31 DE OCTUBRE DE 1517
31 DE OCTUBRE DE 2017
Eric Till & Marc Canosa
2003
Sin duda, el texto que transcribimos a continuación es uno de los pasajes bíblicos sobre los que más se ha discutido en la historia: usado hasta el día de hoy por sabios y teólogos para proclamar una tierra inmóvil en el centro del universo o para cuestionar la veracidad de la Biblia, o para proponer diferentes modelos de interpretación exegética cuando hay supuestos conflictos entre la biblia, la historia y la ciencia, sigue siendo un texto de profundos debates científicos y teológicos.
Procuraremos brevemente mostrar cómo el relato bíblico ha sido capaz de resistir todos los embates y salir incólume de la guerra desatada contra él durante casi 3000 años. Y defenderemos la postura de que fue la tierra la que desaceleró su rotación, aunque bien podría haber otras alternativas plausibles. En la versión Reina Valera 1960 leemos:
Josué 10: 12-13
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
Este texto fue usado por la inquisición para obligar al italiano Galileo Galilei (1564-1642) a retractarse (1633) de sus postulados heliocéntricos (paradójicamente desarrollados por el sacerdote polaco Nicolás Copérnico, 1473-1543), que afirmaban entre otras cosas que el Sol está quieto en el centro del universo y que la tierra gira alrededor de él y gira sobre sí misma. Se afirma que Galileo dijo al retirarse, luego de retractarse, “eppur si muove”. Y esta historia ha sido largamente usada (y muy mal usada) como ejemplo de la guerra entre la “ciencia progresista” contra la “religión oscurantista”.
En una famosa y extensa carta[i] escrita por Galileo (1615) a su “protectora” Cristina de Lorena (Gran Duquesa de Toscana), éste hace una encendida defensa de su teoría, procurando demostrar que la misma no contradice para nada las Escrituras, las que él conocía profundamente y en las que creía fervientemente (leerla completa nos confirmará tal afirmación).
Galileo demuestra en la carta gran erudición teológica, mayor a la de sus rivales. Citando a San Agustín, Tertuliano, San Jerónimo, etc., desarrolla esta idea: “que la intención del Espíritu Santo es enseñarnos cómo se va al cielo, y no cómo va el cielo” (como funciona el cielo) Y que no debe haber contradicción entre la Biblia y la ciencia“.
La Sagrada Escritura y la naturaleza proceden igualmente del Verbo divino, aquélla como dictado del Espíritu Santo, y ésta como la ejecutora perfectamente fiel de las órdenes de Dios”
En resumen, él propone dos posibles situaciones:
1ª) Que Dios habló de acuerdo a la capacidad y conocimiento de las personas de la época en que fueron escritas (y aún de su propia época). Al decir “el sol se detuvo” estaría diciendo lo que las personas perciben con sus sentidos, aunque la realidad física sea diferente, esto es, que es la Tierra la que se ha detenido en su movimiento de rotación sobre su eje.
2ª) Más osada que la anterior, dice que:
"El pasaje referente a Josué puede comprenderse sin alterar la significación directa de las palabras”afirmando que con el tiempo se llegará a una comprensión más profunda que zanjará las diferencias; en esta dirección propone que el sol se mueve, pero no trasladándose alrededor de la tierra, sino sobre su propio centro de gravedad, dando un giro completo en cerca de 30 días (hoy se sabe que son cerca de 27).
Este movimiento sería responsable del gran impulso que otorga al resto del universo, haciéndolo girar alrededor del sol. Si esto fuera así, Galileo postula que verdaderamente el sol pudo haber sido detenido por Dios, y que esa detención provocaría el cese de todos los otros movimientos, incluido el de rotación de la tierra, conciliando de esta manera su teoría científica con el relato literal del texto.
Como hoy sabemos, Galileo estaba en parte equivocado: los movimientos de los planetas no dependen de la rotación solar, sino del tironeo gravitatorio entre éste y aquellos, gobernados por la famosa ley de gravitación universal descubierta por el inglés Isaac Newton (1643-1727). Así que desde Galileo hasta principios del siglo XX el Sol siguió estando quieto en el centro del universo y todo lo demás girando alrededor.
Y nuestro pasaje bíblico siguió tironeado, por un lado, por los ateos (y otros exponentes críticos) para demostrar error en la Biblia, y por el otro, por cristianos que congeniaban con la primera idea de Galileo, para asegurar que lo importante no es lo literal, sino el significado: ¿cómo iba a decir Dios “y la tierra se detuvo”? ¿quién lo iba a entender?
Pero Galileo no estaba tan equivocado, porque había otro error en su cosmovisión, lo que finalmente demostraría que tenía razón al decir que el avance del conocimiento zanjaría el problema: ¡El Sol también se traslada!
Hasta principios del siglo XX, las transformaciones galileanas (que permiten describir un movimiento en función de diferentes sistemas de referencia, elegidos según convenga, ya que todo movimiento, “salvo el del Sol”, es relativo) podían usarse para todo lo que se moviera; reitero: menos para el Sol. Él sí estaba absolutamente quieto. Era una locura hablar de movimiento del sol, salvo que se le agregue la palabra “aparente”.
Pero desde que Lemaître y Hubble lo postularon (y luego se confirmara), el universo está en expansión. Ya no hay nada fijo. Todo se mueve. ¡El sol se mueve! El sistema solar gira alrededor del centro de la vía láctea, la cual también se mueve. No hay ningún sistema de referencia preferencial sobre otro; ahora todo objeto puede ser usado como sistema de referencia: El Sol, la Tierra, la Luna, un tren o una persona cayendo en paracaídas, etc.
Cuando se usa a la Tierra como sistema de referencia astronómico, se habla de coordenadas geocéntricas (latitud y longitud o ascensión recta y declinación)
Intentemos ahora acercarnos nuevamente al texto bíblico, con esta nueva cosmovisión: “Sol detente en Gabaón”. No sé qué cosmovisión tenía Josué. Pero él da una orden de que el Sol se detenga en Gabaón. Quizás el piense que es el Sol el que se mueve y la tierra está quieta. Tiene razón. Así se piensa ahora. Al sistema de referencia (la tierra) se lo considera quieto. Al objeto (el sol) que cambia sus coordenadas al transcurrir el tiempo, respecto de un sistema de referencia, se lo considera en movimiento.
Quizás el crea que la tierra está “absolutamente” quieta: sería un error. Pero a Josué eso no le importaba. Lo que quería era que el Sol se detenga en ciertas coordenadas geocéntricas, por eso dice “Gabaón” (tampoco dice “detente en el cielo”, dice “en Gabaón”, un lugar en la tierra; una coordenada terrestre).
El único cuestionamiento que se puede hacer es que él parece hablarle al Sol. Si usted piensa como yo, que debe haber sido el movimiento de rotación de la tierra el que se detuvo ¿por qué le habla al sol? ¿no debería hablarle a la tierra? “Tierra, detente, para que el sol se quede quieto en el cielo”. Observamos que en ambas situaciones le está hablando a cosas inanimadas. Ni el sol ni la tierra tienen oídos. Es un lenguaje simbólico, figurado. Yo creo que le habla a la naturaleza y le habla a Dios (vs. 12). Dios, que el Sol se detenga en Gabaón, implique eso lo que quiera que implique.
Usted dirá “pero al final ¿quién se detuvo? ¿la tierra o el sol?” Ya lo he dicho: se detuvo el sol respecto de la tierra, aunque para que eso suceda debe detenerse la tierra en su rotación, ambas descripciones son científicamente correctas “hoy”.
¿Y por qué choca tanto a nuestra mente la frase “el sol se detuvo”? Porque se nos ha metido en el cerebro la idea de un Sol quieto y todo girando alrededor de él. Si podemos hacer una reconstrucción mental y entender que todos los movimientos son relativos a un sistema de referencia arbitrario que nos permita una descripción sencilla de lo que sucede, comprenderemos por qué los modelos geocéntrico, heliocéntrico y universo en expansión, son modelos que sirven para describir y estudiar movimientos relativos.
Así como la cosmovisión geocéntrica fue una bendición, por un lado, pero una atadura al conocimiento, por el otro, el heliocentrismo también lo ha sido. Un sol quieto se nos metió en el cerebro. La posibilidad de que el sol se mueva lo metió en el gran mundo de cosas que pueden ser descritas como moviéndose en relación a otras cosas. “El sol se detuvo” es ahora nuevamente una descripción literal de lo que pasó. Pero eso no significa ni que la tierra sea plana ni que esté quieta en el centro del mundo.
Este es el mejor ejemplo de como una contradicción entre la ciencia y la biblia solo surge cuando hay una mala interpretación bíblica o una mala interpretación de los fenómenos naturales. O un desconocimiento parcial.
No he tocado el tema de cómo fue el milagro; los milagros no se explican, son milagros. Pero entender cómo pudo suceder sin que se produzca un cataclismo universal puede traer luz para los que les cueste digerir la historia. Hay diferentes interpretaciones y Marc lo ha explicado muy bien (“¿Se detuvieron el Sol y la Luna en Gabaón?”). Solo puedo agregar que mi postura es que Dios desaceleró el movimiento de rotación (no lo detuvo bruscamente). Esa es la idea cuando dice que el sol no se apresuró a ponerse. El pasaje no da a entender que el Sol se quedó quieto absolutamente, sino hoy todavía estaría allí
Cuando miramos al Sol y decimos “allí está” nadie nos critica; sin embargo, el diámetro del sol es de medio grado y la luz tarda unos ocho minutos en llegar a la tierra, tiempo en el cual el sol avanzó 2 grados, por lo que el sol “verdaderamente no está allí”, está 1,5 grados más al oeste de lo que lo vemos. En forma semejante, si el sol disminuyó su movimiento (aparente[ii]) por ejemplo, a la mitad de velocidad, para un observador parecería que el sol está como “quieto”; y como miles de veces se ha dicho, la Biblia no es una enciclopedia de astronomía, ni usa el lenguaje científico de la actualidad, pero no tiene errores astronómicos.
Por otro lado, el movimiento de rotación de la Luna alrededor de la tierra es bastante lento. Unos 12 grados por día, completando los 360 grados en unos 29 días (mes lunar). Se mueve aparentemente rápido porque la tierra está rotando; pero si la rotación de la tierra se frena, la Luna va a quedar prácticamente quieta varias horas.
¿No hay fuentes extra bíblicas que confirman el relato? Hay distintas posibilidades, sin descartar que la misma biblia es suficiente por sí misma para soportar cualquier escrutinio. Josué vivió aparentemente cerca del 1200 a. C. En esa época no estaba tan desarrollada la astronomía ni los recuentos históricos como se cree. Sin embargo, hay varios relatos que describen una situación similar en diversas culturas.
En Perú (Incas) y en México[iii] (Aztecas) hay historias o leyendas de un día en el que el sol se retrasó varias horas en salir. El mito griego de Faetón (hijo de Apolo), que interrumpe el curso del sol por un día; En Nueva Zelanda, el mito de Mauri que frenó al sol (por supuesto, acá se cuenta que desde entonces el Sol anduvo más despacio; eso no invalida el hecho que hay relatos y leyendas relacionadas con algo que presumiblemente pasó).
Herodoto[iv] cuenta que los egipcios y sus sacerdotes le dijeron: “el sol invirtió cuatro veces su carrera natural” sin que se produjeran catástrofes. En China hay un relato del emperador Yao sobre el sol deteniéndose. No puedo garantizar que estos relatos sean fidedignos, pero creo que es erróneo pensar que hay documentos confiables de todo lo que sucedió en esa época.
Conclusión: si Galileo viviera nos diría que tenía razón en cuatro cosas, la tierra se mueve, el sol rota sobre sí mismo, la biblia no contradice a la ciencia y que el futuro zanjará tal disputa. Lástima que tuvo que retractarse. Y nosotros le diríamos acerca del Sol “eppur si muove”. La Biblia resiste a toda cosmovisión, porque “la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Is. 40:8)
La versión moderna de la historia sugiere que los científicos de la NASA del Centro Espacial de Vuelo de Goddard en Greenbelt, Maryland, estuvieron usando computadoras sofisticadas para trazar las posiciones del Sol, la Luna y otros planetas 100, y 1000, años en el futuro para calcular las trayectorias espaciales. Repentinamente las computadoras pararon. Como resultado, las computadoras habían descubierto un “día perdido” en el tiempo. Los técnicos no supieron cómo arreglar el problema. Pero uno de los científicos presentes había asistido a la escuela dominical cuando era niño, y recordó una historia en la cual Dios hizo que el Sol se parara por alrededor de un día. Cuando él sugirió esto como una posible solución, los otros científicos le ridiculizaron. Sin embargo, el científico abrió la Biblia en Josué 10 y leyó la historia. El técnico entonces introdujo la nueva información en las computadoras (teniendo en cuenta cuidadosamente el “día perdido” de Josué), y las máquinas una vez más zumbaron juntas perfectamente—casi.
Las computadoras repentinamente pararon otra vez porque estas no habían descubierto un día completo; algo todavía faltaba. Aparentemente (así continúa la historia) las computadoras solamente encontraron 23 horas y 20 minutos. En otras palabras, 40 minutos todavía faltaban. Pero el científico que fue a la escuela dominical sugirió la respuesta a este enigma. Él recordó 2 Reyes 20, lo cual indica que el Rey Ezequías, habiendo recibido promesa del aplazamiento de su muerte inminente, había requerido una señal del Cielo. Dios entonces hizo que el Sol se moviera hacia atrás diez grados—¡o exactamente 40 minutos! Esta información fue introducida en las computadoras, y estas una vez más trabajaron perfectamente.Este cuento llegó a circular extensamente a finales de la década de 1960 y a comienzos de la década de 1970 como resultado de los esfuerzos de Harold Hill, entonces-presidente de la Compañía de Motores de Curtis en Halethorpe (Baltimore), Maryland. En su libro de 1974, How to Live Like a King’s Kid (Cómo Vivir Como un Hijo del Rey), el señor Hill dedicó un capítulo entero a la historia (pp. 65-77) y explicó cómo esto llegó a extenderse tanto. Él declaró que en ocasiones él hablaba a estudiantes de secundaria y universidad concerniente a los temas de la Biblia/Ciencia, y que la historia del “día perdido” de la NASA era una que él “a menudo contaba” (pp. 65-66). De alguna manera (incluso el señor Hill nunca supo cómo), Mary Kathryn Bryan, una columnista del diario Evening World de Spencer, Indiana, recibió un relato escrito de la historia del señor Hill y lo publicó en su columna. Después, Hill anotó, “Varios servicios noticieros recogieron la historia y esta apareció en cientos de lugares” (p. 69, énfasis en original). Sin duda se le proporcionó al relato una cierta cantidad de credibilidad inherente cuando el señor Hill sugirió concerniente al programa espacial en Goddard: “Yo estuve involucrado desde el comienzo, a través de arreglos contractuales con mi compañía” (1974, p. 65). [Sin embargo, la conexión del señor Hill con la NASA era de poca importancia; su compañía tenía un contrato para hacer una revisión de los generadores eléctricos de la agencia del gobierno. Él nunca estuvo conectado en ninguna manera con operaciones de misión o planificación]. Todos los esfuerzos por confirmar el origen de la historia han fallado. Después que apareció un artículo acerca de esta en la revista Bible-Science Newsletter de abril de 1970, varios lectores escribieron al señor Hill. Un artículo posterior de la Bible-Science Newsletter de julio de 1989 hizo mención al hecho que después del artículo de 1970, algunos lectores finalmente recibieron una carta del señor Hill en la cual él declaraba que él no había originado el cuento. En su libro de 1974, él reconoció que no había sido testigo del incidente en la NASA personalmente, y dijo que no podía recordar dónde primero lo había oído, pero insistió que “mi incapacidad de suministrar documentación del incidente del ‘día perdido’ de ninguna manera resta valor a su autenticidad” (p. 71).
Un artículo de la edición de julio de 1989 de la Bible-Science Newsletter reportó que
el Dr. Bolton Davidheiser escribió a la oficina de la NASA en Greenbelt, Maryland, donde se supone que todo esto había pasado. Ellos respondieron que no sabían nada del señor Harold Hill y no podían corroborar la referencia del “día perdido”... El párrafo conclusivo de la carta de la NASA dice: “Aunque nosotros usamos las posiciones planetarias como necesarias en la determinación de las órbitas espaciales en nuestras computadoras, yo no he descubierto que algún ‘astronauta y científico espacial en Greenbelt’ haya estado involucrado en la historia del ‘día perdido’ atribuida al señor Hill” (Bartz, 1989, p. 12).
El origen de la historia en el mejor de los casos es sospechoso (y en el peor de los casos falso). Los hechos, donde puedan verificarse, son incorrectos. Y aquellos supuestamente involucrados en el hallazgo del “día perdido” de Josué admiten no saber nada acerca de tal evento. Adicionalmente, cualquiera que clame que las computadoras de alguna manera pudieran “encontrar” un día perdido falla en entender cómo funcionan las computadoras. Como Paul Bartz ha comentado:
Las computadoras no son máquinas mágicas que pueden averiguar cosas que están escondidas de la gente normal. Aunque son tan maravillosas, están limitadas por el conocimiento que nosotros les damos. Las computadoras dependen de nosotros para su conocimiento. Aunque una computadora pudiera ser usada para producir un calendario desde hoy hasta el pasado distante, lo cual no es una práctica inusual, una computadora no pudiera decirnos si algún tiempo estuvo ausente o no. De hecho, la computadora tuviera que ser programada con toda clase de ajustes para dar cuenta por varios cambios en el calendario occidental durante los pocos años pasados. En pocas palabras, la historia es técnicamente imposible, sin importar cuán sofisticada sea su computadora (1989, p. 12).
La única conclusión que podemos sacar, con respecto a los hechos disponibles, es que la historia es falsa y no debería ser circulada. Nosotros perjudicamos la Palabra de Dios cuando intentamos “defenderla” con historias tales como estas que, con un poco de sentido común y una pequeña cantidad de investigación, pueden ser probadas como no teniendo fundación factual en absoluto. (Ver APOLOGETICS PRESS)