No fue hasta unos días atrás que
me encontré con una website islámica en castellano que trata sobre el evangelio
de Bernabé. Parece providencial el hallazgo ya que había estado leyendo las
noticias acerca de la “alegría” de los musulmanes de Irán quienes ven en este
evangelio, la evidencia última que permitirá por fin, destruir al cristianismo.
Camino al Islám
Asume verídico un texto apócrifo
Por supuesto: luego de leer la fragosidad
de las introducciones a las que son tan afectos en su apasionamiento los islámicos
a la hora de escribir, alcancé por fin a entender lo que predican. En concreto,
el evangelio falso de Bernabé asegura que Cristo no murió en la cruz sino que
en el calvario lo reemplazó Judas. Semejante afirmación pasa por alto los
detalles de la muerte, resurrección y ascensión. Si Cristo no resucito, vana es
nuestra fe. Está claro entonces, las intenciones del blog islámico.
El texto fue redactado por un moruno
español (probablemente un granadino) con conocimientos tanto del Islam como del
Cristianismo. La finalidad del apócrifo es adaptar los últimos momentos de vida
de Jesús a la visión islámica. Jesús reconoce, en esta obra, que no solo no fue
crucificado y tampoco muerto en la cruz, sino que además, no es el Mesías. En
esta Jesús no perece en el calvario sino que su lugar lo toma el traidor
Judas.
Se conocía sólo una versión en
italiano, hasta que en 1976 se descubrió en la Universidad de Sydney
(Australia) una copia parcial del texto, realizada en el siglo XVIII. En esta
versión hay un prefacio según el cual la edición la habría hecho un monje (
Fray
Marino) quién, aprovechando que el Papa Sixto V se había dormido, aprovechó
el momento para introducirse en su biblioteca particular donde, encontrando el
texto, lo hurtó para leer. Según esa historia, el monje, al leerlo, habría
decidido convertirse al Islam y difundir el texto entre los fieles islámicos. Ahora
bien: lo que la Website islámica no informa es que este tipo de falsificaciones
eran habituales. (Ver
Libros Plúmbeos del Sacromonte).
La dudosa calidad del texto
Norman Geisler dice:
En defensa
Artículo de Norman Geisler
Los musulmanes a veces recitan
el Evangelio de Bemabé, en defensa de las enseñanzas islámicas. De hecho, este
es el libro mejor vendido en los países musulmanes. Yusuf Alí se refiere a
este, en su comentario en el Corán.
Suzanne Haneef, en su famosa bibliografia
en el islam, altamente recomendada dice: "Dentro de este (se refiere al Evangelio espurio de Bernabé) encuentras al
Jesús vivo; retratado más vívidamente, con respecto a la misión que le fue
confiada, tanto, como ninguno de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento lo retrata." Este -evangelio- es llamado "la lectura esencial para cualquier
seguidor de la verdad."
Suzanne Haneef
"Típico, lo que los musulmanes
alegan es que Muhammad Ata ur-Rahim, que insistió en que "el Evangelio
de Bemabé es el único evangelio conocido y existente escrito por un
discípulo de Jesús... [Este] fue aceptado como un evangelio canónico desde el
tiempo de las iglesias de Alejandría hasta 325."
Otro autor musulmán,
M.A. Yusseff, argumenta en cuanto a "la antigüedad y la autenticidad,
ningún otro evangelio puede compararse con el de Bemabé". Sin embargo, eruditos
respetables han examinado con cuidado el Evangelio de Bernabé y no han
podido encontrar ninguna base para confirmar su autenticidad. Por ejemplo, después de revisar
la evidencia J. Slomp concluyó: "En mi
opinión, una búsqueda erudita comprueba que este 'evangelio' es una farsa
absoluta".
En su introducción a la edición Oxford del Evangelio de
Bernabé, Longsdale y Ragg concluyen que "la fecha de redacción se ubica cercana al decimosexto siglo que al primero". Jomier probó su punto, mostrando que más allá de cualquier duda
el manuscrito Evangelio de Bernabé Viena [Gospel of Barnabas Vienna ms.
(G.B.V.)] contiene un islamismo del último evangelio medieval
falsificado. Luego se pregunta: “¿Es este evangelio escrito en el
primer siglo por un discípulo de Cristo? La evidencia es negativa indudablemente.
Primero, la referencia más antigua del escrito, nos viene de la obra del siglo V,
Decretum Gelasianum (Decreto Gelasiano, por el Papa Gelasio, 492-95). No
obstante, esta referencia está en duda y para peor ¡no existe ninguna
evidencia de un manuscrito en lenguaje original! Slomp dice
categóricamente: "No hay texto tradicional que pertenezca al G.B.V.", en contraste a los libros del Nuevo Testamento, los cuales fueron y son verificados por
más de 5.300 manuscritos griegos que se encontraron en el I y II siglos.
Segundo, L. Bevan Jones señala que "el primer
documento conocido por nosotros es un manuscrito italiano. Este ha sido
analizado muy de cerca por eruditos y es juzgado como perteneciente al
decimoquinto o decimosexto siglos o sea, 1.400 años después del tiempo de
Bemabé." Además, los musulmanes defensores de este evangelio admiten que no tienen manuscritos antiguos antes
de esa fecha.
Tercero, este evangelio es usado ampliamente por los apologistas musulmanes de la actualidad, pero no aparecen referencias al mismo entre las obras musulmanas anteriores a los siglos decimoquinto o decimosexto. Como destaca Ragg: "Contrario a la
suposición de que el Evangelio de Bernabé siempre existió en árabe, debemos
afirmar que esto no es verdad".
Esto ha sido constatado por
Steinschneider en su monografia sobre el tema. Ragg recuerda que muchos autores musulmanes escribieron libros sin mencionar la existencia del mismo, tal como Ibn Hasm (d. 456 d.H.),
Ibn Taimiyyah (728 d.H.), Abu'l-Fadl al-Su'udi (escrito 942 d.H.), Hajji
Khalifah (1067 d.H.).
Cuarto, ni padres ni maestros de la iglesia cristiana repitieron un texto de
ese evangelio desde el primer siglo hasta el decimoquinto. Si el Evangelio de
Bernabé ha sido considerado auténtico, ciertamente pudo haber Sido citado
muchas veces por algún maestro cristiano durante este periodo de tiempo, como
todos los otros libros canónicos de la Escritura. Aun más, aunque este
evangelio haya existido, auténtico o no, pudo haber sido citado por alguien.
¡Pero ningún padre lo citó durante su supuesta existencia por más de 1,500
años!
Quinto, algunas veces se confunde con la Epístola de [Pseudo] Bernabé (ca.
70-90), del primer siglo, la cual es un libro diferente por completo. De esta
manera los eruditos musulmanes dieron una fecha temprana falsa como apoyo a la autenticidad del mismo
Muharnmad Ata ur-Rahim confunde los dos libros y como él, muchos más.
Erróneamente algunos asumen que la referencia de un evangelio usado por Bernabé
al libro apócrifo de Hechos de Bernabé (478) era el Evangelio de Bernabé. Sin
embargo, es falso, como revela la cita: "Bernabé, ha desarrollado un
evangelio, el cual hemos recibido de Mateo su colaborador, comenzó con enseñar
a los judíos." Por omitir deliberadamente esta frase enfatizada, la
impresión que da es que hay un ¡Evangelio de Bernabé!
Sexto, el mensaje del apócrifo Evangelio de Bernabé es refutado completamente
por los testigos presenciales del primer siglo; en comparación, hay más de
cinco mil manuscritos que apoyan la autenticidad del Nuevo
Testamento y nada sobre este presunto evangelio proveniente de los primeros siglos.
Séptimo, además, ningún musulmán podría aceptar la autenticidad del Evangelio de
Bernabé dado que contradice claramente al Corán, donde alega que Jesús es el
Mesías. "Jesús confesó y dijo la verdad: 'Yo no soy el Mesías...
Yo soy realmente el enviado a la casa de Israel como profeta de salvación; pero
después de mí vendrá el Mesías" (42, 48). Esta es una contradicción
categórica con lo que dice el Corán.
Octavo, aun los eruditos musulmanes como Suzanne Haneef, admiten que "la
autenticidad de este libro no ha sido establecida incuestionablemente" y
que "esto se cree por ser una exposición apócrifa de la vida de
Jesús." Otros estudiosos islamistas dudan también, porque el libro contiene anacronismos; por ejemplo, hay descripciones de la vida medieval en Europa
occidental, lo que revela que no fue escrito antes del decimocuarto siglo. Un ejemplo: se menciona al jubileo que ocurre cada cien años, en vez de
cincuenta como se practicó anteriormente en esta época (Evangelio de Bernabé,
82).
La declaración papal para cambiar esto a cada cien años fue hecha por la
Iglesia en 1343. Jobo Gi1crist, en su obra titulada Orígenes y Fuentes del
Evangelio de Bernabé, concluye que "la única solución puede contar con
una coincidencia destacada. El autor del Evangelio de Bernabé solo citó a
Jesús, el orador del año del jubileo, como la venida 'de cada cien años'
porque él conoció el credo del Papa Bonifacio." Él añade: "Pero ¿cómo
podía conocer el credo a menos que haya vivido al mismo tiempo que el Papa o un
poco después?
Esto es un anacronismo claro que
nos lleva a concluir que el Evangelio de Bernabé no pudo haber sido escrito
temprano en el decimocuarto siglo después de Cristo." Un anacronismo
significativo es el hecho que el Evangelio de Bernabé usa el texto de la
traducción de la Vulgata (siglo cuarto), aun si bien es cierto que Bernabé
supuestamente lo escribió en el siglo primero.
Noveno, Jomier provee una lista de muchos errores y exageraciones en el
Evangelio de Bernabé, tales como "Jesús nació
cuando Pilatos era gobernador, aun cuando este no llegó a ser gobernador hasta
el 26 o 27 A.D." También hay errores geográficos. Por ejemplo, el
capítulo 20 "destaca que Jesús navegó a Nazaret" aun cuando no hay
costa alguna en ese lugar. Igualmente, el Evangelio de Bernabé contiene exageraciones,
como en el capítulo 17 que menciona mas de 10 000 profetas asesinados por Jezebel.
Décimo, de acuerdo con Slomp "el estudio de Jomier muestra varios
elementos islámicos a través del texto que prueban que más allá de cualquier
duda un autor musulmán, probablemente convertido, trabajó en el libro."
Catorce de esas influencias fueron marcadas. Por ejemplo, Jomier enfatiza que
la palabra "pináculo" del templo, donde se dice que Jesús predicó
-dificilmente un buen lugar-, fue traducido en árabe como dikka, una plataforma
usada en las mezquitas.También, que Jesús viene solo por Israel, mientras
que Mahoma es "la salvación del mundo entero" (capítulo 11).
Finalmente, la negación de que Jesús es el Hijo de Dios es coránica, como lo es
también que el sermón de Jesús fue modelado después por un musulmán hutba, que
comienza con alabanzas a Dios y a su profeta santo (capítulo 12)".
En resumen, el uso musulmán del Evangelio de Bernabé para apoyar su enseñanza
no sirve como evidencia para la misma. Realmente, estas enseñanzas contradicen
al Corán. Este trabajo, lejos de ser una exposición auténtica del primer siglo
de los hechos de Jesús, verdaderamente es una elaboración tardía medieval. Los
únicos registros auténticos del primer siglo que tenemos acerca de la vida de
Cristo fueron encontrados en el Nuevo Testamento, y contradicen categóricamente
la enseñanza del Evangelio de Bernabé.
Concordante con Geisler escribe
Luis Fernando Bernabé Pons en un artículo en la Biblioteca Virtual Miguel del
Cervantes. Dice:
Artículo de Bernabé Pons
"El Evangelio de Bernabé es
conocido de forma indirecta por la Iglesia cristiana desde el siglo VI como uno
de los libros apócrifos que resultan sospechosos desde el punto de vista de la
fe; sin embargo, su nombre quedaba a mero título de referencia, siendo
desconocidos tanto el texto como los motivos que condujeron a que fuera incluido
en la lista de apócrifos. Sin embargo, desde el siglo XVIII es conocido en
Europa en ciertos círculos de orientalistas y de teólogos un Evangelio de
Bernabé que se presenta como escrito por un Bernabé que pasa a ser ahora
uno de los doce apóstoles. Aunque la mayoría de críticos que se han acercado al
texto han negado que éste pueda relacionarse con el que aparece, por ejemplo,
en el Decreto Gelasiano de libros aprobados y no aprobados, del siglo
VI, algunos investigadores han creído ver en él ciertas huellas de doctrinas
judeocristianas primitivas. De cualquier forma, existe un cierto acuerdo entre
los especialistas en atribuir su redacción, única según algunos, última, según
otros, a una pluma islámica, conocedora del cristianismo, que escribiría a
finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
Mientras que en Holanda y Prusia
circulaba un manuscrito del texto en italiano, preñado de notas en árabe al
margen, en Gran Bretaña se hacía visible un manuscrito en español del mismo
texto, que es utilizado por el arabista inglés George Sale en el prólogo a su
traducción del Corán (1734). Mientras que el texto italiano pasará
posteriormente a la Biblioteca Nacional de Austria, donde hoy se encuentra (Cod.
2662), el texto español ha desaparecido, sin que se conozca su paradero.
Afortunadamente, en 1976 se descubrió en la Universidad de Sydney una copia
parcial del texto, realizada en el mismo siglo XVIII, que sirve de base para la
presente edición. A esta copia le faltan los capítulos 121 a 200, así como algunos
párrafos en la parte final del texto. El texto español del Evangelio de
Bernabé aparece mencionado en un manuscrito morisco compuesto en castellano
en Túnez hacia 1634, como guía para todos aquéllos que deseen seguir el
verdadero mensaje de Dios.
Una de las características más
destacadas del manuscrito español es que porta un prólogo del que carece el
manuscrito italiano: en él, un monje -Fray Marino- cercano al Papa Sixto V nos
narra cómo vino a dar con el Evangelio de Bernabé en la mismísima biblioteca
papal. Tras haber leído mencionado este evangelio en unos libros de factura
anti-paulina, y ardiendo en deseos de encontrarlo, fue a dar con él en la
Biblioteca de Sixto V. Un día que éste se quedó dormido tras una conversación,
Fray Marino tropezó en la Biblioteca con el libro, que no dudó en hurtar y
leer. Esa lectura le hizo cambiar de fe, y ese mismo beneficio desea para todos
los lectores del evangelio, para quienes escribe el texto.
Este prólogo,
verdadero artificio de auto-identidad del texto, se intenta rodear de algunas
circunstancias históricas: la existencia del Papa Sixto V, las menciones a las
grandes familias Orsini y Colonna, la actuación de la Inquisición...
posiblemente ese Fray Marino, tras quien se esconde el verdadero autor del texto,
sea también trasunto de un personaje histórico, quizá el gran orientalista Fray
Marco Marini, experto en el antiguo targum judío.
Esa fe que va a enmarcar al Evangelio
de Bernabé es la fe del islam. En efecto, el Evangelio de Bernabé se
presenta como un relato de la vida y mensaje de Jesús siguiendo la estructura
fundamental de los evangelios sinópticos, pero modificada en varios de sus
puntos esenciales de acuerdo con la visión islámica de Jesús.
De esta forma,
Jesús niega rotundamente ser hijo de Dios, sino únicamente profeta enviado al
mundo; afirma la aplicación de la promesa divina de salvación en la
descendencia de Ismael; el Evangelio le es revelado en forma de libro brillante
que desciende sobre su corazón; establece las abluciones y la circuncisión como
una de las condiciones fundamentales del creyente; no padecerá tormento ni será
crucificado, sino que lo será el traidor Judas en su lugar.
Finalmente, niega
ser él mismo el mesías anunciado en las Escrituras: Jesús se presenta como
anunciador de este mesías que es Muhámmad, a quien Dios tiene predestinado para
ese papel desde el principio de los tiempos. Para poder combinar el relato
evangélico con ese anuncio del mesías, Jesús tomará en el Evangelio de
Bernabé las acciones y las palabras de Juan el Bautista.
El texto del Evangelio de
Bernabé se concibe y desarrolla entonces entre dos universos religiosos.
Por un lado, se toman las estructuras narrativas evangélicas cristianas como
cañamazo de base, y, por otro, esas estructuras quedan insufladas
conceptualmente de mensajes islámicos. El Jesús de los evangelios cristianos,
que tiene unas partes que son aceptables y piadosas para el islam, y tiene
otras que son evidentemente rechazables y condenables, queda corregido de
acuerdo con la visión de la profetología islámica. Jesús queda redimensionado
en el Evangelio de Bernabé como un importantísimo profeta, portador del
mensaje divino, que, consciente de que su predicación quedará alterada por sus
discípulos (y el Bernabé escritor acusará, como el islam, a Pablo de Tarso),
anuncia a la humanidad al verdadero mesías que clausurará la revelación de Dios
a los hombres: Muhámmad. (...)
Es ésta una solución
profundamente original, como otras que hay en el texto, que hace del Evangelio
de Bernabé un texto osado, pero de una enorme profundidad apologética. En
lugar de transitar por los caminos de la polémica religiosa anticristiana, su
autor o autores prefirieron ofrecer un texto verdaderamente cristiano -esto es,
islámico- que se hubiera preservado de la maldad de los hombres. A ojos
musulmanes, el Evangelio de Bernabé conforma, pudiéramos decir, lo que
hubiera debido ser el evangelio cristiano si se obvian los abusos de Pablo y de
las autoridades de la iglesia cristiana sobre el mensaje de Jesús. No es de extrañar,
entonces, que el Evangelio de Bernabé, a través de sus traducciones
inglesas, árabe, turca o urdu, haya alcanzado cierta estima como texto
religioso en algunos círculos islámicos, en especial egipcios, paquistaníes o
entre los musulmanes de Gran Bretaña.
Una de las cuestiones que
lógicamente más ha preocupado a los críticos que se han acercado al texto es la
de la autoría de una obra semejante. Aunque algunos autores han creído poder
rastrear huellas ebionitas, elkesaítas o samaritanas en el Evangelio de
Bernabé, la mayoría está de acuerdo en que su autor es un musulmán de
finales de la Edad Media o comienzos de la Edad Moderna. Escribiendo por
razones desconocidas -algún autor desliza una posible venganza desde una
hipotética condición de converso-, ofrece un texto «evangélico» compuesto con
fines proselitistas como labor estrictamente individual. Míkel de Epalza fue el
primero que planteó no ya un autor, sino todo un medio intelectual en cuyo seno
cobra perfecta lógica un texto como el del Evangelio de Bernabé: el de
los moriscos de Granada a finales del siglo XVI, envueltos en el asunto de los
Libros Plúmbeos del Sacromonte.
La Granada de finales del siglo
XVI se vio sacudida intelectual y socialmente por una serie de descubrimientos
de huesos y cenizas y de unos fantásticos textos árabes burilados en plomo en
las cuevas del Monte Valparaíso, que en adelante ya sería llamado el Sacro
Monte. En esos textos se daba noticia de los primeros mártires cristianos de la
ciudad, del que sería su futuro patrón, San Cecilio, y de la estancia de
Santiago en la ciudad del Darro; aparte de estas maravillosas nuevas, los
textos revelaban toda una serie de contenidos doctrinales envueltos en un
estilo ampuloso y oscuro, puestos en boca de los varones apostólicos y de la
misma Virgen María.
La alegría del descubrimiento se
trocó en entusiasmo cuando se comprobó que los textos ponían a Granada a la
altura eclesiástica de Toledo o Compostela, hizo que se sucediesen las
traducciones de los textos árabes, teniéndolos por auténticos documentos del
primer cristianismo, sin reparar demasiado en los nada escondidos elogios que
la propia Virgen María hacía de la raza árabe y su lengua. El interés fue tal
que durante varios años se escondieron las voces que criticaban dichos libros,
señalando que tenían factura moderna, que se habían colocado en las cuevas para
engañar a sus destinatarios y que los textos estaban llenos de doctrina
islámica. Con el paso del tiempo, sin embargo, y a pesar de la encendida
defensa que hicieron el arzobispo de Granada y otros personajes, ésta fue la
opinión que se abrió paso, sostenida por cada vez más personas del mayor peso
intelectual. El asunto terminó de forma un tanto abrupta, al pedir Roma que se
enviasen los textos -cosa que se hizo no sin mucha resistencia- y ser allí
condenados en 1662 tras su estudio, por sostener contenidos musulmanes.
Toda la crítica se muestra
unánime hoy día en otorgar la responsabilidad en la factura de estos textos a
una serie de moriscos granadinos de cierto nivel intelectual que realizaron un
intento de intervención sobre el pensamiento cristiano de la época. Presentados
como textos cristianos, los libros plúmbeos de Sacromonte explican sus
doctrinas dentro de un tono deliberadamente neutro, de moral común y universal,
que en ningún momento busca el conflicto o la diferencia entre religiones.(...)
La «Verificación del Evangelio»
no fue nunca conocida en España, pero, como muestra el texto que sigue a
continuación, en el norte de África en el siglo XVII sí se leyó entre los
moriscos españoles allí exiliados un nuevo evangelio, que se presentaba además
como evangelio nuevo. Que había sido escrito además por alguien cuya tumba se
venera en Chipre y que es el patrón de la isla: San Bernabé. ¿Era el Evangelio
de Bernabé el último eslabón de una cadena de audacias que había comenzado
en Granada? Las semejanzas entre los libros plúmbeos y Bernabé son
numerosas y más que evidentes, tanto en sus mensajes, islámicos que transitan
el cristianismo, como en su revestimiento de «descubrimientos» fortuitos; el
hecho de que los libros de Granada anunciasen finalmente un evangelio verídico
les hacen convertirse en un medio ideal para que un texto como el Evangelio
de Bernabé pudiera ser creado dentro de él".
Conclusión
El evangelio de Bernabé, por su índole
fraudulenta, nunca pondrá en colapso al cristianismo y jamás demostrará que el
Islam es la religión verdadera (no existe una religión "verdadera" sobre la Tierra), mucho menos la islámica con todas sus divisiones.
Marc Pesaresi