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lunes, 3 de agosto de 2009

NAVAJA de OCKHAM

Más allá de la primera fila
Foto
Marcelo Pesaresi

¿Quién fue Guillermo de Ockham? 
¿Qué es su famosa navaja? 


Guillermo de Ockham –también Occam (c.1280/1288 – 1349), fue un fraile franciscano y filósofo católico, oriundo de Ockham, pequeño pueblo de Surrey, cerca de East Horsley, en la Inglaterra medieval. De joven destaco como estudiante y polemizador, motivo que obligó al papa Juan XXII a convocarlo en 1324 a Aviñón, donde lo mantuvo en arresto domiciliario por algún tiempo. Obviamente, el bueno de Guillermo no perdió tiempo estando en prisión, sino que de inmediato se aboco en la controversia entre Franciscanos y el Papa, para quien la pobreza de los frailes rayaba lo herético.

Como era de esperarse, el inglés concluyó que no eran sus compañeros los equivocados sino el líder de la Iglesia. Como Juan XXII se disgustó sobremanera con el muchacho, este se vio obligado a huir con algunos de sus camaradas, hacia la ciudad de Pisa en 1328. Hasta su muerte -que lo sorprendió excomulgado en Munich en 1347 al contagiarse de peste negra- Guillermo se lo pasó en la disidencia más que nada por causa de sus polémicos escritos sobre filosofía y el poder temporal de los poderosos.

A él se debe el principio de parsimonia en la explicación y construcción de teorías que hoy se conoce como Navaja de Ockham. No se trata de una navaja de afeitar, un instrumento cortante, sino que se conoce con este nombre, a un modo de razonar frente a problemas complejos.

La navaja de Ockham dictamina que, si un fenómeno puede explicarse sin suponer hipótesis alguna, no hay motivo para suponer teoría alguna, dado que siempre debe optarse por la explicación que posea el menor número de causas, factores o variables. En igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta.

Sin embargo, dado que Guillermo era católico, es obvio que sus ideas más allá si eran o no del agrado del Papa de turno, estaban destinadas a apoyar la existencia de Dios. El postulado “Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem” o “No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias” no tiene otro fin que declarar la existencia divina. Aún así, no pocos ateos o escépticos se han apropiado este razonar como suyo para hacerlo aparecer como apoyando ideas anticristianas. ¿Curioso verdad?

M.A.Pesaresi

TIEMPO

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