UNA PREGUNTA CON RESPUESTA COMPLICADA
Experimento Milgran
Consideremos la conducta de Matthew Hopkins (c. 1620 – 1647), cazador de
brujas inglés.
Ordenaba encerrar desnudas a las mujeres en calabozos nauseabundos donde los guardias, debían atormentarlas privándolas del sueño. Ostentó el cargo de "General Cazador de brujas" ("Witch-finder Generall") debido a que fue comisionado por el Parlamento puritano –eso afirmaba él- para cazar brujas en los condados de Suffolk y Essex, en East Anglia. Hopkins era abogado de profesión e hijo de James Hopkins, clérigo puritano.
Su actividad como cazador de brujas fue breve pero intensa y se desarrolló entre 1644 y 1646. Se calcula que envió a la muerte a unas 200 mujeres según Máximo Centini. Dado que la tortura no se permitía en Inglaterra, utilizó varios métodos de coacción para conseguir la confesión de sus víctimas, entre ellos la privación de sueño. Aplicó sin reservas, con las acusadas de brujería, la prueba del agua y la prueba de la aguja para conseguir sus fines; que las víctimas confesaran.
Según su libro The Discovery of Witches decidió hacerse cazador de brujas al oír una charla entre mujeres donde refirieron sus encuentros con el diablo, en marzo de 1644, en Manningtree, una aldea próxima a Colchester.
Ordenaba encerrar desnudas a las mujeres en calabozos nauseabundos donde los guardias, debían atormentarlas privándolas del sueño. Ostentó el cargo de "General Cazador de brujas" ("Witch-finder Generall") debido a que fue comisionado por el Parlamento puritano –eso afirmaba él- para cazar brujas en los condados de Suffolk y Essex, en East Anglia. Hopkins era abogado de profesión e hijo de James Hopkins, clérigo puritano.
Su actividad como cazador de brujas fue breve pero intensa y se desarrolló entre 1644 y 1646. Se calcula que envió a la muerte a unas 200 mujeres según Máximo Centini. Dado que la tortura no se permitía en Inglaterra, utilizó varios métodos de coacción para conseguir la confesión de sus víctimas, entre ellos la privación de sueño. Aplicó sin reservas, con las acusadas de brujería, la prueba del agua y la prueba de la aguja para conseguir sus fines; que las víctimas confesaran.
Según su libro The Discovery of Witches decidió hacerse cazador de brujas al oír una charla entre mujeres donde refirieron sus encuentros con el diablo, en marzo de 1644, en Manningtree, una aldea próxima a Colchester.
¿Cómo pudo actuar de este modo?
Recibía órdenes de un mando superior y no las cuestionaba. Por el contrario, se
esforzaba en cumplirlas. Estaba convencido que su conducta era la adecuada y
necesaria para enfrentar el problema de la
brujería. El colaboraba para ayudar en el desarraigo del mal. Por
obedecer, pasó por alto principios bíblicos muy arraigados en su mente y
corazón.
Algo análogo sucedió con algunos
militares argentinos quienes, durante el Proceso de Reorganización Nacional,
tripularon aviones desde los cuales se arrojaban enemigos políticos al mar.
Algunos de estos desdichados estaban vivos a la hora de ser empujados a una
terrible muerte. ¿Cómo pudieron actuar de este modo gente que iba a misa,
confesaba sus pecados a los curas capellanes y comulgaba? Porque creían que lo
que hacían era lo correcto y porque, adujeron luego, recibían órdenes de sus
jefes. Estaban convencidos que ayudaban al pueblo argentino a librarse de la
influencia comunista y atea.
En ocasiones algunos cristianos
literalmente “meten la pata” por involucrarse en luchas que exceden sus
fuerzas. Por ejemplo, así le sucedió a Fray Bartolomé de las Casas. En un intento por defender a los indios de los
maltratos que le propinaban los españoles y mestizos, en mayo de 1540 logró audiencia
con el rey Carlos V. Puso al tanto al Rey de los abusos que sufrían los aborígenes a
manos de inescrupulosos y lo convenció de legislar a favor de un mejor trato. El rey cumplió su promesa de
mejorar la vida de los indios y en 1542 efectivizó nuevas leyes que suprimieron
las encomiendas, sitios donde se esclavizaban miles de indios, anexando la
prohibición de hacer nuevas conquistas para capturar mano de obra esclava.
Cuando en el Nuevo Mundo llegaron
las novedades, el clamor entre los explotadores fue grande.
Se quejaron de “la crueldad del Rey”
que les impedía usufructuar las fuerzas de no menos 1000 indios para
cada
súbdito español. Enterado Carlos V de que se le “había ido la mano” y
estaba atentando contra la recaudación de fondos, dio marcha atrás.
Viendo que sus propuestas de mejorar la vida de los indios y colonizar
nuevas tierras de modo pacífico enviando colonos en ves de soldados, de
las Casas acepto el comercio de esclavos provenientes desde África.
El
caso de este Fraile es significativo por las contradicciones a que dio
lugar la
colonización y su defensa de los indios: en su afán de liberarlos de
los trabajos forzosos, recomendó en distintas ocasiones (al igual que
otros
representantes eclesiásticos y civiles) la importación de esclavos
africanos,
una recomendación que sólo muy tardíamente, en su "Historia de las
Indias", llegó a lamentar.
Aún así, vale la pena recordar que él mismo se "apartó" cuatro esclavos negros para su servicio. En una de sus cartas escribió: "den las cartas de pago que convengan e otros para que puedan en nuestro nombre pasar e pasen a las dichas Indias cuatro escalvos negros que tenemos merced e licencia de Su Majestad" cita Pacho O`Donnell en El Descubrimiento. Utopía y tragedia en el Nuevo Mundo.
Aún así, vale la pena recordar que él mismo se "apartó" cuatro esclavos negros para su servicio. En una de sus cartas escribió: "den las cartas de pago que convengan e otros para que puedan en nuestro nombre pasar e pasen a las dichas Indias cuatro escalvos negros que tenemos merced e licencia de Su Majestad" cita Pacho O`Donnell en El Descubrimiento. Utopía y tragedia en el Nuevo Mundo.
Nadie
sabe con exactitud cuantos
negros murieron en esta inmigración forzada. Sin embargo, el cura que
vivió
hasta los 92 años, pasó sus últimos días de vida, notando tantas
injusticias
dada a los negros, que acabó padeciendo trastornos psicológicos. Dicen
que
murió convencido que en la otra vida, lo aguardaban los tormentos del
infierno.
Experimentaba una tremenda culpa por haber causado tantos suplicios a
miles de
infortunados.
¿Cómo explicar conductas de esta naturaleza? Por obedecer o para ayudar a otros, estos personajes se olvidaron de practicar la misericordia cristiana. ¿Acaso se puede callar la voz de la conciencia? Tal parece que sí. Ensayemos una respuesta que no es sencilla. No todos los cristianos se comportan de igual modo ni tampoco actúan como lo hacen otros.
¿Cómo explicar conductas de esta naturaleza? Por obedecer o para ayudar a otros, estos personajes se olvidaron de practicar la misericordia cristiana. ¿Acaso se puede callar la voz de la conciencia? Tal parece que sí. Ensayemos una respuesta que no es sencilla. No todos los cristianos se comportan de igual modo ni tampoco actúan como lo hacen otros.
Fueron experimentos de psicología
social realizados por Stanley Milgram,
psicólogo en la Universidad de Yale. La comunidad científica tomó nota del
asunto cuando fue publicado en 1963 un artículo en la revista Journal of
Abnormal and Social Psychology titulado Behavioral Study of Obedience (Estudio
del comportamiento de la obediencia) trabajo compilado en 1974 en el libro
Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. Un
punto de vista experimental).
Stanley Milgram
1933-1984
El fin de la prueba era medir la
disposición de una persona para obedecer órdenes de una autoridad aun cuando éstas
pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal. ¿Cómo se le ocurrió a
Milgram experimentar de este modo? Luego de ver el juicio del célebre criminal
nazi Adolf Eichmann quien, fuera capturado en Argentina y llevado a
Israel donde recibió la pena de muerte y ejecutado por crímenes contra la humanidad durante la
tiranía de Adolfo Hitler.
En julio de 1961 Milgram se propuso
responder a la pregunta: ¿cómo pudo Eichmann matar a tantas personas sin
remordimiento alguno? ¿Lo hizo simplemente porque era un asesino psicópata o
por obedecer órdenes? Lo que descubrió fue alarmante. Muchas personas son
capaces, por obedecer y quedar bien con sus jefes e ideología, de infligir daños a otras e incluso hasta parecerle
divertido. (Para saber detalles del experimento, clic aquí).El experimento requerió de tres personas: El experimentador (el investigador de la
universidad), el "maestro" (el voluntario que leyó el anuncio en el
periódico) y el "alumno" (un cómplice del experimentador que se hace
pasar por participante en el experimento).
El experimentador le explica al participante que tiene que hacer de maestro y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una respuesta a una pregunta.65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios. Aún así, el 84% de participantes dijeron que estaban "contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio y un 15% les era indiferente (respondieron un 92% de todos los participantes).
El experimentador le explica al participante que tiene que hacer de maestro y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una respuesta a una pregunta.65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios. Aún así, el 84% de participantes dijeron que estaban "contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio y un 15% les era indiferente (respondieron un 92% de todos los participantes).
El experimento de Milgram planteó preguntas
sobre la ética de la experimentación científica debido a la tensión emocional
sufrida por quienes participaron. La mayoría de los científicos de
la actualidad consideraran el experimento inmoral aunque útil. Permitió abordar el lado oscuro de la obediencia absoluta. Milgran narraría en 1974; trece
años más tarde; en una apretada síntesis titulada “Los peligros de la
obediencia” las conclusiones de su trabajo.
El dijo: “Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio”.
El dijo: “Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio”.
Conclusión
Entonces ¿se puede torturar solo
por obedecer órdenes? En este
contexto,
la pregunta porque algunos cristianos torturan y asesinan podemos
responder
que, si bien una amplia mayoría no acatará órdenes para dañar a su prójimo nunca
faltará
una minoría que aceptará destruir a otros y dentro de esa minoría, habrá
quienes hasta disfruten de “su trabajo”.Siempre habrá torturadores y
asesinos,
individuos capaces de aceptar órdenes y cumplirlas a rajatabla aún
contrarias a
todo principio humanitario.
Sin embargo, justo es aclarar, la tendencia a torturar de algunos no solo se encuentra entre cristianos sino en otras personas, sin importar cual sea su creencia o increencia tal como demostró Milgram.
Sin embargo, justo es aclarar, la tendencia a torturar de algunos no solo se encuentra entre cristianos sino en otras personas, sin importar cual sea su creencia o increencia tal como demostró Milgram.