sábado, 12 de octubre de 2013

¿POR QUÉ ESTAMOS SOCIALMENTE AGITADOS?

No hay nación sobre la Tierra donde la gente este satisfecha. Miles se mudan de aquí para allá arriesgando sus propias vidas en busca de paraísos inexistentes y otros, disconformes con los gobiernos que los rigen, claman por el separatismo. ¿Causas? Cambio climático, guerras, falta de empleo, violencia criminal, etc., que no respeta a nadie.

En todas partes, el malhumor se nota a la par que aumenta la disconformidad con respecto a las administraciones gubernamentales. La gente esta harta de la hipocrecía política y anhela un cambio profundo y duradero en la manera de como el poder dirige los destinos del mundo y de cada país. La gente quiere y necesita paz.

Un hermano me dijo que la inconformidad será la tierra fértil donde germinarán las semillas de la discordia, la cual crearan un enramado tan vasto de violencia que a la larga, casi todos desearán una dictadura gubernamental mundial que acabe con tantos problemas. La insatisfacción llevará al poder al final de los tiempos, dijo, al famoso anticristo. 

Según él, se necesita la queja socio económica  para que aparezca de pronto un líder, que garantice y consiga, darle a los habitantes de nuestro sufrido planeta toda la paz que anhelan. Le hice notar que, desde los comienzos de la humanidad, no hay paz en la Tierra. Sin embargo, me retrucó que la falta de paz nunca a sido  tanta como ahora. La guerra esta en todas partes y muchas veces no las vemos. Existen bandas de asesinos "legales" matando gente con el pretexto que es necesario para evitar males mayores.

-¿Cómo sabes? le pregunte. No tenemos estadísticas de hace 5000 años atrás. 
-Porque la Biblia lo dice y me lo confirma el Espíritu Santo en mi corazón, respondió con convicción. 

Bien, contra una respuesta como esa, no tuve ninguna oportunidad. Quería explicarle que, en mi opinión, el mundo había sido más salvaje antiguamente a punto tal que harto Dios, ahogo toda la humanidad excepto unos pocos pero, no hubo modo de hacerle entender que el diluvio de Génesis fue algo más que un sencillo correctivo a la maldad humana.

Algunos se dan cuenta que la inquietud social va en aumento. Sin embargo, aunque perciben el problema, son incapaces de sugerir cambios. Otros lo piden a gritos. No pocos dan advertencias. Entonces: ¿Por qué la incapacidad de los políticos modernos para mejorar la calidad de vida de las personas que menos tienen y mantener ese beneficio con el paso de los siglos? ¿Acaso ellos están obligados a generar desigualdad por un poder secreto que gobierna al mundo desde el anonimato? Parece poco probable. Un análisis de la mayoría de las crisis que nos afectan llegaron por la impericia de pueblo para controlar e impedir, que cierta clase dirigente abandone la corrupción. 

Aún así, miles piensan que el mundo esta gobernado, por una elite multimillonaria que acapara todo el poder. Aunque esto suene a teoría de conspiración, no podemos negar que en los últimos años aún en naciones como Estados Unidos, la brecha entre ricos y pobres ha aumentado. Y así vemos, por paradójico que nos parezca, que los ricos cada día son más ricos y los pobres más pobres. De pronto nos da la impresión que "alguien " quiere que esto suceda. Leonardo Boff ha publicado un artículo en KOINONIA sobre la inconformidad de los últimos tiempos, pero enfocado en lo que sucede en Brasil, que transcribo a continuación.

Las multitudes en las calles: ¿cómo interpretarlo?


2013-07-30


  Un espíritu de insurrección de masas humanas se extiende por el mundo, ocupando el único espacio que les queda: las calles y plazas. El movimiento apenas está comenzando, primero en el norte de África, luego en España con los "indignados", en Inglaterra y Estados Unidos con los "ocupas", y en Brasil con la juventud y otros movimientos sociales. Nadie se refiere a las banderas clásicas del socialismo, de la izquierda, de algún partido liberador o de la revolución. Todas estas propuestas o están agotadas o no ofrecen la atractivo suficiente para mover a las masas. Actualmente interesan los temas relacionados con la vida cotidiana de los ciudadanos: el trabajo participativo, la democracia para todos, los derechos humanos, personales y sociales, la presencia activa de las mujeres, la transparencia pública, el claro rechazo a todo tipo de corrupción, un nuevo mundo posible y necesario. Nadie se siente representado por los poderes instituidos que generan un mundo político palaciego de espaldas al pueblo o manipulando directamente a los ciudadanos.


Interpretar este fenómeno supone un reto para cualquier analista. No basta la razón pura, tiene que ser una razón holística que incorpore otras formas de inteligencia, datos no racionales, emocionales y arquetípicos y acontecimientos propios del proceso histórico e incluso de la cosmogénesis. Sólo así tendremos una forma más o menos completa de hacer justicia a la singularidad del fenómeno.

Para empezar, hay que reconocer que es el primer gran evento resultado de una nueva fase de la comunicación humana completamente abierta, una democracia en grado cero que se expresa a través de las redes sociales. Todo ciudadano puede salir del anonimato, tomar la palabra, encontrar sus interlocutores, organizar grupos y reuniones, alzar una bandera y salir a la calle. De repente, se forman redes de redes que mueven a miles de personas más allá de los límites del espacio y del tiempo. Este fenómeno debe ser analizado cuidadosamente, porque puede representar un salto civilizatorio que marcará un nuevo rumbo a la historia, no sólo de un país, sino de toda la humanidad.

Las manifestaciones de Brasil provocaron manifestaciones de solidaridad en decenas y decenas de otras ciudades del mundo, especialmente en Europa. De repente, Brasil ya no es sólo de los brasileños. Es una parte de la humanidad que se identifica como especie, en la misma Casa Común en torno a causas colectivas y universales.


¿Por qué estos movimientos masivos han estallado en Brasil ahora? Hay muchas razones. Me detengo solamente en una y volveré a las demás en otra ocasión.


Mi sentimiento del mundo me dice que, en primer lugar, se trata un efecto de saturación: el pueblo está saturado del tipo de política que se practica en Brasil, inclusive por las cúpulas del PT (preservo las políticas municipales que aún conservan el antiguo fervor popular). El pueblo se ha beneficiado de los programas de bolsa familia, luz para todos, mi casa mi vida, del crédito consignado, ha entrado en la sociedad de consumo. ¿Y ahora qué? Bien dijo el poeta cubano Ricardo Retamar: "el ser humano tiene dos hambres: hambre de pan, que es insaciable, y hambre de belleza, que es insaciable". Por belleza se entiende la educación, la cultura, el reconocimiento de la dignidad humana y de los derechos personales y sociales, atención sanitaria de calidad y transporte básico menos inhumano.


Esta segunda hambre no ha sido atendida adecuadamente por el poder público, sea el PT u otros partidos. Los que han saciado su hambre, quieren ver atendidas otras hambres, no en último lugar, el hambre de cultura y de participación. Aumenta la conciencia de las profundas desigualdades sociales que es el gran estigma de la sociedad brasileña. Este fenómeno se hace más y más intolerable en la medida en que crece la conciencia de ciudadanía y de democracia real. 

Una democracia en sociedades profundamente desiguales como la nuestra es puramente formal, practicada sólo en el acto de votar (que en el fondo es el poder de elegir a su "dictador" cada cuatro años, porque el candidato una vez elegido, da la espalda al pueblo y practica la política palaciega de los partidos). Ella se muestra como una farsa colectiva y esa farsa está siendo desenmascarada. Las masas quieren estar presentes en las decisiones de los grandes proyectos que les afectan y para los que no se les consulta en absoluto. Y no hablemos de los indígenas cuyas tierras son secuestradas para el agronegocio o las industrias hidroeléctricas.


Este hecho de la multitud en las calles me recuerda la obra de Chico Buarque de Hollanda y Paulo Pontes escrita en 1975: "La gota de agua". Se ha llegado a la gota que desborda el vaso. Los autores de alguna manera intuyeron el fenómeno actual al decir en el prefacio del libro: "La clave es que la vida brasileña pueda ser devuelta, en el escenario, al público brasileño ... Nuestra tragedia es una tragedia de la vida brasileña". Ahora, esta tragedia es denunciada por las masas que gritan en las calles. El Brasil que tenemos no es para nosotros, no nos incluyen en el pacto social que garantiza siempre la parte del león para las élites. Quieren un Brasil brasilero donde el pueblo cuenta y quiere contribuir a la reconstrucción del país sobre otras bases, formas más democráticas, participativas, más éticas y menos malvadas de relación social.


Este grito no puede dejar de ser escuchado, comprendido y seguido. La política puede ser otra en el futuro.



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