Mateo 7:1-6
Escudo del que no quiere cambiar
Fotograma
300
Zack Snyder - 2006
Mateo 7:1-6 es un versículo
problemático. No tenía idea de cuantas veces se utiliza, a conciencia o
inconciencia, para evitar todo tipo de enmiendas, amonestaciones,
etc, hasta que me enfrenté con la situación que lo sacó a relucir.
El problema es grave sobre todo para los encargados de guiar al pueblo de Dios. Con sorpresa veo numerosas notas dedicadas a este
versículo pero por razones de espacio, decidí tomar dos ejemplos. El Pastor Ureña se pregunta:
¿Cuál es la aplicación apropiada de este mandamiento?Esos que se aferran a "No juzguéis, para que no seáis juzgado," cuando alguien valiente se atreve a condenar a esos que cometen errores doctrinales o pecados, deberían leer el capítulo entero, ya que Jesús dijo "Guardáos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas...." (Mateo 7:15). Así que si no juzgamos las obras, las palabras, las motivaciones, los frutos de esos "falsos profetas, ¿Cómo nos "guardaremos" de ellos y cómo "guardaremos a nuestras congregaciones, familias, ministerios…? En otras palabras…¿Cómo podemos conocer a los falsos profetas si no los juzgamos de acuerdo a la Palabra de Dios?Si no usamos "juicio" (que según lo define el Diccionario de la Real Academia significa "Facultad del alma, por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso.", ¿Cómo conocemos a los falsos profetas? Y si no lo hacemos, ¿Cómo podemos cuidar, salvaguardar, proteger a las ovejas, de los "lobos rapaces? finaliza preguntándose Ureña.
Una hermana, cuyo nombre desconozco, ha escrito:
“Hay quienes han hipertrofiado y torcido el consejo que en Mateo 7:1-6 da el Señor, hasta el punto de creer que no se puede emitir ningún criterio sobre las características o el comportamiento de otra persona.También hay cristianos que estando en pecados y no queriendo que nadie los exhorte ni les eche en cara el mal que hacen, se agarran fieramente de este pasaje. Cuando alguien va a hablarles de su mal comportamiento, en seguida responden: "¡no juzgues, no juzgues!"En este último pasaje vemos que nos exhorta a guardarnos de los falsos profetas, para lo cual es necesario juzgar quién es un falso profeta. Luego nos enseña cómo conocerlos, diciéndonos que se conocerán por sus frutos. De nuevo tenemos que juzgar qué es un buen fruto y qué es un fruto malo. Veamos. “Y guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, más de dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.” (Mateo 7:15-20)Si fuéramos a aceptar la exagerada interpretación de los que pretenden creer que el cristiano no puede juzgar, caeríamos en la parálisis mental. No podríamos llamarle la atención a nadie sobre nada, porque eso sería juzgarlo. Peor aún, ni siquiera podríamos formarnos un criterio sobre la actuación de los demás, porque eso sería juzgar. Si viéramos a un individuo entrándole a palos a una anciana, no podríamos pensar que es un malvado, porque eso sería juzgar. ¡Sería algo totalmente absurdo!Es más, la misma institución del Pastorado quedaría disuelta, porque su labor implica el velar por las almas, decirles cuándo están haciendo mal o bien; y eso sería juzgar”.
En síntesis, el contexto del
pasaje en cuestión, habla de evitar juzgar a la ligera, lo cual no invalida, el
derecho a expresar juicios en caso de que sea necesario pero aplicando criterio. De lo contrario ¿qué Pastor podrá realizar su tarea si cada sermón es resplicado con "usted está juzgando"? (Ver Lucas 6:37-42).
La Biblia, por otra parte, deja claro que algunas actitudes deben ser reprendidas de modo privado y otras públicamente. Reprender exige una evaluación previa del comportamiento del ofenser, que requiere un juicio. "Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas tú con él; si te escucha, has ganado a tu hermano" (Mateo 18:15). Si el problema es más grave: "Contra un anciano no admitas acusación a no ser sobre la base de dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás tengan temor" (1 Timoteo 5:19,20).
La Biblia, por otra parte, deja claro que algunas actitudes deben ser reprendidas de modo privado y otras públicamente. Reprender exige una evaluación previa del comportamiento del ofenser, que requiere un juicio. "Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas tú con él; si te escucha, has ganado a tu hermano" (Mateo 18:15). Si el problema es más grave: "Contra un anciano no admitas acusación a no ser sobre la base de dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás tengan temor" (1 Timoteo 5:19,20).
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