¿Existió Mahoma o su vida no es más que un invento literario exitoso?
Se pregunta Robert Spencer, un autor norteamericano especialista en historia islámica, en su libro Did Muhammad exist?
(¿Existió Mahoma?).
(¿Existió Mahoma?).
Did Muhammad Exist?
Los islamistas no andan con rodeos. Si tienen que matar a la oposición, lo hacen. Para ellos, las leyes occidentales no son mejoras sociales sino ventajas para cometer atentados en contra de los que piensan, creen y opinan diferente y en su contra. La religión musulmana, de rápido crecimiento en una Europa devastada en lo espiritual, no es garantía de tolerancia. Desde que llegó el islamismo al mundo, no ha hecho otra cosa que guerrear, matar, conquistar, oprimir y abusar. El reciente atentado contra la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo -qué se propasó en sus mofas en contra del islamismo valiéndose del derecho a la blasfemia y la libertad de expresión -demostraría, a priori, que los musulmanes son propensos a la ira. Sin embargo ¿cuántas ironías tuvieron que soportar los hijos de Alah de parte de gente atea y agnóstica antes de reaccionar? Si molestas un escorpión ¿cómo crees que va a reaccionar? Pero esta increíble violencia -réplica de lo que ataño ejercieron las potencias coloniales con el mundo musulmán- puede que esté siendo fomentada en nombre de un personaje inexistente.
Por
Marc Pesaresi
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¿Y si Mahoma no existió?
¿Se imaginan? Toda las creencias islámicas apoyadas en invenciones literarias. Parece mucho. Después de
todo, a los cristianos nos dicen lo
mismo ¿verdad? ¿Cuántas veces nos han negado la existencia histórica de Jesús? Tal
parece que ahora, le ha llegado el turno a los musulmanes, de tener que lidiar con lo histórico. (Ver
biografía oficial de Mahoma, click aquí).
Spencer ha escrito nueve libros críticos sobre el
Islam, además de ser el administrador de un blog donde expone sus puntos de
vista sobre las implicancias políticas y militares del islamismo.
El blog de Robert Spencer
Spencer es, además, autor de otro “bestseller” antiislámico ( ver la lista del New York Times: “The Politically Incorrect Guide to Islam (and theCrusades)” donde resalta que Mahoma fue un profeta de la guerra; que el Corán
es un libro escrito para incentivar matanzas de opositores y que el Islam es la religión que incita a la violencia
armada más peligrosa en el mundo.
Para Spencer, el Islam no es más que un culto sangriento que necesita del derramamiento de sangre de contrarios y afines, sacrificios que lo aproximan a otras religiones del pasado y la ubican muy lejos de la tolerancia y del amor por el prójimo.
Para Spencer, el Islam no es más que un culto sangriento que necesita del derramamiento de sangre de contrarios y afines, sacrificios que lo aproximan a otras religiones del pasado y la ubican muy lejos de la tolerancia y del amor por el prójimo.
Robert Spencer
¿Será condenado a muerte por el radicalismo islámico?
Esperemos que no.
Por el momento, se le ha impedido ingresar a Gran Bretaña
Reino que se predice,
Será mayoritariamente musulmán, hacia el 2050
Foto
Gentileza
Wikimedia Commons
Por sus trabajos, Spencer se esta labrando fama
de islamofóbico. Sin embargo, no todos piensan lo mismo y ponderan su valentía.
Por ejemplo, Horacio Vázquez-Rial, en su
defensa dice:
“Tal vez haya que plegarse a la idea de que hay personas de fe musulmana que son tolerantes, y que la tolerancia es inherente al Islam, pero habría que hacerlo renunciando a la evidencia textual del Corán, a la biografía de Mahoma, a la prédica incansable de mil quinientos años, a la realidad de que, aun en Gran Bretaña, mueren asesinadas por motivos de "honor" doce mujeres cada año, de una de las cuales hablan en la tele en el momento mismo en que redacto estas líneas: una kurda, cansada de los malos tratos, que se separó de su marido y se enamoró de un "infiel", y cuya familia contrató a un sicario, que la estranguló y la enterró en un jardín para lavar la honra de la familia. Tal vez no se deba decir, pero aunque no lo digas aparecerás en las listas de islamofóbicos”.En síntesis, independientemente si en el Islam existe o no la tolerancia hacia el diferente, esta misericordia se encuentra disminuída por la violencia del radicalismo y la cristianofobia.
A continuación un breve listado de dudas que llevan a Spencer a deducir que Mahoma nunca existió.
Duda 1: ¿Por qué no existen documentos que se
pudieran datar inmediatamente después de la muerte del profeta? “no aparece ningún elemento de la muerte de
Mahoma en el 632 hasta más de un siglo después de esa fecha”. Si en verdad el
profeta fue un personaje importante ¿adónde esa la evidencia de su vida, obra y
muerte que se pueda datar mientras estuvo en vida o bien, al poco tiempo de
morir? Algún registro debería existir pero no aparecen.
Duda 2: Los primeros relatos escritos referentes
a los que hoy se conoce como pueblos islámicos entre las gentes conquistados
por los árabes no se menciona al Islam, ni a Mahoma, ni siquiera el Corán. A
los conquistadores, los vencidos, los llaman "ismaelitas",
"sarracenos", "muhayirun" o "hagarianos", pero
nunca "musulmanes". ¿Por qué? Si en verdad los musulmanes surgieron
con las actividades de Mahoma algún registro de otros pueblos debería haber
para consultar. Pero no aparecen. ¿Acaso fueron destruidos en los siglos de
conquista, violencia, muerte, sangre y fuego que sucedieron al profeta? No se
sabe.
Duda 3: Spencer subraya luego que los
conquistadores árabes comenzaran a expandirse por Medio Oriente y el Norte de
Africa, en sus monedas e inscripciones no refieren al Islam ni al Corán durante los primeros
sesenta años de su conquista. Spencer
considera este tiempo muy extenso como para justificar el “silencio” de
evidencias con argumentos inestabilidad política y guerras de conquistas. Las
citaciones de “Muhammad” son “no específicas, y por lo menos en dos ocasiones están
acompañadas por una cruz” dice Spencer. Esto le
da pie para sospechar que, lejos de ser un nombre propio, el término es
más que un título honorífico de alguien pero no necesariamente el profeta.
Duda 4: Aparece la dificultad de contextualizar
al Corán. El libro fue distribuido,
según afirman también fuentes canónicas, con su forma actual antes del 650 d.
C. Y según Spencer “el hecho de que ni los árabes, ni los cristianos ni los
judíos de la región en cuestión mencionen su existencia hasta el siglo VIII
plantea ciertamente un problema de importantes dimensiones”. Lo que Spencer se
pregunta es: ¿Cómo puede ser posible que ningún pueblo que sufriera las
invasiones árabes o los mismos cristianos quienes temprano, entraron en
conflicto con la belicosidad de los hijos del desierto, no escribieran ninguna
referencia a la existencia del Corán?
Según afirma: “no se oye hablar de
Mahoma, el profeta del Islam ni del Islam mismo hasta el 690 d. C. durante el
reino del califa Abd al-Malik. Monedas e inscripciones que muestran las creencias
islámicas también comienzan a aparecer en este periodo”. Recién a “mitad del
siglo VIII cuando la dinastía Abbaside ocupa el puesto de los Omeyas de Abd
al-Malik –advierte Spencer – es cuando comienza a proliferar el material
biográfico sobre Mahoma. La primera biografía completa del profeta del Islam
apareció en esta era, es decir, por lo menos 125 años después de la fecha
tradicional de su muerte”.
Con estas dudas tomadas como argumentos Spencer
se atreve a lanzar su hipótesis: Mahoma no existió: “La falta de detalles
históricos que confirmen los hechos, el retraso con el que desarrolló el
material biográfico sobre el profeta del Islam, la atmósfera de sectarismo
religioso y político en la cual se desarrolló ese material, entre otras cosas,
sugieren que el Mahoma de la tradición islámica no ha existido o bien, si ha
existido, era sustancialmente diferente de como lo presenta la tradición”.
¿Por qué algunos se tomarían el trabajo de inventar a Mahoma?
Ilustración del siglo XV,copia de un
manuscrito de Al-Biruni
Con una imagen de Mahoma predicando El Corán en La Meca.
El profeta nunca pudo predicar el Corán, ya que este no fue escrito,
Hasta mucho tiempo después de su muerte.
Cortesía
Wikimedia Commons
Ahora bien: para descreer de la existencia de
Mahoma se tiene que responder una pregunta relevante, a saber: ¿Cuál es
entonces, la importancia para los conquistadores árabes, la creación de un
profeta ficticio? La respuesta tiene carácter político, dice Spencer. Dado que
los imperios vecinos a los árabes tenían una “religión de Estado”, ellos no
podían ser diferentes.
No hay que subestimar la inteligencia de los
moradores del desierto. Ellos se habían dado cuenta de la importancia de la
religión como elemento de cohesión e identidad imperial y de la creencia en
personajes relevantes. Por ejemplo, Persia tenía a Zoroastro y sus creencias
zoroastriana y el Imperio Bisantino, al cristianismo con la figura central de
Cristo como Señor y Salvador. Para cohesionar a las tribus árabes propensas al separatismo y la violencia intertribal, se requería de algo
más, sugiere Spencer, que una simple propuesta política: había que apelar al
fervor crédulo de los pueblos. Fue así que, a los pensadores árabes, que
siempre existieron y han sido muy inteligentes para la guerra, se les ocurrió
imitar las creencias de los vecinos.
Crearon una religión en base a rejuntados
de ideas e inventaron un personaje central o bien re potenciaron a algún
profeta ya existente, como un hombre superior. Gracias a esto, dice Spencer, “El
imperio árabe rápidamente llegó a controlar y unificar enormes
espacios territoriales con una religión mayoritaria”, debido a que, lograron hacer creer que la guerra era no solo necesaria sino también santa.
El crecimiento político y militar carecía, según
el estudioso, de “una teología política que obligara, capaz de competir con las
que eran suplantadas y así consolidar la conquista. Era necesaria una
religión común, una teología política que diera una base a la unidad del
imperio y asegurara la fidelidad hacia el Estado”. Un teólogo guerrero podría
justificar el expansionismo agresivo del nuevo imperio, asegura Spencer y la
razón parece estar de su lado.
“Dar una justificación teológica a la conquista,
como podía hacer el ejemplo y la enseñanza de Mahoma, habría colocado fuera de
las críticas las conquistas mismas”. ¿Acaso los cristianos no fueron a la
guerra contra el Islam motivados por el servicio al Señor? (Ver Guerra Justa) Cuando el hombre cree en un poder
superior que lo encomienda y comanda hacia la guerra, toma fuerzas y coraje
que, en situaciones políticas, tal vez no logre conseguir.
Hacer la guerra con mística religiosa
Algo así se vio en la doctrina comunista atea de
la ex URSS donde Lenin y luego Stalin, quienes conocían el fanatismo a toda
prueba que podía crear en una persona la religión, no trepidaron en darle la misma
mística "cristiana" al comunismo a pesar de considerarlo doctrina perniciosa. (Se me viene a la mente la famosa carta de un estudiante norteamericano
“convertido” al comunismo que Billy Grahan leyó en México. Si uno compara las
letras allí vertidas con algún testimonio cristiano medieval, notará que el
fanatismo es exactamente el mismo).
En este sentido, Spencer ve en este proceso la
razón básica por la cual el Islam es una religión profundamente política. Los
intelectuales árabes, por entonces sin los impedimentos de las interpretaciones
y dogmas posteriores, pudieron trabajar tranquilamente para crear las bases de la que hoy, es
una de las religiones mayoritarias y más violentas del orbe.
Spencer reflexiona que la investigación y estudio
sobre la vida de Mahoma de ningún modo tiene que limitar a la especulación académica
por las amenazas que puedan provenir del radicalismo islámico sino que, lejos
de amedrentarse, tiene que ser un instrumento para entender que es el Islam
hoy, a fin de ayudar no solo al mismo pueblo del Islam que sufre la violencia
de los intolerantes (ver caso de la niña Malala Yousafzai) sino también para ilustrar al pueblo
occidental de los peligros que implica una religión “inventada” para justificar
conquistas.