lunes, 30 de mayo de 2016

SECULARIZACIÓN en la IGLESIA EVANGÉLICA


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TEOLOGÍA de la SECULARIZACIÓN

"¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, 
O el hijo del hombre para que le visites?"
El hombre es capaz de grandes obras, como construir ciudades asombrosas en tamaño y belleza.
También es capaz de hablar cosas muy necias en contra de Dios Todopoderoso
Foto
Puerto Madero, Capital Federal,
Buenos Aires, ARGENTINA
Gentileza



(El presente artículo no refiere a la sociedad secular, sino a algunas propuestas para transformar creencias y costumbres en la iglesia de Jesucristo)

En occidente, la mayoría de las personas, vivimos en una sociedad secular. Preferimos la democracia, con sus virtudes y defectos, a tener que vivir bajo tiranías sean ateas, pseudo teístas; como algunas dictaduras militares sudamericanas que supimos padecer en nuestro reciente pasado; monárquicas, como la de Arabia Saudita o teocráticas como la que padece el pueblo de Irán.

La democracia es lo mejor para nuestras vidas no obstante, vivir en este contexto implica desarrollar el ejercicio de la apologética más que nunca ya que todas las personas, gracias a Dios, tienen derecho a publicar lo que piensan. Con la democracia, los evangélicos hemos podido llegar, parafraseando a Star Trek, donde "nadie  estuvo jamás" sembrando las buenas nuevas del evangelio. Pero también avanzan los enemigos de la fe.
 
 Modernismo y liberalismo disfrazado de cristianismo

Para Kant, lograr una sociedad secular era como arribar por fin, a la madurez del hombre. Liberado de los preceptos religiosos, podría por fin decía, asumir la responsabilidad de ser lo que quisiera ser para bien o para mal.

La secularización de nuestros días no ha llegado bien acompañada. Por el contrario, se suman los radicalismos, las crisis sociales y económicas y la gente tiene sensación que nada esta bien; hay un fastidio generalizado hacia la clase dirigente, un enojo que ya no se puede contener. Simultáneamente, algunos grupos fundamentalistas del escepticismo y ateísmo andan buscando chivos expiatorios a quienes sacrificar en el altar de la culpa a causa de los males sociales modernos y no falta quien apunta con dedo acusador a las religiones del mundo. Como si en la espiritualidad radicara la culpa de todos los males.

En realidad, no culpan a los religiosos tan solo por tener dioses o pensamiento mágico; en realidad lo que hacen es escupir a Dios su intervención en el mundo. Ellos quieren borrar del orbe cualquier mención a Dios. No lo van a conseguir. Cristo dijo una verdad: las puertas del infierno no prevalecerán sobre la iglesia. Amén.

No es de extrañar que, en un ambiente de ninguneo a Dios como el actual, aparezca una teología a favor de las secularización de las cosas de Dios,  proponiendo abordar el tema desde el descreimiento tomando fundamentos en la problemática social de nuestros días y en el conocimiento científico técnico.
Entre las características principales de esta propuesta teológica, que tomo fuerza a principios de los años sesenta, se encuentra vivir cristianamente pero sin Cristo, desarrollar una vida en comunidad de modo altruista pero con ausencia  de Dios, relativizar las normas bíblicas a cambio de otras surgidas de pensadores humanistas y establecer que la idea de un Creador es obsoleta frente al conocimiento que aporta la ciencia.
Comienzos de la Teología de la Secularización 

Un texto fundamental que impulsó  esta teología es la obra Honest to God (publicado en 1963 por SCM Press) de John Robinson.(1919-1983) quién fue obispo anglicano de Woolwich, Inglaterra.Quizás el concepto más impactante que surge de la lectura del libro es que -la  idea de un Dios Todopoderoso “allá arriba"- debe ser erradicada por errónea, anticuada, sin sentido. 

Para Robinson, que se inspira y mucho en los trabajos de los teólogos racionalistas Paul TillichDietrich Bonhoeffer y Rudolf Bultmann, la iglesia jamás debió ser una institución de hombres religiosos sino, para personas quienes, amando a Dios, obren según su parecer. Cabe preguntar donde quedan los mandamientos en este tipo de propuestas. Qué de los mandatos de Cristo de ir por todo el mundo predicando el evangelio. 

Dos años después de la obra de Robinson, apareció el libro The Secular City: Secularization and Urbanization in Theological Perspective  de Harvey Cox (quien fuera profesor en Harvard Divinity School hasta su retiro en el 2009) donde pretendía convencer a la ortodoxia protestante que el secularismo lejos de ser enemigo del evangelio, era una propuesta amigable, consecuencia del mismo.

Detrás, la portada de su libro The Secular City
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La razón desalmada

Con una mano en el corazón, se tiene que aceptar que este tipo de propuestas teológicas no es nada nuevo. Durante la Revolución Francesa se trató de racionalizar la religiosidad de la gente. Se impuso, entre algunas mejoras sociales y cambios en los modos de contabilizar el paso de los meses, el culto a la Diosa de la Sabiduría la cuál, mas tarde se la trató de subordinar al Ser Supremo que habita en las alturas. Con estas medidas "espirituales" se pensó reemplazar al catolicismo y protestantismo y otorgarle a las personas ideas propias del enciclopedismo. 

Fiesta del Ser Supremo
Celebrada en el Jardín de las Tullerías
Robespierre encendió el fuego que consumió un muñeco que representaba al ateísmo
Y al disiparse el humo, apareció a la Diosa de la Sabiduría
La cuál "demuestra de este modo" señalando al cielo, 
Que depende del Ser Supremo .
Con esto pretendía afirmar que, si bien la razón es necesaria,
Debe subordinarse.
Foto
Ilustración de época

Sin embargo, esta racionalidad no impidió que Francia viviera sus horas más oscuras. En junio de 1793 hubo una revolución (dentro de la Revolución) mediante la cual, los Jacobinos lograron desplazar del poder a los Girondinos. De inmediato formaron un Comité de Salvación Pública cuya figura descollante fue Robespierre. El Comité de inmediato formó los Tribunales Revolucionarios Inapelables encargados de juzgar sumariamente a todos los opositores. Con esta designación, Francia entró en su hora más negra.
Un Tribunal Revolucionario Inapelable
Del Comité de Salvación Pública
En plena tarea de sembrar el terror.
El desdichado de la izquierda tendrá suerte si salva de la guillotina.
Ilustración de la época

Cientos de personas fueron guillotinadas; entre ellas la Reina María Antonieta, Madame Du Barry, de la que narran los testimonios de la época murió pidiendo clemencia, el científico Lavoisier ( a quién el juez encargado de condenarlo, al hacerlo, espetó que "Francia no necesitaba químicos ni físicos" lo cual demuestra que clase de "razón" impulsaba a la revolución). Tampoco se salvó el Rey Luis XVI o poetas como Chénier.

Robespierre, al margen de firmar las órdenes de ejecución, desarrollaba su vocación por la espiritualidad. De modo que, no conforme con la Diosa de la Sabiduría y observando un auge del ateísmo, decidió imponer el culto al Ser Supremo. Finalmente, hartos de tanta masacre sin sentido, algunos franceses conspiraron y dieron un golpe de estado; Robespierre y los suyos fueron apresados y condenados a morir en la guillotina.

Estos excesos, dentro de una revolución que pretendía llevar libertad, igualdad y fraternidad a los ciudadanos demuestran que, la secularización, puede derivar en locuras como cualquier régimen absoluto.

Masacres de septiembre 1792
Dos episodios de la época de terror de un régimen basado en la razón.
Uno, la matanza de los curas católicos refractarios en el convento de las Carmelitas.
Dos, los asesinatos de los prisioneros políticos en una cárcel de París.
Hubo más muertes, además de estas, se presume, unas 1400 víctimas (1).
Ilustración de la época

Teología sin Cristo

La Teología de la Secularización pretende eliminar la distinción entre iglesia y mundo (no confundir separación de la Iglesia del Estado que es un proceso necesario sobre todo, para aportar justicia a los habitantes de una nación con muchas religiones como Argentina); idea que viene de lejos.

Ya en 1954, la Segunda Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, se realizó bajo el lema “Cristo es la esperanza del Mundo” omitiéndose toda referencia a la Iglesia del Señor Jesucristo. El "mundo" que hacía referencias el Consejo es precisamente, el mismo mundo que Cristo desdeña.

En cierto modo, este tipo de teología es una reacción en contra del filosofar ontológico, un reclamo por comenzar a dar verdadera esencia y sustancia pero con activismo dinámico, entendiéndose este, como un fuerte tendencia a involucrarse en los temas sociales. La Teología de la Liberación plantea también, la necesidad de inmiscuirse en la problemática social.

De ahí que Robinson gustaba afirmar que, en vez de encontrar un Dios Benigno deberíamos encarar la búsqueda del prójimo benigno al cuál destinarle nuestros esfuerzos de colaboración. Es además, un abandono hacia la ética bíblica a la cuál se reemplaza por otra ética situacional o nueva moralidad inspirada en preceptos de hombres. Es un oponerse a la ética tradicional inspirada en el contenido de la Biblia, por otra que nace de la realidad social  en que se halla inmerso el hombre.

¿Nueva moralidad?

La nueva moralidad busca reemplazar a la antigua moralidad cristiana por ser esta, afirman sus partidarios, anacrónica, inhumana,  basada en principios sobrenaturales difíciles de comprobar. Se busca posicionar la problemática de la existencia del hombre por delante de la existencia de Dios. Basta de adorar a Dios en las iglesias, hay que adorarlo en las calles con obras y hechos concretos, parecen afirmar los secularistas. En verdad, no está mal la propuesta, el problema es que en el afán de ayudar, se olvidan de Dios que es inspirador y ayudador de las causas nobles. (Ver Santiago 1:17)

Robinson decía que la ética cristiana tiene la particularidad de ser opuesta al Humanismo, orientada hacia principios sobrenaturales que tienen precedencia sobre las personas a los cuales hay que conformarse sin importar las circunstancias. Este tipo de razonamientos me recuerda a la advertencia que, en los días finales, los hombres buscarían maestros que les dijeran lo que deseaban oír y no lo que Dios tenía para decir. (Ver 2 Timoteo 4:3).

Los secularistas buscan minimizar la deidad de Cristo

 Convencer que Jesús fue un hombre común, que un día tuvo un “encuentro” con Dios, optando por vivir “cerca” del Creador. De ahí que rechacen la idea de un reino nuevo de índole sobrenatural que pudiera surgir con el regreso de Cristo. El único mundo que conocemos es donde vivimos. Pensar en otros “mundos celestiales” es una vía de escape a la realidad donde el verdadero cristiano, debe actuar. Jesús fue un buen tipo, que dijo cosas ciertas, importantes, pero nada más. En esto se parecen a los Testigos de Jehová, para quienes Cristo fue un gran hombre.

Quizás el punto fuerte controversial de esta teología se encuentra en su oposición a la escatología bíblica de un reino por venir. Existe un enfoque netamente humanista de las cosas de Dios, un declarar: si eres verdadero cristiano, olvida las creencias basadas en pensamiento mágico y concéntrate en las necesidades del mundo. Por lo tanto, para el secularista, aceptar un futuro reino de Cristo en nuestro planeta, es imposible. Sería como creer verídico un cuento de ciencia ficción.

En la Tierra están los verdaderos problemas, argumentan. De ahí que descreen en el Reino de Dios con la Nueva Jerusalén bajando de los cielos. Para ellos, estas promesas son fantasías que hay que erradicar de las prédicas dominicales. Y no solo descreen de las promesas futuras, sino que algunos, hasta ponen en tela de juicio verdades como la misma existencia del infierno. Tal es el caso del extraño pastor Rob Bell para quién, la doctrina del infierno no solo es "mentirosa" sino que además, aleja a los presuntos candidatos del amantísimo Dios.

Parece que Bell, en toda su sapiencia, pasa por alto una verdad fundamental: el que atrae a los fieles a Cristo es el mismo Dios. (Ver Romanos 8:30) y que el infierno se infiere, en Lucas 16:19-31. En cuanto al castigo eterno, citemos lo que el propio Papa Benedicto XVI dijo en febrero de 2008: "el infierno existe, y no está vacío". Parece increíble que Bell se llame cristiano ¿verdad?

¿Qué se puede responder a este tipo de cuestionamientos?

El cristiano es la sal de la tierra (Mateo 5:13) Como tal, debe si o sí, obrar para el bienestar del resto de la sociedad (Lucas 10: 25-37) y no, como hacen por ejemplo, los Testigos de Jehová, esconder la cabeza bajo un hoyo en la tierra con el pretexto que el mundo será destruido. Pero para favorecer el bienestar de las personas, no se precisa convertirse “en mundano” sino que, siendo hijos del Altísimo bien que se puede con su ayuda, colaborar para aliviar las cargas de millones de pobres y hambrientos.

Hay que recordar que, el que da al pobre, a Dios presta ( Proverbios 19:17) y este lo devolverá a su tiempo. El cristiano debe vivir en una sociedad violenta, mentirosa y mezquina, rodeado de encantamientos peligrosos y trampas diabólicas y en ese contexto, dejar en claro que Cristo y su mensaje, es la opción. Aún así, no será fácil la tarea. Los secularistas se aprovechan de las falencias de los cristianos comprometidos en a misión para resaltar lo negativo.

Por ejemplo: recuerdo un video donde cierto jefe de una isla del Pacífico Sur salió a recibir con mal genio a un grupo de antropólogos y lo primero que les preguntó era si venían en misión cristiana. Cuando le dijeron que no, aceptó tratar con las visitas. Al preguntarle los recién llegados el motivo de la actitud, manifestó que, antes de llegar los misioneros evangélicos la gente vivía bien arraigadas a sus costumbres ancestrales (algunas implicaba matar rivales para apoderarse de sus cabezas) pero que, con el tiempo, al cambiarles las ideas se volcaron a los vicios occidentales, quedando en un limbo donde no eran ni la sombra de lo que fueron en el pasado.

Convengamos que, la modernidad, con o sin Cristo, igual alcanzó esa parte del Pacífico Sur de modo que tengo mis dudas si el misionero evangélico es portador de males. Yo pienso que no, aunque pudieron o pueden haber excepciones. De hecho, se me viene a la mente las palabras del otrora poderoso líder Mau Mau de Kenia, Jomo Kenyatta quién declaró una vez: "Cuando los blancos llegaron, ellos tenían la Biblia y nosotros las tierras. Nos enseñaron a orar con los ojos cerrados. Cuando los abrimos, ellos tenían las tierras y nosotros la Biblia".

Aún así, a pesar de esta oposición o intención de cambiar lo tradicional del mensaje cristiano, no hay que dejar de recordar que todo lo que se ve es supervisado por  Dios Todopoderoso y que, por alguna razón que nos habrá de explicar a futuro (Deuteronomio 29:29), ahora vivimos en un periodo de Gracia donde sobreabundan las injusticias, que culminará con la llegada de Cristo como Rey de Reyes a buscar su Iglesia. En este proceso, parte del mundo, por no haberlo aceptado como Señor y Salvador, quedara al margen.

La Gran Comisión (Mateo 28:18-19)de ir y predicar el evangelio, es un honor que Cristo les hace a sus hermanos de carne y sangre, de participar en un trabajo glorioso de acercar almas al Reino que habrá de venir. El que crea y se convierta, será salvo, dice la Escritura y también, que Jesús es el camino, la verdad y la vida y nadie llega al Padre sino es a través de él. Juan 14:16.

Si Cristo no hubiera tenido interés en predicar su mensaje, si el pensamiento humanista es en verdad, depósito de lo que se requiere para vivir, entonces las buenas nuevas de los evangelios no tienen sentido de ser. La Biblia explica a cualquiera que se digne a leerla con el corazón y la mente llena de Espíritu Santo, el verdadero estado del hombre sin Cristo. (Repase para convencerse, lo que dice Pablo del hombre sin Dios en Romanos 1, 2, 3.)

La teología de la Secularización con su ética situacional o nueva moralidad, amenaza las enseñanzas de Dios en los mandamientos al tratar de reemplazar las directivas del Altísimo con nuevos códigos al estilo de Hammurabi; separa la enseñanza bíblica de la revelación de Dios; se desliga de la moral que Dios quiere para rebajarse al parecer de los hombres que piensan que cosas son correctas y que no, sin tener en cuenta que la mente del ser humano esta corrupta por el pecado; repudia a Dios como autoridad suprema y coloca en su lugar a una criatura creada, imperfecta, como lo es el hombre.

La ética situacional es directamente, apostasía que da por sentado que el amor humano no tiene corrupción pecaminosa y que este, sin la gracia correctiva de Dios, puede guiarnos hacia mejores actitudes. No hace referencia al arrepentimiento, a la gracia divina, la necesidad de ser salvos por fe, a la gracia redentora. Es en síntesis, una propuesta hacia la rebelión de los mandatos divinos y basta leer la advertencia en 1 Samuel 15:23 como para que, un verdadero cristiano se abstenga de comulgar con estas ideas.

El hombre, parecen decir los secularistas, es lo suficientemente maduro gracias a la razón y a la ciencia moderna, que ya no requiere de la Biblia ni de preceptos divinos para vivir dignamente sin ejercer maldad. El mundo del siglo 21 esta derrumbándose y es una sociedad casi por completo secular ¿acaso no basta esta muestra para demostrarle a los secularistas que el hombre por si mismo jamás logrará algo bueno?

Cuando los comunistas ateos se hicieron cargo de esa inmensa porción de tierras llamada Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, pensaron que sin Dios, todo sería mucho mejor. ¿Adónde esta la URSS ahora? Cayó muerta en menos de cien años y con su muerte, se llevó millones de vidas inocentes. Los ateos comunistas mataron más personas que todas las persecuciones ordenadas por el Vaticano. Sin embargo, algunos todavía insisten en hacernos creer, que el hombre por si mismo, desde la dictadura de lo secular, que menosprecia el pensamiento mágico o espiritual,  lo puede todo.

Está bien separar la iglesia del Estado. Contribuye a que el cuerpo de Cristo se mantenga lejos de la corruptibilidad política ocupándose de lo que verdaderamente le importa: el pastoreo de los Hijos de Dios.

Está bien que la iglesia se ocupe de los pobres, de los necesitados, pero nunca al precio de acabar con la supremacía del control Divino sobre cada uno de nuestros actos. Si el ateo quiere vivir como si Dios no existe, perfecto, pero nosotros, los cristianos, queremos vivir como interpretamos nosotros que Dios quiere que vivamos en esta sociedad corrupta e infeliz y, en este deseo, nos apoyan los derechos humanos que dictaminan la libertad de conciencia.

Esta bien una sociedad más justa y tolerante, pero nunca al precio de tener libertad al extremo de ser vilipendiados, como sucede en algunas partes de Europa donde, por orar por un enfermo en un hospital público, se corre el riesgo de perder un empleo. De ninguna manera aceptaremos un secularismo radical que nos quiera imponer la renuncia a reconocer la soberanía del Dios Trino sobre nuestras vidas y de su creación. La Teología de la Secularización, en Sudamérica parece haberse instalado con matices, en algunas iglesias protestantes tradicionales, mientras que el resto, o sufre proceso de pentecostalisación o bien, se mantienen con una teología tradicional.

Nota

1. Las masacres empezaron con el degüello de 23 sacerdotes encarcelados en la prisión de la Abadía por unos federados marselleses y bretones. Otro grupo de los 150 sacerdotes que estaban encarcelados en el convento de las Carmelitas, trataron de organizar alguna resistencia pero fracasaron. Cuando llegó el grupo ejecutor al convento, los sacerdotes se dirigieron a la capilla en la que fueron asesinados a golpes de pico, de hacha y bastón. En este lugar fueron "juzgadas" y "ejecutadas" más de 300 personas. Stanislas-Marie Maillart, ejecutor de las órdenes del Comité de vigilancia, condenó, uno a uno, a todos aquellos que fueron presentados delante suyo.  Esta masacre duró toda la noche. En simultáneo, cuatro sacerdotes fueron asesinados en la iglesia de Saint-Paul Saint Louis (actual iglesia de Saint-Paul en le Marais), antigua iglesia perteneciente a los jesuitas.

Los asesinatos se llevaron a cabo durante cinco días, en las demás cárceles: en la Conserjería, en la Prison du Grand Châtelet, en la Force en Salpêtriére, Bicêtre y en la Prison des Carmes. Marat pretendía que estos "tribunales populares" se extendieran por toda Francia. A tal fin hizo publicar en sus periódicos una circular, fechada el 3 de septiembre, en la que justificaba los castigos y suscitaba las iras que provocaron más "juicios" sumarios: "La Comuna de París desea informar a sus hermanos de todos los departamentos, que una parte de los temibles conspiradores detenidos en las cárceles ha sido condenada a muerte por el pueblo: actos de justicia que creen indispensables a fin de acabar, por temor, con todas las legiones de traidores encerrados tras sus muros; por el momento se ha conseguido que el enemigo se detenga y, sin duda alguna, toda la nación, después de la larga sucesión de traiciones que la han conducido al abismo, se decidirá a adoptar estas medidas si las cree necesarias para la salud pública, y todos los franceses dirán, como los parisinos: "Nosotros moriremos frente al enemigo, pero no dejaremos detrás nuestro a estos delincuentes para que maten a nuestros hijos y a nuestras mujeres".

Asimismo, se llevaron a cabo otras muertes en Orleáns, Meaux o Reims, pero la situación en las provincias fue mucho más moderada en relación a los fallecidos de la capital. En total y durante estos días de septiembre, en París y en sus distintos departamentos se realizaron más de 1.400 ejecuciones.

Las matanzas no se limitaron a los contrarrevolucionarios, fueron asesinados también pequeños comerciantes o artesanos, y si bien los contrarrevolucionarios fueron las primeras víctimas, la mayoría de los prisioneros por delitos comunes fueron, asimismo, ejecutados. El 4 de septiembre en la cárcel-hospital de Salpêtriére los asesinos violaron y mataron a las prostitutas, a las locas e incluso a los niños del orfelinato.

Obras consultadas

Habermas, Jügen; Ratzinger, Joseph: Dialéctica de la Secularización. Sobre la razón y la religión; Ediciones Encuentro S.A,; Madrid; España; 2006.

Habermas, Jürgen: Entre naturalismo y religión; Ediciones Paidós Ibérica S.A.;Barcelona; España; 2006.

Julio Sosa
"Cambalache"
Tango de Enrique Santos Discépolo
Ácida crítica al mundo de parte de un poeta mayor de Buenos Aires.

 Genesis
"Land of Confusion"
El mundo parodiando al mundo,
El secularismo inconforme con el secularismo.
Sin Dios, sin respeto por las ideas religiosas,
Parece obvio que el secularismo perderá la esencia que lo caracterizaba:
La Tolerancia por las minorías y el pensamiento diferente.
Tanto el Tango Cambalache como Land of Confusion fueron dados a conocer hace muchos años.
Sin embargo, sus letras siguen vigente.
¿Por qué? El hombre nunca cambiará a menos que Cristo haga el cambio.
Si el secularismo ha llegado, como piensan muchos, para imponer una sociedad más justa,
De ningún modo habrá justicia en el mundo,
Si se ningunea el pensamiento de aquellos que quieren o necesitan creer en Dios.



© Marc Pesaresi

domingo, 29 de mayo de 2016

¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?





 Por lo general, 
asumimos que prójimo son todas las personas sin importar condición, raza o religión. 
Pero en tiempos de Jesús no era así. 


En castellano, el vocablo admite: "persona considerada en relación con cualquier otra, con la que forma parte de la humanidad". En inglés, por el contrario, se vierte como "neighbor" que significa vecino.

En la Biblia, aparece en original en griego koiné como "plesion" que significa cualquier otro hombre sin importar raza o religión, cualquier persona con quien tengamos la oportunidad de encontrarnos.

Pero en hebreo bíblico, prójimo deriva del vocablo רֵעַ réa que quiere decir asociación de ideas o רֵיעַ réya que quiere decir asociado (más o menos íntimo).  Viene de la raíz raá, cuidar, apacentar un rebaño, pastar, gobernar, alimentar, compañero, amigo, entremeter, frecuentar, etc. Asociado es una persona que acompaña a otra en alguna misión o forma parte de alguna compañía. Alguien ligado por algún tipo de relación permanente o no,  para cumplir un propósito en común donde ambos tienen participación.

Ahora se entiende, porque Jesús utilizó la parábola del buen Samaritano para hacer entender que su ministerio se extendería a todos los hombres como una ayuda. En efecto, Jesús vino a ayudarnos a obtener vida eterna.

Porque en la parábola Jesús; que hablaba seguramente en hebreo con un intérprete de la Ley, persona que no solo leía sino que además explicaba a los demás; deja claro que prójimo ya no sería solamente un asociado (como lo entendían los hebreos) sino también, todas las demás personas. De ahí que termina ordenándole: -Vé, y haz tú lo mismo. O sea, ayuda y cuida a cualquiera que lo esté pasando mal.

Recordemos que este intérprete llegó a la presencia de Jesús imbuido en las interpretaciones de la ley, por la cual prójimo solo eran los hebreos asociados en raza y religión. Por eso, le pregunta a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? de ningún modo Cristo lo dio por inocente porque siendo intérprete no podía ignorar quien lo era. Pero aprovechando su orgullo y su intento de justificarse, torció el argumento del intérprete y le dio una lección de quién sería, a partir de ese momento, el verdadero prójimo según su doctrina.

Por eso y con el fin de ilustrar la dureza de corazón de los hebreos, en la parábola, pasan al lado del hombre herido; seguramente un extranjero; un sacerdote quién, conociendo la ley, no le prestó ayuda porque consideró que no era su prójimo o asociado. Lo mismo ocurrió con el levita.

Jesús aprovecha el momento, para explicarle que prójimo ya no sería solamente un asociado, sino cualquier persona que "en necesidad"  requiere de la implicación de otro, para colaborar en la solución de los problemas que lo afligían hasta que estos se resuelvan.

(C) Marc Pesaresi

Colaboró
Rodica Pop

miércoles, 4 de mayo de 2016

TESTIMONIOS CRISTIANOS EVANGÉLICOS - LEE STROBEL EX ATEO




LEE STROBEL
EL CASO DEL CREADOR
Un periodista ateo decide  investigar sobre las evidencias de Dios 
¿Propósito?
Demostrar que todo cuanto existe no proviene de un ser divino sino de la naturaleza.
Indagó en Cosmología, Física, Genética y Biología Molecular.
El resultado de su trabajo determinó su conversión

El adiós al ateísmo de Lee Strobel
Tu Blog en Protestante Digital
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Website de Lee Strobel
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El Caso de Cristo
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(c)Marc Pesaresi

lunes, 7 de marzo de 2016

LOS EVANGÉLICOS y LA AUTOCRÍTICA



La autocrítica es un modo de ponerse a prueba uno mismo. Un exámen a fondo de todo lo actuado, una verificación de lo dicho y realizado. La autocrítica es una conducta que pretende producir un cambio en nuestro comportamiento para evitar fallos y conseguir mejoras en nuestra vida. La autocrítica lleva implícita una autoexigencia de cambiar. La autoexigencia consiste en un impulso que demanda cambios de pensamientos y conductas. Sin embargo, cambiar no es sencillo para nadie. El ejercicio de la autocrítica siempre batalla contra el orgullo personal, el ego (Yo) de cada uno de nosotros. 

La autocrítica debe realizarse con moderación

De lo contrario, puede derivar hacia la autocrítica destructiva que es "cuando nos encontramos con falta de asertividad, culpándonos, no expresándonos (por ejemplo, no mostrando enfado), no fiándonos de los demás y manteniéndolos a distancia, esforzándonos duramente en ser deseables a todo el mundo o evitando la intimidad, y, sobre todo, cuando nos exigimos cambiar inútilmente aquello que creemos que nos hace rechazables a los demás; podemos pensar que en esos problemas juega un papel importante el exceso de vergüenza y autocrítica". En síntesis, si la autocrítica se realiza con muy baja autoestima, seguramente será capitalizada por el enemigo de Dios para impulsar sentimientos de culpa.

"La autocrítica tiene una función inicial: la autocorrección. Nos autocriticamos cuando hemos cometido algún fallo, para prevenir o impedir que vuelva a repetirse. Es una función positiva de la autocrítica dirigida a mejorarnos. El problema psicológico aparece cuando la autocrítica se hace excesiva o se hace para otros fines. Si se hace exagerada o no la convertimos en conductas operativas que resuelvan el fallo, puede llegar a ser simplemente un castigo hacia nosotros mismos, por haber errado y ponernos en riesgo de recibir una fuerte crítica externa. Pasando la línea de una autocrítica constructiva, podemos llegar a despreciarnos, y rizando el rizo la propia autocrítica puede convertirse en fuente de autocrítica, porque sentimos el daño que nos hace y fallamos a la hora de acabar con ella" dice la página de Psicoterapeutas

¿Solo los científicos practican la crítica constructiva?

El físico, filósofo, epistemólogo y humanista ateo argentino Mario Bunge escribe en su libro Mitos, Hechos y Razones la siguiente frase: “La moral de la ciencia incluye la propiedad común de la información, así como el derecho y el deber de practicar la crítica constructiva. Pero es sabido que este código moral no se aplica a ninguna otra comunidad que no sea la científica”.

Trasladando sus palabras al ámbito de lo religioso, muchas de las grandes confesiones y justo es admitirlo, no realizan crítica constructiva con asiduidad. Pero generalizar no es bueno. Bunge sesga lo inconveniente porque nada dice de lo anárquico que es el mundo de los científicos. 

Nos han convencido que los hombres y mujeres que hacen ciencia son algo así como sacerdotes inhumanos impolutos de errores y falencias. Nada que ver. Son tan humanos como cualquiera de nosotros y son víctimas de sus propias pasiones, creencias e ideologías como cualquier creyente. En síntesis, no es cierto que la autocrítica entre científicos este a la orden del día. En este punto, recomiendo la lectura del libro de Michael Brooks Radicales Libres que ha sido publicado en parte por Google Books. (Para acceder, click aquí)

Ejercer la autocrítica no es fácil 

Nadie puede criticarse a sí mismo objetivamente porque la subjetividad atenta contra el análisis. Tampoco la crítica que viene desde afuera puede ser objetiva. Puede estar impregnada de malas intenciones. De modo que criticar constructivamente lo que uno hace es harto complicado. 

Para peor, en ocasiones cuando nos llegan "observaciones"  tampoco la aceptamos porque presumimos que nos critican porque están en contra de uno y claro, esta "oposición" levanta calumnias y falsos testimonios con el fin de perjudicarnos. En este punto, caemos en el error de presuponer que  todos los demás son culpables de nuestros males propios y ajenos.

Ahora bien: conviene separar autocrítica personal de la crítica constructiva colectiva. Si bien muchos practican la autocrítica constructiva, los colectivos religiosos a nivel jerarquía son más reacios a realizarla. Entre los Testigos de Jehová –por ejemplo- la autocrítica y la crítica constructiva a nivel de fieles es imposible. A cada error le viene una justificación. Así, cada profecía fallida, le sobreviene una explicación de parte del Cuerpo Gobernante que es aceptada por el resto, con naturalidad.

Entre los católicos hubo que esperar que salieran a la luz del secularismo, gravísimas violaciones a los derechos humanos de parte de curas y monjas para que, por fin, la ICAR pidiera perdón luego de un examen difícil de las conductas propias reclamada en su momento, por la prensa, ongs y personas afectadas.


¿Qué dice la Biblia sobre autocrítica?

El mejor pasaje que he encontrado en las Escrituras refiere al apóstol Pablo en 2 Corintios 13:5 "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?." 

En lenguaje actual: "Pónganse a pensar en su manera de vivir, y vean si de verdad siguen confiando en Cristo. Hagan la prueba, y si la pasan, es porque él vive en ustedes. Pero sino confían en Cristo de verdad, es porque él no está en ustedes". Hay muchas cosas para mejorar así que, bienvenida la crítica constructiva con la ayuda de Dios.

Carolina Alfaro





martes, 1 de marzo de 2016

RELACIÓN ENTRE CIENCIA y CRISTIANISMO



¿Cuál es la Relación entre la Ciencia y la Religión?



Por

William Lane Craig

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Traducido 

por 

Erick Soledispa



Este artículo examina varias formas en que la ciencia y la teología se relacionan entre sí

En 1896 el presidente de la Universidad de Cornell, Andrew Dickson White, publicó un libro titulado Una Historia del Enfrentamiento de la Ciencia con la Teología en Cristendom. Bajo la influencia de White, la metáfora de “enfrentamiento” para describir las relaciones entre la ciencia y la fe Cristiana se volvió muy extendida durante la primera mitad del siglo XX. La opinión dominante en el Occidente -incluso entre cristianos- llegó a ser que la ciencia y el cristianismo no son aliados en la búsqueda de la verdad, sino que son adversarios.

Para ilustrar, varios años atrás tuve un debate con un filósofo de la ciencia en la Universidad Simon Fraser en Vancouver, Canadá, sobre la cuestión “¿Son la Ciencia y la Religión Mutuamente Irrelevantes?” Cuando caminé al campus, vi que los estudiantes cristianos que patrocinaban el debate lo habían anunciado con grandes pancartas y posters que proclamaban “La Ciencia vs. El Cristianismo”. Los estudiantes estaban perpetuando el mismo tipo de mentalidad de enfrentamiento que Andrew Dickson White proclamaba hace más de cien años.

Lo que ha sucedido, sin embargo, en la segunda mitad de este siglo, es que historiadores y filósofos de la ciencia han venido a apreciar que esta supuesta historia de enfrentamiento es un mito. Como Thaxton y Pearcy señalan en su reciente libro The Soul of Science [El Alma de la Ciencia], por más de 300 años entre el auge de la ciencia moderna en el siglo XVI y finales del siglo XIX, la relación entre la ciencia y la religión puede describirse mejor como una alianza. Hasta finales del siglo XIX, los científicos eran típicamente creyentes cristianos que no encontraban conflicto entre la ciencia y su fe –gente como Kepler, Boyle, Maxwell, Faraday, Kelvin, y otros. 

La idea de un enfrentamiento entre la ciencia y la religión es una invención relativamente reciente, de finales del siglo XIX, nutrida cuidadosamente por pensadores seculares que tenían como objetivo el socavamiento del dominio cultural del cristianismo en el Occidente y su remplazamiento por el naturalismo –el concepto de que nada fuera de la naturaleza es real y que la única forma de descubrir la verdad es por medio de la ciencia. Éstos tuvieron un éxito notable en impulsar su agenda. Pero los filósofos de la ciencia durante la segunda mitad del siglo XX han venido a comprender que la idea de un enfrentamiento entre la ciencia y la teología es una crasa simplificación excesiva. El libro de White es considerado ahora como una suerte de mal chiste, una pieza propagandista sesgada y distorsionada.

Ahora bien, algunas personas reconocen que la ciencia y la religión no deberían considerarse enemigas, pero sin embargo tampoco piensan que deberían considerarse amigas. Dicen que la ciencia y la religión son mutuamente irrelevantes, que representan dominios que no se traslapan. Algunas veces uno escucha eslóganes tales como “La ciencia trata con los hechos y la religión trata con la fe.” Pero esto es una crasa caricatura tanto de la ciencia como de la religión. 

Al examinar el Universo, la ciencia encuentra problemas y preguntas que son de carácter filosófico y que por tanto no se pueden resolver científicamente, pero que pueden ser iluminadas por una perspectiva teológica. De la misma manera, es sencillamente falso que la religión no haga afirmaciones factuales sobre el mundo. Las religiones del mundo hacen varias afirmaciones conflictivas sobre el origen y la naturaleza del Universo y la humanidad, y las mismas no pueden todas ser verdaderas. Así que la ciencia y la religión son como dos círculos que se intersectan o traslapan parcialmente. Es en el área de intersección donde acontece el diálogo.

Y durante el último cuarto de siglo, un diálogo floreciente entre la ciencia y la teología ha venido ocurriendo en América del Norte y Europa. Durante un discurso frente a una conferencia sobre la historia y la filosofía de la termodinámica, el prominente físico británico P. T. Landsberg empezó de pronto a explorar las implicaciones teológicas de la teoría científica que estaba discutiendo. El observó,

Hablar sobre las implicaciones de la ciencia para la teología en una reunión científica parece romper con un tabú. Pero quienes piensan de este modo están desactualizados. Durante los últimos 15 años este tabú ha sido removido, y al hablar de la interacción de la ciencia con la teología en realidad me muevo con una corriente.

Numerosas sociedades han surgido para promover este diálogo, como la Asociación Europea para el Estudio de la Ciencia y la Teología, el Foro para la Ciencia y la Religión, El Centro Berkeley para la Teología y la Ciencia Natural, y otros. Especialmente significativas han sido las continuas conferencias patrocinadas por el Centro Berkeley y el Observatorio Vaticano, en las que científicos prominentes como Stephen Hawking y Paul Davies han explorado las implicaciones de la ciencia para la teología con teólogos prominentes como John Polkinghorne y Wolfhart Pannenberg. 

No solamente existen revistas profesionales dedicadas al diálogo entre la ciencia y la religión, tales como Zygon y Perspectivas sobre la Ciencia y la Fe Cristiana, sino, más significativamente, existen revistas seculares como Naturaleza y la Revista Británica para la Filosofía de la Ciencia, las cuales también contienen artículos sobre las implicaciones mutuas de la ciencia y la teología. La Fundación Templeton ha otorgado su Premio Templeton (de millones de dólares) en la Ciencia y Religión a pensadores sobresalientes integradores tales como Paul Davies, John Polkinghorne y George Ellis por su trabajo en ciencia y religión. El diálogo entre la ciencia y la religión se ha vuelto tan significativo en nuestros días, que tanto la Universidad de Cambridge como la Universidad de Oxford han establecido cátedras en ciencia y teología.

Comparto todo esto para ilustrar un punto. Los individuos que piensan que la ciencia y la religión son mutuamente irrelevantes necesitan comprender que el gato ya está fuera de la bolsa; y me atrevo a decir que es poco probable que lo vuelvan a meter. La ciencia y la religión han descubierto que tienen intereses importantes mutuos y contribuciones importantes que hacerse el uno al otro, y quienes no gusten de esto pueden escoger no participar en el diálogo, pero esto no va a clausurar el diálogo o a demostrar que carece de sentido.

Entonces, exploremos juntos algunas de las formas en que la ciencia y la religión sirven como aliados en la búsqueda de la verdad. Permítame sugerir seis formas en que la ciencia y la religión son relevantes entre sí, empezando por lo más general y volviéndonos luego a lo más particular.

1. La Religión proporciona el marco conceptual en el cual la Ciencia puede florecer. La ciencia no es algo que es natural a la humanidad. Como ha enfatizado el escritor de ciencia Loren Eiseley, la ciencia es “una institución cultural inventada” que requiere de un “suelo único” para florecer.[1] Aunque vislumbres de ciencia aparecieron entre los antiguos griegos y chinos, la ciencia moderna es hija de la civilización Europea. 

¿Por qué es esto así? Se debe a la contribución única de la fe cristiana a la cultura Occidental. Como Eiseley enuncia, “es el mundo cristiano el que finalmente dio a luz en una forma clara y articulada al método experimental de la ciencia misma”.[2] En contraste con las religiones panteístas y animistas, el cristianismo no ve al mundo como divino, o habitado por espíritus, más bien lo ve como el producto natural de un Creador trascendente que lo diseñó y lo trajo a la existencia. De modo que el mundo es un lugar racional que está abierto a la exploración y al descubrimiento.

Además de eso, toda la empresa científica está basada en ciertas suposiciones que no pueden ser probadas científicamente, pero que son garantizadas por la cosmovisión cristiana. Por ejemplo, las leyes de la lógica, la naturaleza ordenada del mundo externo, la confiabilidad de nuestras facultades cognitivas para conocer el mundo, y la objetividad de los valores morales usados en la ciencia. 

Quiero enfatizar que la ciencia no podría ni siquiera existir sin estas suposiciones, y sin embargo estas suposiciones no pueden ser probadas científicamente. Se trata de suposiciones filosóficas que, interesantemente, son arte y parte de una cosmovisión cristiana. Entonces, la religión es relevante para la ciencia ya que puede proporcionar un marco conceptual en el que la ciencia puede existir. Más que eso, la religión cristiana históricamente ha provisto el marco conceptual en que la ciencia moderna nació y fue cultivada.

2. La Ciencia puede tanto falsificar como verificar las afirmaciones de la religión. Cuando las religiones hacen afirmaciones sobre el mundo natural, ellas intersectan el dominio de la ciencia y están, en efecto, haciendo predicciones que la investigación científica puede verificar o falsificar. Permítame dar algunos ejemplos de cada uno.

Primero, ejemplos de falsificación. Algunos ejemplos son obvios. Las visiones de las antiguas religiones griegas e indias de que el cielo descansaba sobre los hombros de Atlas, o el mundo sobre el caparazón de una gran tortuga, fueron fácilmente falsificadas. Pero también tenemos a disposición ejemplos más sutiles.

Uno de los ejemplos más notorios fue la condenación de la Iglesia medieval a Galileo por su postura de que la Tierra se mueve alrededor del sol, y no lo contrario. Sobre la base de una interpretación equivocada de ciertos pasajes de la Biblia, como Sal. 93:1: “[El Señor] ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido”, los teólogos medievales negaron que la Tierra se movía. La evidencia científica eventualmente falsificó esa hipótesis y la Iglesia llegó a admitir tardíamente su equivocación.

Otro ejemplo interesante donde la ciencia falsifica un concepto religioso lo vemos en la afirmación de varias religiones Orientales, como el Taoísmo y ciertas formas de Hinduismo, de que el mundo es divino y por consiguiente, es eterno. El descubrimiento durante este siglo de la expansión del Universo revela que lejos de ser eternos, toda la materia y la energía, hasta el espacio físico y el tiempo mismos, vinieron a existir en un punto finito del pasado antes de lo cual no existía nada. 

Como dice Stephen Hawking en su libro del 1996 La Naturaleza del Espacio y el Tiempo, “casi todos creen ahora que el Universo, y el tiempo mismo, tuvieron un comienzo en el big bang [la gran explosión]”.[3] Pero si el Universo vino a la existencia en la Gran Explosión, entonces es temporalmente finito y contingente en su existencia, y por lo tanto ni es eterno ni divino, como lo habían confirmado las religiones panteístas.

Por otra parte, la ciencia también puede verificar afirmaciones religiosas. Por ejemplo, una de las doctrinas principales de la fe Judeo-Cristiana es que Dios creó el Universo de la nada hace un tiempo finito atrás. La Biblia comienza con las palabras, “En el principio creó Dios los cielos y la Tierra” (Génesis 1.1). La Biblia enseña con esto que el Universo tuvo un comienzo. Esta enseñanza fue repudiada por la filosofía antigua griega y el ateísmo moderno, incluyendo el materialismo dialectico. 

Luego en 1929, con el descubrimiento de la expansión del Universo, esta doctrina fue dramáticamente verificada. Los físicos John Barrow y Frank Tipler, hablando del principio del Universo explican, “En esta singularidad, el espacio y el tiempo vinieron a la existencia; literalmente nada existía antes de la singularidad, así que, si el Universo se originó en tal singularidad, tendríamos verdaderamente una creación ex nihilo (de la nada)”.[4] La ciencia entonces, contra toda expectativa, verificó esta predicción religiosa. Robert Jastrow, director del Instituto Goddard para los Estudios Espaciales de la NASA, lo visualiza de esta manera:

[El científico] ha escalado la montaña de la ignorancia; está por conquistar el pico más alto; mientras se impulsa sobre la última roca, es saludado por un grupo de teólogos que llevan sentados allí por siglos.[5]

Una segunda verificación de una creencia religiosa es la afirmación de las grandes fes [religiones] monoteístas acerca de que el mundo es producto del diseño inteligente. Los científicos originalmente pensaban que cualesquiera hayan sido las condiciones iniciales del Universo, eventualmente el Universo evolucionaría en las formas complejas de vida que vemos hoy. 

Pero durante los últimos cuarenta años, aproximadamente, los científicos han quedado absortos con el descubrimiento de cuán complejo y sensible debe ser el balance de las condiciones iniciales dadas en la Gran Explosión para que Universo permita el origen y la evolución de vida inteligente en el cosmos. En los varios campos de la física y la astrofísica, la cosmología clásica, la mecánica cuántica y la bioquímica, los descubrimientos han revelado que la existencia de vida inteligente depende de un balance delicado de las constantes y las cantidades físicas. 

Si cualquiera de éstas fuera a ser alterada ligeramente, el balance sería destruido y la vida no existiría. De hecho, el Universo parece haber sido incomprensiblemente bien ajustado desde el momento de su incepción para la producción de vida inteligente. Sabemos que universos que prohíban la vida son vastamente más probables que cualquier Universo que permita la vida como el nuestro. ¿Qué tanto más probable?

La respuesta es que las probabilidades de que el Universo sea uno que permite la vida son tan infinitésimas, al punto de ser incomprensibles e incalculables. Por ejemplo, Stephen Hawking ha estimado que si la velocidad de la expansión del Universo un segundo después de la Gran Explosión hubiera sido menor incluso en una parte en cien mil millones de millones, el Universo habría re-colapsado en una pelota de fuego ardiente.[6] 

P. C. W. Davies ha calculado que las probabilidades en contra de que las condiciones iniciales sean propicias para una posterior formación de las estrellas (sin lo cual los planetas no podrían existir), son de uno seguido de mil billones de billones de ceros, a lo menos.[7] Él estima que un cambio en la fuerza de gravedad, o en la fuerza débil, por tan sólo una parte en 10100, hubiera impedido un Universo que permita la vida.[8] Hay un número de esas cantidades y constantes presentes en la Gran Explosión, las mismas que deben estar bien afinadas de este modo si es que el Universo va a permitir la vida. De modo que la improbabilidad es multiplicada por improbabilidad hasta que nuestras mentes se enredan con números incomprensibles.

No hay razón física de porqué esas constantes y cantidades poseen los valores que tienen. El otrora físico agnóstico Paul Davies comenta, “Mediante mi trabajo científico he venido a creer con más y más fuerza que el Universo está configurado con un ingenio tan asombroso que no puedo aceptarlo meramente como un hecho bruto”.[9] De igual manera, Fred Hoyle observa, “Una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que un súper intelecto ha manipulado la física”.[10]

Nuestro descubrimiento del ajuste fino de la Gran Explosión para vida inteligente es como alguien que camina a través del desierto de Gobi y, rodeando una duna de arena, de repente es confrontado con un rascacielos del tamaño del Edificio Empire State. Nosotros correctamente rechazaríamos como una sugerencia disparatada el que solo se formó en ese lugar por casualidad. Y de igual forma nos parecería absurda la idea de que cualquier ordenamiento de partículas de arena en ese lugar es improbable, de forma que no hay nada que explicar.

¿Por qué? Porque el rascacielos exhibe una complejidad que no está presente en los ordenamientos de arena al azar. Pero, ¿Por qué debería la complejidad del rascacielos parecernos algo especial? John Leslie dice que es porque hay una explicación manifiesta de la complejidad del rascacielos que no es sugerida por el simple ordenamiento de granos de arena al azar, a saber, el diseño inteligente.[11] De la misma manera, Leslie concluye, el ajuste fino de las condiciones iniciales del Universo para la vida apunta a la explicación del diseño inteligente.Por lo tanto, la ciencia puede tanto falsificar y verificar las afirmaciones de la religión.

3. La ciencia encuentra problemas metafísicos que la religión puede ayudar a resolver. La ciencia tiene una sed insaciable por explicación. Pero eventualmente, la ciencia alcanza los límites de su habilidad explicativa. Por ejemplo, al explicar por qué varias cosas en el Universo existen, la ciencia finalmente confronta la pregunta de por qué el Universo mismo existe. Note que esto no necesita ser una pregunta sobre el origen temporal del Universo. Aún si el espacio-tiempo no tiene principio, y es eterno, todavía podemos preguntar por qué el espacio-tiempo existe. El físico David Park reflexiona, “Referente a por qué hay un espacio-tiempo, ésta parece ser una pregunta perfectamente científica; pero nadie sabe cómo responderla”.[12]

Aquí la teología puede ayudar. Los teístas tradicionales conciben a Dios como un ser necesario cuya no-existencia es imposible, el cual es el Creador del mundo contingente de espacio y tiempo. De modo que la persona que cree en Dios tiene los recursos para satisfacer la sed de la ciencia por explicaciones últimas. Podemos presentar este razonamiento en la forma de un argumento simple:

1. Toda lo que existe tiene una explicación para su existencia (ya sea en la necesidad de su propia naturaleza o en una causa externa).

2. Si el Universo tiene una explicación para su existencia, esta explicación es Dios.

3. El Universo existe.

4. Por lo tanto la explicación para la existencia del Universo es Dios.

4. La religión puede ayudar a adjudicar entre teorías científicas. Lawrence Sklar, un prominente filósofo de la ciencia, ha observado, “La adopción de una teoría científica en lugar de otra, por cierto en ocasiones en casos realmente cruciales, estriba tanto sobre […] presuposiciones filosóficas como sobre los datos sólidos [….]”[13] Particularmente, en casos donde dos teorías opuestas son empíricamente equivalentes, de manera que uno no puede decidir entre ellas sobre la base de la evidencia, consideraciones metafísicas, incluyendo consideraciones religiosas, entran en juego.

Un excelente ejemplo es la Teoría Especial de la Relatividad. Hay dos maneras de interpretar la esencia matemática de la Relatividad Especial. En la interpretación de Einstein, no hay un “ahora” absoluto en el mundo; más bien lo que es ahora es relativo a diferentes observadores en movimiento. Si tú y yo nos movemos con respecto el uno del otro, entonces lo que es ahora para mí no es ahora para ti. 

Pero en la interpretación de H. A. Lorentz, sí hay un ahora absoluto en el mundo, sólo que no podemos estar seguros de cuales eventos en el mundo están ocurriendo ahora ya que el movimiento afecta nuestros instrumentos de medición. Los relojes en movimiento corren despacio y las varas de medición en movimiento se contraen. Las interpretaciones Einsteiniana y Lorentziana son empíricamente equivalentes; no hay experimentos que uno pudiera realizar para decidir entre ellas.[14] Pero yo quiero argumentar que si Dios existe, entonces Lorentz tenía razón. Aquí está mi argumento:

1. Si Dios existe, entonces Dios está en el tiempo.

Esto es verdad porque Dios está realmente relacionado con el mundo como causa a efecto. Pero la causa de un efecto temporal debe existir antes, o al mismo tiempo, que su efecto. Entonces Dios debe estar en el tiempo.

2. Si Dios está en el tiempo, entonces existe un observador privilegiado.

Como Dios trasciende el mundo y es la causa de la existencia de todo en el mundo, Su perspectiva sobre el mundo es la perspectiva correcta.

3. Si un observador privilegiado existe, entonces un ahora absoluto existe.

Como Dios es un observador privilegiado, Su “ahora” es privilegiado. De modo que hay un ahora absoluto, tal como Lorentz afirmaba.

Esta es una conclusión bastante sorprendente en verdad. Pero estoy firmemente convencido que si Dios existe, entonces una teoría de la relatividad Lorentziana, más bien que la Einsteiniana, es correcta. Es difícil imaginar cómo la religión pudiera tener una mayor relevancia para la ciencia que esto, mostrar que una teoría es errónea y otra correcta.

5. La religión puede aumentar el poder explicativo de la ciencia. Uno de los pilares de la perspectiva científica contemporánea sobre el mundo es la evolución de la complejidad biológica desde formas de vida más primitivas. Desafortunadamente la corriente de síntesis neo-Darwiniana parece ser explicativamente deficiente en su detalle del surgimiento gradual de complejidad biológica. 

En primer lugar, los mecanismos neo-Darwinianos de mutación al azar y de selección natural operan demasiado lentos para producir, sin asistencia, vida sensible. En su Principio Cosmológico Antrópico, Barrow y Tipler enumeran 10 etapas en la evolución del homo sapiens, incluyendo etapas tales como el desarrollo del código genético basado en ADN, el origen de la mitocondria, el origen de la fotosíntesis, el desarrollo de la respiración aeróbica, y otros más, cada uno de los cuales es tan improbable que antes de haber ocurrido el sol habría cesado de ser una estrella de secuencia principal e incinerado la Tierra.[15] 

Ellos reportan que “se ha desarrollado un consenso general entre evolucionistas de que la evolución de vida inteligente, comparada con la habilidad del homo sapiens para procesar información, es tan improbable que su ocurrencia es inverosímil en ningún otro planeta del Universo visible entero”.[16] Pero si éste es el caso, entonces uno no puede sino preguntarse, ¿Por qué, fuera de un compromiso con el naturalismo, deberíamos pensar que la vida evolucionó al azar no asistido en nuestro planeta? 

En segundo lugar, la mutación al azar y la selección natural enfrentan dificultades para explicar el origen de sistemas irreduciblemente complejos. En su reciente libro La Caja Negra de Darwin, el microbiólogo Michael Behe explica que ciertos sistemas celulares como los cilios -o sistema de transportación de proteínas- son como máquinas microscópicas increíblemente complejas que no podrían funcionar a menos de que todas las partes estén presentes y funcionando.[17] 

Dentro de la síntesis neo-Darwiniana no hay una comprensión de cómo tales sistemas irreduciblemente complejos pueden evolucionar por mutación al azar y selección natural. Respecto a éstos, la teoría evolucionista contemporánea tiene un poder explicativo de cero. 

Para Behe, sin embargo, hay una explicación familiar que explica esta complejidad irreducible, una que en otros contextos empleamos sin vacilación: diseño inteligente. “La vida en la Tierra, en su nivel más fundamental, en sus componentes más fundamentales,” concluye Behe, “es el producto de actividad inteligente”.[18] La evolución gradual de complejidad biológica se explica mejor si existe una causa inteligente detrás del proceso, en lugar de solamente mecanismos ciegos. De modo que el teísta tiene los recursos explicativos disponibles de los cuales carece el naturalista.

6. La ciencia puede establecer una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa. El teólogo medieval Tomás de Aquino siempre suponía la eternidad del Universo en todos sus argumentos para la existencia de Dios, ya que suponer que el Universo comenzó a existir hacía las cosas muy fáciles para el teísta. “Si el mundo y el movimiento tienen un primer comienzo,” decía él, “claramente alguna causa debe postularse para este origen del mundo y del movimiento.” (Summa contra gentiles 1. 13. 30) Además, durante la Edad Media, sencillamente, no había forma empírica de probar la finitud del pasado. 

Pero la aplicación de la Teoría General de la Relatividad a la cosmología y el descubrimiento de la expansión del Universo durante este siglo parecen haber depositado en las manos del teólogo filosófico la premisa que precisamente faltaba en un argumento exitoso sobre la existencia de Dios. Porque ahora puede argumentar de la siguiente manera:

1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

2. El Universo comenzó a existir.

3. Por lo tanto, el Universo tiene una causa.

La premisa (2) es una afirmación neutral que puede encontrarse en casi cualquier texto de astronomía y astrofísica. Sin embargo, pone al ateo en una situación incómoda, ya que como Anthony Kenny de la Universidad de Oxford urge, “Un proponente de la teoría de la Gran Explosión, al menos si es un ateo, debe creer que […] el Universo vino de la nada y por la nada”.[19]

Pero con toda seguridad eso es metafísicamente imposible. De la nada, nada viene. Así que, ¿Por qué existe el Universo, en lugar de solo nada? Es plausible que exista una causa que trajo al Universo a la existencia. Ahora, por la propia naturaleza del caso, siendo la causa del espacio y del tiempo, esta causa debe ser un ser no causado, inmutable, atemporal e inmaterial de poder inimaginable, el cual creó el Universo. 

Más aún, yo argumentaría, debe ser personal. Porque, ¿cómo más podría una causa atemporal dar origen a un efecto temporal como el Universo? Si la causa fuera un conjunto impersonal de condiciones suficientes y necesarias, entonces la causa nunca podría existir sin el efecto. Si la causa estuviera eternamente presente, entonces el efecto estaría eternamente presente también. 

La única forma para que la causa sea atemporal, y que el efecto comience en el tiempo, es que la causa sea un agente personal que libremente elige crear un efecto en el tiempo, sin ninguna condición previa determinante. Por lo tanto, somos traídos no solamente a una causa trascendente del Universo, sino a su creador personal.

Todo lo dicho no es para hacer un juicio simplista e ingenuo de que “La ciencia prueba que Dios existe”. Más bien es decir que la ciencia puede establecer la verdad de una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa.En resumen, hemos visto seis formas diferentes en que la ciencia y la religión son relevantes entre sí.

1. La religión proporciona el marco conceptual en el cual la ciencia puede florecer.

2. La ciencia puede tanto falsificar como verificar las afirmaciones de la religión.

3. La ciencia encuentra problemas metafísicos que la religión puede ayudar a resolver.

4. La religión puede ayudar a adjudicar entre teorías científicas.

5. La religión puede aumentar el poder explicativo de la ciencia.

6. La ciencia puede establecer una premisa en un argumento que lleva a una conclusión que tiene significación religiosa.

Así que, en conclusión, hemos visto que la ciencia y la religión no deben concebirse como rivales o mutuamente irrelevantes. Más bien, hemos visto varias formas en que ellas pueden interactuar productivamente. Y es por esto, después de todo, que se está dando un diálogo tan floreciente entre estas dos disciplinas hoy.

*Todas las referencias a obras corresponden a la edición inglesa.

by William Lane Craig

Traducido por Erick Soledispa

Referencia:
[1]Loren Eiseley, “Francis Bacon,” in The Horizon Book of Makers of Modern Thought (New York: American Heritage Publishing, 1972), pp. 95-96.

[2] Loren Eiseley, Darwin’s Century (Garden City, N. Y.: Doubleday, 1958), p. 62. Estoy en deuda con Nancy Pearcy y Charles Thaxton por las referencias de Eisley, The Soul of Science (Wheaton, Ill.: Crossway Books, 1994).

[3] Stephen Hawking and Roger Penrose, The Nature of Space and Time, The Isaac Newton Institute Series of Lectures (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1996), p. 20.

[4] John Barrow and Frank Tipler, The Anthropic Cosmological Principle (Oxford: Clarendon Press, 1986), p. 442.

[5] Robert Jastrow, God and the Astronomers (New York: W. W. Norton, 1978), p. 116.

[6] Stephen W. Hawking, A Brief History of Time (New York: Bantam Books, 1988), p. 123

[7] P. C. W. Davies, Other Worlds (London: Dent, 1980), pp. 160-61, 168-69.

[8] P. C. W. Davies, “The Anthropic Principle,” in Particle and Nuclear Physics 10 (1983): 28.

[9] Paul Davies, The Mind of God (New York: Simon & Schuster: 1992), p. 16.

[10] Fred Hoyle, “The Universe: Past and Present Reflections,” Engineering and Science (November, 1981), p.12.

[11] John Leslie, Universes (London: Routledge, 1989), pp. 10, 121.

[12] David Park, The Image of Eternity (Amherst: University of Massachusetts Press, 1980), p. 84.

[13] Lawrence Sklar, Space, Time, and Spacetime (Berkeley: University of California Press, 1976), p. 417.

[14] De hecho, esta afirmación lleva cualificación; porque como resultado de los experimentos de Aspecto que verifican las predicciones de la mecánica quántica con respecto al teorema de Bell, tenemos ahora fundamentos empíricos substanciales para afirmar las relaciones de simultaneidad absoluta entre eventos distantes, vindicando de esta forma la interpretación Lorentziana.

[15] Barrow and Tipler, Anthropic Cosmological Principle, pp. 561-65.

[16] Ibid., p. 133.

[17] Michael J. Behe, Darwin’s Black Box (New York: Free Press, 1996).

[18] Ibid., p. 193.

[19] Anthony Kenny, The Five Ways: St. Thomas Aquinas Proofs of God’s Existence (New York: Schocken Books, 1969), p. 66.

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 http://www.reasonablefaith.org/spanish/Cual-es-la-Relacion-entre-la-Ciencia-y-la-Religion#ixzz41hZAoH2W

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