martes, 26 de julio de 2016

LA PRUEBA DE ESPERAR CON PACIENCIA


LAS PROMESAS Y BENDICIONES DE DIOS





Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros,
Según esperamos en ti.
Salmo 33:22

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Por
Carolina Alfaro




Los hijos de Dios esperamos tantas cosas, sobre todo en las promesas de Dios, en su misericordia, su amor y mucho más; nuestro padre puede darnos una gran cantidad de bendiciones, pero algunas requieren de paciencia ya que, su llegada, implica una larga espera.  Esperamos entre otras cosas, su justicia frente al acoso de algunos que, en una sociedad laica llena de bajezas inmorales, nos ven como fenómenos dignos de risa por procurar vivir una vida según manda Dios.

La palabra esperar en Dios, la encontramos mucho en la Biblia, más que todo en los Salmos, lo que nos indica que en esperar es una de las claves de nuestras victorias.

La palabra Esperar de acuerdo a la Real Academia tiene muchos conceptos:

1. Tener esperanza de conseguir lo que se desea.

2. Creer que ha de suceder algo, especialmente si es favorable.

3. Permanecer en sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo. 

No había meditado en esta palabra  y al hacerlo se me hizo la idea, de que esperamos de los demás o que esperan los demás de nosotros como individuos.

En mi caso personal, desde que acepte a mi Señor como mi Salvador, he sido sometida a muchos cambios, de los cuales se me ha sido difícil superar, pero con el tiempo lo voy logrando. El desafío más grande fue el de adaptarme a un ambiente laboral, un giro vivencial de magnitud para mí; pero, como siempre Dios en su misericordia infinita nos otorga su apoyo si a Él recurrimos en oración, utilizó a quien fue mi jefe como  instrumento de bienestar. 

Obvio, fue difícil lograr los objetivos que se me pedían ya que requería tener un don del cual no tengo: el don de venta de productos. Era tan complicado el trabajo al principio, que no sabía a qué atenerme. Gracias a Dios, mi superior fue capacitándome y aunque a veces producto de mi genio, tensión laboral, etc., teníamos diferencias,  todo marchó correctamente para mí;  en ningún momento fui presionada con la amenaza del despido o maltrato verbal, algo que es tan recurrente en nuestros ambientes laborales. En mi caso, obtuve paciencia y tolerancia y siempre atribuyo esto a la gracia de Dios. Tuve que esperar mucho tiempo hasta que logré dominar mi trabajo.

Otra espera significativa, para mí,  es la paciencia de mi amiga de grupo de trabajo. Ella suele aconsejar,  entregarme palabras de aliento, y sugiere en todo momento, que modere mi forma de expresar, siendo  menos directa para decir las cosas. Me cuesta esfuerzo entender que, en ciertos ambientes, la diplomacia prevalece sobre el hablar directamente en crudo. Ella espera que yo mejore mi forma de actuar frente a los demás.

Existen otras personas que llegan a nuestras vidas de las que, luego de tratarlas, entendemos que nada bueno podemos esperar si nos relacionamos amistosamente. Existen esos individuos a los que se les hizo costumbre, carne, mentir, engañar y otras costumbres negativas. En ocasiones me es difícil tolerar la presencia de esta gente pero, es deber del cristiano, orar por ellos, para que Dios obre en sus vida y quite de sus vidas malos espíritus, hábitos, etc. A pesar de lo arduo de la vida y labores cristianas, hay que proseguir en la lucha.  He notado que muchas personas aplican a lo que refiere Mateo 7:6. A veces, la Palabra de Dios, no puede ser entregada irresponsablemente a gente que blasfemara con su conducta, la existencia del Creador.En este caso, hay que esperar que Dios obre en los corazones endurecidos de los que no creen.

Mientras escribo esta reflexión, me viene una pregunta: ¿Que consideramos que las demás personas esperen de nosotros? 

Observo que muchas personas quieren que “copiemos” sus malas conductas, que seamos como ellos o al menos, que aprobemos lo que ellos hacen con sus propias vidas. Yo no puedo aceptar eso. Decidí ser cristiana por convicción, no por emociones solamente. Mi fe implica todo mi ser. En este caso, frente a personas que rechazan la vida cristiana incluso hasta alcanzar niveles de cristianofobia, no queda otra que orar no sé si tanto por ellos sino por quienes, siendo hijos de Dios, se ven acosados por este bullying mundano que ataca todo lo que lleva como símbolo, la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Yo no soy perfecta pero que lo sea, no significa que apruebe lo que otros hacen con su existencia.

Vivimos tiempos difíciles. La Biblia nos advierte que la sociedad al final de los días no iba a ser nada fácil:

3  También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.

2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,

3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,

4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,

5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.

6 Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias.

7 Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.

8 Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.


2 Timoteo 3-8  (RVR1960)


La vida cristiana que escogimos no es fácil. Por eso es sencillo para otros criticarla que practicarla. Lo fácil y gratis es mucho mejor que decidir batallar contra uno mismo para agradar al Padre de todo que algún día, para dar final a la espera que hoy soportamos, regresará con toda gloria para restaurar todas las cosas. Tengamos fe y ánimo. Esta sociedad no durará para siempre más, el que acepte a Jesús como Señor y Salvador, tiene vida eterna. Antes de despedirme, quiero dejarle una de las mayores promesas de Dios a sus hijos:

8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,

11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.


Hechos 1: 7-11 
(RVR1960)

Fotografía: Gentileza website DM. (Para acceder, Click AQUÍ

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