"Una luz que guía"
LA PAZ DE CRISTO NO ES LA PAZ DEL MUNDO
La paz os dejo, mi paz
os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo.
Juan 14:27
(RVR1960)
___________________
Por
Carolina Alfaro
La llegada de
Internet amplió las posibilidades de relacionarnos con otras personas. Por
ejemplo: de repente en las redes sociales conoces a alguien, comienzas a
intercambiar conversaciones, ideas, imágenes, música, creencias; descubres que
tienes con esa persona afinidades o intereses comunes. En algún momento la relación puede
profundizarse tanto que la otra persona
deja de ser un contacto desconocido para convertirse en alguien que moviliza
sentimientos y emociones. Me ha sucedido y como a mí, a millones más. Conoces a
alguien y te involucras. ¿Te ha sucedido algo similar?
La pregunta que
debemos hacernos cuando sucede algo así es: ¿Qué bendición puede reportar
relacionarse con alguien a la distancia? Podría estar mucho rato escribiendo
sobre noviazgos nacidos gracias al uso intensivo de las redes pero, no es el
tema de este breve post. Sino testimonios que he recopilado a lo largo de mis
horas atendiendo llamadas de cientos de personas. Quisiera que me crean cuando les digo que
muchas de estas charlas son, evidentemente, utilizadas por el Espíritu Santo –que
habita en nosotros- para edificar. A veces una charla breve sirve para que la
presencia de Dios se manifieste a través de una conversación a distancia en
otras personas.
Esto no debe
causar sorpresa. Sabemos que Dios se manifiesta de modos diferentes. Con el
paso del tiempo he comprendido esta particularidad de nuestro Señor. A veces
tengo que enfrentar situaciones sumamente desagradables y otras totalmente
diferentes. Dado que las personas llaman para consultar, es inevitable
desembocar en ocasiones, en temas fuera de tópico. (Off topic).
Tengo mucho para narrar
basado en mis experiencias pero, basta un ejemplo: he comentado que a
veces, las personas se enojan cuando
perciben el acento extranjero de quien atiende la llamada. Piensan que uno, por no ser de Estados Unidos, simplemente no podrá resolver sus problemas. De pronto, gracias a
la impunidad que otorga la distancia, muchos individuos se transforman en seres
realmente nefastos: nada más al escuchar, sin importarles si uno aún con acento
habla lo suficientemente bien como para tener una conversación superior a la
media, desatan de su corazón un tremendo
de enojo o quizás rabia, ira, o sea, violencia verbal. Palabras como “india de
m”, “no quiero hablar con indios” etc., son de las faltas de respeto que más se escuchan y por
paradójico que parezca, muchos de quienes hablan de este modo no son blancos.
Yo no logro explicar que
vivencias, sentimientos, sensaciones, motivaran semejantes comentarios
injuriantes; a veces imagino que son sus demonios internos que no
resisten la presencia de una persona a la que perciben con Espíritu Santo; sinceramente, no logro
explicar. Si me doy cuenta que el pecado está tan extendido que la convivencia
amable con el semejante ya no es prioridad para miles. Por tal razón, estas personas lanzan cada mala palabra y solo con el fin de lastimar:
destilan odio hacia uno, tratando de
humillar, insultar, provocar.
Al principio me mordía los labios para no responder.
Otras veces, sentía la ira exigiéndome replicar. Finalmente ore a Dios para que
me diera fortaleza y en la actualidad, cuando aparece alguien así, me lo tomo a
risa, queriendo decir con esto, que ya no presto atención a que dice. Este control de
emociones propias que no viene de lo alto, porque como afirma la Palabra, la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento
y guarda nuestros corazones y mentes. "Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:7).
A veces, en tanto griterío
vano del mundo, aparece alguien con quien se puede dialogar. Recuerdo la charla
que tuve con una señora quien, al
comenzar a interactuar mediante el teléfono, se identificó como una abuela. Por
tal razón, de ahora en más, la llamaré
de este modo. Luego de explicar la razón
de su llamada, que duró unos minutos, percibí que ambas teníamos una conexión,
como que yo la conociera de mucho tiempo. La conversación fluyó amablemente y
al rato, estábamos compartiendo, hasta recetas de cocina. De pronto hace
silencio y sentí como un suspiro; luego me
pregunta con su voz muy dulce:
-¿Cómo dijiste que te llamabas? Le repetí y me
añade luego: - Ah, te llamas Iris como la flor-. Seguidamente agrega: -¿Sabes? he
hablado con muchas personas de tu trabajo pero a nadie le he sentido esa
dulzura que hay en ti; se siente que eres una persona de un buen corazón y
transmites una paz que nunca antes la sentí, y quiero que sepas que Dios te va
a bendecir, no importa lo que estés pasando pero sé que Dios te va a bendecir,
porque eres una flor de Dios.
Créanme; después de todo un
día aguantando salvajes mal educados; que alguien me hablara de ese modo
hicieron que, automáticamente, me brotaran lágrimas. Sentí la obligación de informarle
que sus palabras habían sido un gran aliciente para mí, en ese momento. Acabada la charla, entendí
que el Espíritu Santo había obrado tanto en ella como en mí, regalándonos un
rato de paz, un momento gratificante que,
por las emociones percibidas, me
alentaron en un momento de dificultad anímica, a estar más firme que nunca
junto a Dios.
A veces nos es difícil estar
sonrientes todo el tiempo pues cada día tiene su propio afán, pero no olvidemos,
cristianos, las promesas de Dios. Les
invito andar vestidos siempre de la presencia de Dios, en santidad y en el amor
de Cristo Jesús, a fin de sazonar al
mundo con el sabor del evangelio.
Procurando vivir en paz con todos en la medida de lo posible, disfrutando de la paz
de Dios en nuestras vidas y de la guía de su Espíritu que es una luz que guía en medio de tantas tinieblas de
maldad.
Hagamos nuestro el mandato de Dios que en su momento le dijera a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces
y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.” (Josué 1:9 RV 1960) sin olvidar que tanto Jesús como el mismo Espíritu Santo estan siempre a nuestro lado ayudándonos a superar todo momento malo en nuestros empleos.
__________________
15 Si me amáis, guardad mis
mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, y
os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad,
al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros
le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos;
vendré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el
mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también
viviréis.
20 En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado
por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
22 Le dijo Judas (no el
Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le
dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a
él, y haremos morada con él.
24 El que no me ama, no
guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que
me envió.
25 Os he dicho estas cosas
estando con vosotros.
26 Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 La paz os dejo, mi paz
os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo. (Juan 14: 15-27).