucificado? ¿Judas murió por él en la Cruz?

¿Profetizó Jesús la llegada de Mahoma?


Visión de Profetas

Se hace eco de la información subida por  Basij Press,
Que  informó que el hallazgo del llamado “Evangelio de Bernabé”, pondrá en colapso al cristianismo y demostrará que el Islam es la religión verdadera, porque sus escritos afirman que Jesús no fue crucificado y que él profetizó la venida de Mahoma.


El “Evangelio de Bernabé”, fue descubierto hace trece años, fue encuadernado en piel y supuestamente escrito entre los siglos quinto y sexto en el idioma siríaco, un dialecto del arameo hablado en esa época.


Los orígenes de este texto son desconocidos, pero a partir de lo informado por la prensa internacional en el 2000, el libro fue encontrado por las autoridades turcas tras un trabajo de represión contra las bandas acusadas de contrabando de antigüedades, excavaciones ilegales y posesión de explosivos.


El Vaticano, pidió el libro para llevar a cabo una inspección, fue sólo entonces que el mundo cristiano se dio cuenta de este libro, pero muchas fuentes dicen que no es más que mera propaganda anticristiana, descartándose la veracidad del texto.

Entre las personas que no creen que el “Evangelio de Bernabé” sea veraz está un analista de terrorismo, llamado Erick Stakebeck, que acusa a Irán de querer erradicar el cristianismo.


 Website Basij Press
Para acceder, click aquí
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Judas reemplazó a Cristo en la Cruz
Dicen los islámicos


No fue hasta unos días atrás que me encontré con una website islámica en castellano que trata sobre el evangelio de Bernabé. Parece providencial el hallazgo ya que había estado leyendo las noticias acerca de la “alegría” de los musulmanes de Irán quienes ven en este evangelio, la evidencia última que permitirá por fin, destruir al cristianismo. 
 Camino al Islám 
Asume verídico un texto apócrifo
Para acceder, click aquí

Por supuesto: luego de leer la fragosidad de las introducciones a las que son tan afectos en su apasionamiento los islámicos a la hora de escribir, alcancé por fin a entender lo que predican. En concreto, el evangelio falso de Bernabé asegura que Cristo no murió en la cruz sino que en el calvario lo reemplazó Judas. Semejante afirmación pasa por alto los detalles de la muerte, resurrección y ascensión. Si Cristo no resucito, vana es nuestra fe. Está claro entonces, las intenciones del blog islámico.

Pero ¿qué es el  evangelio apócrifo que se atribuye a Bernabé apóstol y al que se hace referencia el Decreto Gelasiano de libros aprobados y no aprobados (Decretum Galasianum) del siglo VI, que lo cita en "Lista de los sesenta libros", obra griega de alrededor del siglo VIII?

El texto fue redactado por un moruno español (probablemente un granadino) con conocimientos tanto del Islam como del Cristianismo. La finalidad del apócrifo es adaptar los últimos momentos de vida de Jesús a la visión islámica. Jesús reconoce, en esta obra, que no solo no fue crucificado y tampoco muerto en la cruz, sino que además, no es el Mesías. En esta Jesús no perece en el calvario sino que su lugar lo toma el traidor Judas.

Se conocía sólo una versión en italiano, hasta que en 1976 se descubrió en la Universidad de Sydney (Australia) una copia parcial del texto, realizada en el siglo XVIII. En esta versión hay un prefacio según el cual la edición la habría hecho un monje (Fray Marino) quién, aprovechando que el Papa Sixto V se había dormido, aprovechó el momento para introducirse en su biblioteca particular donde, encontrando el texto, lo hurtó para leer. Según esa historia, el monje, al leerlo, habría decidido convertirse al Islam y difundir el texto entre los fieles islámicos. Ahora bien: lo que la Website islámica no informa es que este tipo de falsificaciones eran habituales. (Ver  Libros Plúmbeos del Sacromonte).

La dudosa calidad del texto

Norman Geisler dice: 

 En defensa
Artículo de Norman Geisler
Para acceder,click aquí

Los musulmanes a veces recitan el Evangelio de Bemabé, en defensa de las enseñanzas islámicas. De hecho, este es el libro mejor vendido en los países musulmanes. Yusuf Alí se refiere a este, en su comentario en el Corán.
Suzanne Haneef, en su famosa bibliografia en el islam, altamente recomendada dice: "Dentro de este (se refiere al Evangelio espurio de Bernabé) encuentras al Jesús vivo; retratado más vívidamente,  con respecto a la misión que le fue confiada, tanto, como ninguno de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento lo retrata." Este -evangelio- es llamado "la lectura esencial para cualquier seguidor de la verdad."

 Suzanne Haneef
"Típico, lo que los musulmanes alegan es que Muhammad Ata ur-Rahim, que insistió en que "el Evangelio de Bemabé es el único evangelio conocido y existente escrito por un discípulo de Jesús... [Este] fue aceptado como un evangelio canónico desde el tiempo de las iglesias de Alejandría hasta 325."
Otro autor musulmán, M.A. Yusseff, argumenta  en cuanto a "la antigüedad y la autenticidad, ningún otro evangelio puede compararse con el de Bemabé". Sin embargo, eruditos respetables han examinado con cuidado el Evangelio de Bernabé y no han podido encontrar ninguna base para confirmar su autenticidad. Por ejemplo, después de revisar la evidencia J. Slomp concluyó: "En mi opinión, una búsqueda erudita comprueba que este 'evangelio' es una farsa absoluta".
En su introducción a la edición Oxford del Evangelio de Bernabé, Longsdale y Ragg concluyen que "la fecha de redacción se ubica cercana al decimosexto siglo que al primero". Jomier probó su punto, mostrando que más allá de cualquier duda el manuscrito Evangelio de Bernabé Viena [Gospel of Barnabas Vienna ms. (G.B.V.)] contiene un islamismo del último evangelio medieval falsificado. Luego se pregunta: “¿Es este evangelio escrito en el primer siglo por un discípulo de Cristo? La evidencia es negativa indudablemente.
Primero, la referencia más antigua del escrito, nos viene de la obra del siglo V, Decretum Gelasianum (Decreto Gelasiano, por el Papa Gelasio, 492-95). No obstante, esta referencia está en duda y para peor ¡no existe ninguna evidencia de un manuscrito en lenguaje original! Slomp dice categóricamente: "No hay texto tradicional que pertenezca al G.B.V.", en contraste a los libros del Nuevo Testamento, los cuales fueron y son verificados por más de 5.300 manuscritos griegos que se encontraron en el I y II siglos.

Segundo, L. Bevan Jones señala que "el primer documento conocido por nosotros es un manuscrito italiano. Este ha sido analizado muy de cerca por eruditos y es juzgado como perteneciente al decimoquinto o decimosexto siglos o sea, 1.400 años después del tiempo de Bemabé." Además, los musulmanes defensores de este evangelio admiten que no tienen manuscritos antiguos  antes de esa fecha.

Tercero, este evangelio es usado ampliamente por los apologistas musulmanes de la actualidad, pero no aparecen referencias al mismo entre las obras musulmanas anteriores a los siglos  decimoquinto o decimosexto. Como destaca Ragg: "Contrario a la suposición de que el Evangelio de Bernabé siempre existió en árabe, debemos afirmar que esto no es verdad". 

Esto ha sido constatado por Steinschneider en su monografia sobre el tema. Ragg recuerda que  muchos autores musulmanes escribieron libros sin mencionar la existencia del mismo, tal como Ibn Hasm (d. 456 d.H.), Ibn Taimiyyah (728 d.H.), Abu'l-Fadl al-Su'udi (escrito 942 d.H.), Hajji Khalifah (1067 d.H.).

Cuarto, ni padres ni maestros de la iglesia cristiana repitieron un texto de ese evangelio desde el primer siglo hasta el decimoquinto. Si el Evangelio de Bernabé ha sido considerado auténtico, ciertamente pudo haber Sido citado muchas veces por algún maestro cristiano durante este periodo de tiempo, como todos los otros libros canónicos de la Escritura. Aun más, aunque este evangelio haya existido, auténtico o no, pudo haber sido citado por alguien. ¡Pero ningún padre lo citó durante su supuesta existencia por más de 1,500 años!

Quinto, algunas veces se confunde con la Epístola de [Pseudo] Bernabé (ca. 70-90), del primer siglo, la cual es un libro diferente por completo. De esta manera los eruditos musulmanes dieron una fecha temprana falsa como apoyo a la autenticidad del mismo Muharnmad Ata ur-Rahim confunde los dos libros y como él, muchos más.

Erróneamente algunos asumen que la referencia de un evangelio usado por Bernabé al libro apócrifo de Hechos de Bernabé (478) era el Evangelio de Bernabé. Sin embargo, es falso, como revela la cita: "Bernabé, ha desarrollado un evangelio, el cual hemos recibido de Mateo su colaborador, comenzó con enseñar a los judíos." Por omitir deliberadamente esta frase enfatizada, la impresión que da es que hay un ¡Evangelio de Bernabé!

Sexto, el mensaje del apócrifo Evangelio de Bernabé es refutado completamente por los testigos presenciales del primer siglo; en comparación, hay  más de cinco mil manuscritos que apoyan la autenticidad del  Nuevo Testamento y nada sobre este presunto evangelio proveniente de los primeros siglos.

Séptimo, además, ningún musulmán podría aceptar la autenticidad del Evangelio de Bernabé dado que contradice claramente al Corán, donde alega que Jesús es el Mesías. "Jesús confesó y dijo la verdad: 'Yo no soy el Mesías... Yo soy realmente el enviado a la casa de Israel como profeta de salvación; pero después de mí vendrá el Mesías" (42, 48). Esta es una contradicción categórica con lo que dice el Corán.

Octavo, aun los eruditos musulmanes como Suzanne Haneef, admiten que "la autenticidad de este libro no ha sido establecida incuestionablemente" y que "esto se cree por ser una exposición apócrifa de la vida de Jesús." Otros estudiosos islamistas dudan también, porque el libro contiene anacronismos; por ejemplo, hay descripciones de la vida medieval en Europa occidental, lo que revela que no fue escrito antes del decimocuarto siglo. Un ejemplo: se menciona al jubileo que ocurre cada cien años, en vez de cincuenta como se practicó anteriormente en esta época (Evangelio de Bernabé, 82).
La declaración papal para cambiar esto a cada cien años fue hecha por la Iglesia en 1343. Jobo Gi1crist, en su obra titulada Orígenes y Fuentes del Evangelio de Bernabé, concluye que "la única solución puede contar con una coincidencia destacada. El autor del Evangelio de Bernabé solo citó a Jesús, el orador del año del jubileo, como la venida 'de cada cien años' porque él conoció el credo del Papa Bonifacio." Él añade: "Pero ¿cómo podía conocer el credo a menos que haya vivido al mismo tiempo que el Papa o un poco después?

Esto es un anacronismo claro que nos lleva a concluir que el Evangelio de Bernabé no pudo haber sido escrito temprano en el decimocuarto siglo después de Cristo." Un anacronismo significativo es el hecho que el Evangelio de Bernabé usa el texto de la traducción de la Vulgata (siglo cuarto), aun si bien es cierto que Bernabé supuestamente lo escribió en el siglo primero.

Noveno, Jomier provee una lista de muchos errores y exageraciones en el Evangelio de Bernabé, tales como "Jesús nació cuando Pilatos era gobernador, aun cuando este no llegó a ser gobernador hasta el 26 o 27 A.D." También hay errores geográficos. Por ejemplo, el capítulo 20 "destaca que Jesús navegó a Nazaret" aun cuando no hay costa alguna en ese lugar. Igualmente, el Evangelio de Bernabé contiene exageraciones, como en el capítulo 17 que menciona mas de 10 000  profetas asesinados por Jezebel.

Décimo, de acuerdo con Slomp "el estudio de Jomier muestra varios elementos islámicos a través del texto que prueban que más allá de cualquier duda un autor musulmán, probablemente convertido, trabajó en el libro." Catorce de esas influencias fueron marcadas. Por ejemplo, Jomier enfatiza que la palabra "pináculo" del templo, donde se dice que Jesús predicó -dificilmente un buen lugar-, fue traducido en árabe como dikka, una plataforma usada en las mezquitas.También, que Jesús viene solo por Israel, mientras que Mahoma es "la salvación del mundo entero" (capítulo 11). Finalmente, la negación de que Jesús es el Hijo de Dios es coránica, como lo es también que el sermón de Jesús fue modelado después por un musulmán hutba, que comienza con alabanzas a Dios y a su profeta santo (capítulo 12)".

En resumen, el uso musulmán del Evangelio de Bernabé para apoyar su enseñanza no sirve como evidencia para la misma. Realmente, estas enseñanzas contradicen al Corán. Este trabajo, lejos de ser una exposición auténtica del primer siglo de los hechos de Jesús, verdaderamente es una elaboración tardía medieval. Los únicos registros auténticos del primer siglo que tenemos acerca de la vida de Cristo fueron encontrados en el Nuevo Testamento, y contradicen categóricamente la enseñanza del Evangelio de Bernabé.

Concordante con Geisler escribe Luis Fernando Bernabé Pons en un artículo en la Biblioteca Virtual Miguel del Cervantes. Dice:

 Artículo de Bernabé Pons
Para acceder, click aquí 
"El Evangelio de Bernabé es conocido de forma indirecta por la Iglesia cristiana desde el siglo VI como uno de los libros apócrifos que resultan sospechosos desde el punto de vista de la fe; sin embargo, su nombre quedaba a mero título de referencia, siendo desconocidos tanto el texto como los motivos que condujeron a que fuera incluido en la lista de apócrifos. Sin embargo, desde el siglo XVIII es conocido en Europa en ciertos círculos de orientalistas y de teólogos un Evangelio de Bernabé que se presenta como escrito por un Bernabé que pasa a ser ahora uno de los doce apóstoles. Aunque la mayoría de críticos que se han acercado al texto han negado que éste pueda relacionarse con el que aparece, por ejemplo, en el Decreto Gelasiano de libros aprobados y no aprobados, del siglo VI, algunos investigadores han creído ver en él ciertas huellas de doctrinas judeocristianas primitivas. De cualquier forma, existe un cierto acuerdo entre los especialistas en atribuir su redacción, única según algunos, última, según otros, a una pluma islámica, conocedora del cristianismo, que escribiría a finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.

Mientras que en Holanda y Prusia circulaba un manuscrito del texto en italiano, preñado de notas en árabe al margen, en Gran Bretaña se hacía visible un manuscrito en español del mismo texto, que es utilizado por el arabista inglés George Sale en el prólogo a su traducción del Corán (1734). Mientras que el texto italiano pasará posteriormente a la Biblioteca Nacional de Austria, donde hoy se encuentra (Cod. 2662), el texto español ha desaparecido, sin que se conozca su paradero. Afortunadamente, en 1976 se descubrió en la Universidad de Sydney una copia parcial del texto, realizada en el mismo siglo XVIII, que sirve de base para la presente edición. A esta copia le faltan los capítulos 121 a 200, así como algunos párrafos en la parte final del texto. El texto español del Evangelio de Bernabé aparece mencionado en un manuscrito morisco compuesto en castellano en Túnez hacia 1634, como guía para todos aquéllos que deseen seguir el verdadero mensaje de Dios.

Una de las características más destacadas del manuscrito español es que porta un prólogo del que carece el manuscrito italiano: en él, un monje -Fray Marino- cercano al Papa Sixto V nos narra cómo vino a dar con el Evangelio de Bernabé en la mismísima biblioteca papal. Tras haber leído mencionado este evangelio en unos libros de factura anti-paulina, y ardiendo en deseos de encontrarlo, fue a dar con él en la Biblioteca de Sixto V. Un día que éste se quedó dormido tras una conversación, Fray Marino tropezó en la Biblioteca con el libro, que no dudó en hurtar y leer. Esa lectura le hizo cambiar de fe, y ese mismo beneficio desea para todos los lectores del evangelio, para quienes escribe el texto.
Este prólogo, verdadero artificio de auto-identidad del texto, se intenta rodear de algunas circunstancias históricas: la existencia del Papa Sixto V, las menciones a las grandes familias Orsini y Colonna, la actuación de la Inquisición... posiblemente ese Fray Marino, tras quien se esconde el verdadero autor del texto, sea también trasunto de un personaje histórico, quizá el gran orientalista Fray Marco Marini, experto en el antiguo targum judío.

Esa fe que va a enmarcar al Evangelio de Bernabé es la fe del islam. En efecto, el Evangelio de Bernabé se presenta como un relato de la vida y mensaje de Jesús siguiendo la estructura fundamental de los evangelios sinópticos, pero modificada en varios de sus puntos esenciales de acuerdo con la visión islámica de Jesús.
De esta forma, Jesús niega rotundamente ser hijo de Dios, sino únicamente profeta enviado al mundo; afirma la aplicación de la promesa divina de salvación en la descendencia de Ismael; el Evangelio le es revelado en forma de libro brillante que desciende sobre su corazón; establece las abluciones y la circuncisión como una de las condiciones fundamentales del creyente; no padecerá tormento ni será crucificado, sino que lo será el traidor Judas en su lugar.
Finalmente, niega ser él mismo el mesías anunciado en las Escrituras: Jesús se presenta como anunciador de este mesías que es Muhámmad, a quien Dios tiene predestinado para ese papel desde el principio de los tiempos. Para poder combinar el relato evangélico con ese anuncio del mesías, Jesús tomará en el Evangelio de Bernabé las acciones y las palabras de Juan el Bautista.

El texto del Evangelio de Bernabé se concibe y desarrolla entonces entre dos universos religiosos. Por un lado, se toman las estructuras narrativas evangélicas cristianas como cañamazo de base, y, por otro, esas estructuras quedan insufladas conceptualmente de mensajes islámicos. El Jesús de los evangelios cristianos, que tiene unas partes que son aceptables y piadosas para el islam, y tiene otras que son evidentemente rechazables y condenables, queda corregido de acuerdo con la visión de la profetología islámica. Jesús queda redimensionado en el Evangelio de Bernabé como un importantísimo profeta, portador del mensaje divino, que, consciente de que su predicación quedará alterada por sus discípulos (y el Bernabé escritor acusará, como el islam, a Pablo de Tarso), anuncia a la humanidad al verdadero mesías que clausurará la revelación de Dios a los hombres: Muhámmad. (...)

Es ésta una solución profundamente original, como otras que hay en el texto, que hace del Evangelio de Bernabé un texto osado, pero de una enorme profundidad apologética. En lugar de transitar por los caminos de la polémica religiosa anticristiana, su autor o autores prefirieron ofrecer un texto verdaderamente cristiano -esto es, islámico- que se hubiera preservado de la maldad de los hombres. A ojos musulmanes, el Evangelio de Bernabé conforma, pudiéramos decir, lo que hubiera debido ser el evangelio cristiano si se obvian los abusos de Pablo y de las autoridades de la iglesia cristiana sobre el mensaje de Jesús. No es de extrañar, entonces, que el Evangelio de Bernabé, a través de sus traducciones inglesas, árabe, turca o urdu, haya alcanzado cierta estima como texto religioso en algunos círculos islámicos, en especial egipcios, paquistaníes o entre los musulmanes de Gran Bretaña.

Una de las cuestiones que lógicamente más ha preocupado a los críticos que se han acercado al texto es la de la autoría de una obra semejante. Aunque algunos autores han creído poder rastrear huellas ebionitas, elkesaítas o samaritanas en el Evangelio de Bernabé, la mayoría está de acuerdo en que su autor es un musulmán de finales de la Edad Media o comienzos de la Edad Moderna. Escribiendo por razones desconocidas -algún autor desliza una posible venganza desde una hipotética condición de converso-, ofrece un texto «evangélico» compuesto con fines proselitistas como labor estrictamente individual. Míkel de Epalza fue el primero que planteó no ya un autor, sino todo un medio intelectual en cuyo seno cobra perfecta lógica un texto como el del Evangelio de Bernabé: el de los moriscos de Granada a finales del siglo XVI, envueltos en el asunto de los Libros Plúmbeos del Sacromonte.

La Granada de finales del siglo XVI se vio sacudida intelectual y socialmente por una serie de descubrimientos de huesos y cenizas y de unos fantásticos textos árabes burilados en plomo en las cuevas del Monte Valparaíso, que en adelante ya sería llamado el Sacro Monte. En esos textos se daba noticia de los primeros mártires cristianos de la ciudad, del que sería su futuro patrón, San Cecilio, y de la estancia de Santiago en la ciudad del Darro; aparte de estas maravillosas nuevas, los textos revelaban toda una serie de contenidos doctrinales envueltos en un estilo ampuloso y oscuro, puestos en boca de los varones apostólicos y de la misma Virgen María.

La alegría del descubrimiento se trocó en entusiasmo cuando se comprobó que los textos ponían a Granada a la altura eclesiástica de Toledo o Compostela, hizo que se sucediesen las traducciones de los textos árabes, teniéndolos por auténticos documentos del primer cristianismo, sin reparar demasiado en los nada escondidos elogios que la propia Virgen María hacía de la raza árabe y su lengua. El interés fue tal que durante varios años se escondieron las voces que criticaban dichos libros, señalando que tenían factura moderna, que se habían colocado en las cuevas para engañar a sus destinatarios y que los textos estaban llenos de doctrina islámica. Con el paso del tiempo, sin embargo, y a pesar de la encendida defensa que hicieron el arzobispo de Granada y otros personajes, ésta fue la opinión que se abrió paso, sostenida por cada vez más personas del mayor peso intelectual. El asunto terminó de forma un tanto abrupta, al pedir Roma que se enviasen los textos -cosa que se hizo no sin mucha resistencia- y ser allí condenados en 1662 tras su estudio, por sostener contenidos musulmanes.

Toda la crítica se muestra unánime hoy día en otorgar la responsabilidad en la factura de estos textos a una serie de moriscos granadinos de cierto nivel intelectual que realizaron un intento de intervención sobre el pensamiento cristiano de la época. Presentados como textos cristianos, los libros plúmbeos de Sacromonte explican sus doctrinas dentro de un tono deliberadamente neutro, de moral común y universal, que en ningún momento busca el conflicto o la diferencia entre religiones.(...)

La «Verificación del Evangelio» no fue nunca conocida en España, pero, como muestra el texto que sigue a continuación, en el norte de África en el siglo XVII sí se leyó entre los moriscos españoles allí exiliados un nuevo evangelio, que se presentaba además como evangelio nuevo. Que había sido escrito además por alguien cuya tumba se venera en Chipre y que es el patrón de la isla: San Bernabé. ¿Era el Evangelio de Bernabé el último eslabón de una cadena de audacias que había comenzado en Granada? Las semejanzas entre los libros plúmbeos y Bernabé son numerosas y más que evidentes, tanto en sus mensajes, islámicos que transitan el cristianismo, como en su revestimiento de «descubrimientos» fortuitos; el hecho de que los libros de Granada anunciasen finalmente un evangelio verídico les hacen convertirse en un medio ideal para que un texto como el Evangelio de Bernabé pudiera ser creado dentro de él".
Conclusión

El evangelio de Bernabé, por su índole fraudulenta, nunca pondrá en colapso al cristianismo y jamás demostrará que el Islam es la religión verdadera (no existe una religión "verdadera" sobre la Tierra), mucho menos la islámica con todas sus divisiones.

Marc Pesaresi

TIEMPO

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