domingo, 1 de junio de 2014

CODICIA y ADULTERIO



CRISTIANO/A, NO CODICIES LA PAREJA DE TU HERMANO/A









 


Por
Marc Pesaresi
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Colaboró
Rodica Pop


Algunas parejas cristianas se han roto por causa de un tercero/a, que se mete a seducir y separar para apropiar lo que no le corresponde. ¿Es esto correcto? 

Cuando vivíamos en el mundo, hacíamos muchas cosas que nos parecían que estaban bien. Por ejemplo, acostarnos con mujeres u hombres casados no nos parecía  malo en absoluto,  como tampoco el hecho de quitarle la pareja a otro/a. Actuábamos para satisfacer nuestros deseos.

No teníamos en cuenta que para Dios, lo que hacíamos, era nada menos que violar algunos de sus mandamientos. No adulterar y no codiciar, por ejemplo, la mujer (u hombre) de tu prójimo. (Hablaremos luego del significado de prójimo) 1.

Pero ahora, por la gracia de Dios al aceptar a Cristo como Señor y Salvador nos estamos alejando  del mundo y sus costumbres y aunque vivimos en él, tenemos que vivir agradando a Dios que nos rescato de una vana manera de vivir, de la condenación de la perdición eterna, mediante la sangre del Cordero y que nos ha enviado al Espíritu Santo que vive en nosotros. Ya no podemos siquiera pensar, en quitarle la pareja a un hermano o hermana. (En Mateo 5:27 Jesús se refirió a la gravedad de codiciar una mujer ¿imaginas lo que significará para el Señor que codicies y adulteres con la pareja de tu hermano o hermana en la fe?).

¿Cómo es esto? 

Codicia es un afán desmedido por tener algo o alguien sin desear conservarlo. ¿Se entiende lo que dijo Jesús? Adulterar es engañar a  tu pareja  sin ánimos de separarte de ella; es desear poseer sexualmente a alguien sin otro fin que el goce personal. Otro caso sería pretender quitarle la pareja a tu hermano o hermana para quedártelo/a. La codicia que se siente por una mujer u hombre, da paso al adulterio.

¿Codicias a la persona que acompaña a otro hijo o hija de Dios? 
¿Se la quieres quitar? 

Cuidado, tienes una advertencia sobre esto de parte del mismo Jesús. (Ver Mateo 5:27-30). La Biblia, en Proverbios 30:20, dice que el adulterio de parte de la mujer es como comer y limpiarse la boca negando mas tarde el hecho. ("El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca y dice: no he hecho maldad").

En el hombre, el adulterio es un peligro que le puede costar la vida. Proverbios 6: 20-35 advierte al varón que adultera, que la persona engañada se puede transformar en un enemigo implacable. A partir del versículo 29 dice: "Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare" y el 32 dice "Más el que comete adulterio es falto de entendimiento; Corrompe su alma el que tal hace".

Los versículos siguientes afirman que llegarse a la mujer de otro hombre le provocará "heridas y vergüenzas" y "su afrenta nunca será borrada. Porque los celos son el furor del hombre y no perdonará en el día de la venganza. (La víctima, no aceptará ningún rescate por tu vida) ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones". (O sea, aunque quieras darle todos tus bienes para que te perdone, no los va a aceptar. Su dolor es tan grande, que querrá matarte en el peor de los casos).

¿Por qué Dios prohíbe el adulterio?

Según Mateo 19:4-6, adulterar es oponerse a una obra divina. ¿Cuál es esta obra? Según este pasaje bíblico, Dios une a un hombre y una mujer y los hace una sola carne. ¿Por qué? Dios tiene planes para cada uno de nosotros y entre estos planes, existen infinitas variantes de lo que Dios pretende hacer de nuestras vidas. Una de esas variantes es que el hombre sirva unido a su mujer.

Si adulteramos y separamos a una pareja unida por Dios, estamos directamente rompiendo un propósito para sus vidas y para la de otros. Quien sabe que perjuicio ocasionaremos adulterando, no solo en el presente sino también en el futuro. Solo Dios puede ver la extensión de daño. Nosotros no, porque en el momento de adulterar, solo nos importa una sola cosa: gozar y nada más.

Es tan importante el matrimonio, que Pablo lo compara en Efesios 5:21:33 con la unión de Cristo con su Iglesia. Dice la Palabra en los versículos 21 al 23: "Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cuál es su cuerpo, y él es su Salvador". Luego le recuerda a los maridos "que deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia".

En relación con la unión de Cristo y su iglesia llamada la boda del Cordero, termina el pasaje afirmando que el matrimonio es un misterio queriendo decir con esto, que es una unión cuyo valor trascendental esta por el momento oculto y que si bien excede el entendimiento humano, no es contrario a la razón. Podemos entender que el matrimonio es importante para Dios aunque no podamos ver las consecuencias futuras de su perdurabilidad o ruptura. En otras palabras, existen consecuencias para bien y para mal, dependiendo si la pareja se mantiene unida o se aparta.

Dice Pablo: "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismos; y la mujer respete a su marido". De manera que adulterar es faltar el respeto a Dios y  a tu cónyuge.

¿Qué pasa si rompemos el noviazgo o matrimonio de un hermano o hermana? 

Cuando Dios une dos personas para algún propósito, quien interrumpe la unión, está oponiéndose a Dios. (Ver Hechos 5: 34,39). Hacerlo equivale arriesgar a ser represaliado.

Supongamos que un cristiano le quita la novia a otro que tiene una buena conducta tanto delante de Dios como de su pareja y este, en su dolor por la pérdida, clama a Dios. ¿Qué puede hacer el Señor sino responder al que sufre?

Dios es amor, perdonador, pero también es justicia. ¿Para qué arriesgar las bendiciones por interferir un proyecto de vida y ministerio divino? ¿Acaso no hay suficientes hombres y mujeres libres en las iglesias? ¿Quieres provocar a Dios para que tome decisiones de tipo salomónicas?

Bueno, Dios sin duda va a actuar a la corta o a la larga y verás que sucede. Probablemente quien le quite la pareja a otro, se  quede con la persona que ha deseado o quizás la use para satisfacer sus necesidades fisiológicas para después desecharla. A saber...; Pero lo que no se podrá obviar son las consecuencias y la disciplina divina. Y esta puede llegar de modos inimaginables.

La doctrina de Dios con respecto al adulterio
No es una mascota que puedes domesticar y sacar luego a pasear
obligándola correa mediante, a que te siga a todas partes

La doctrina del Señor con respecto a robar la pareja de tu hermano o hermana, es quien te debe guiar a tí y no al revés. Si la obedeces, te evitará muchos males. Por algo Dios prohibe lo que prohibe.

Seguramente algunos dirán: -Me enamoré de tal persona, por lo tanto la quiero para mí.

Bien, llévala si es que puedes y luego cuando te abrumen las desgracias, no acuses a Dios de dejarte desamparado. Romper un noviazgo o matrimonio que Dios está patrocinando es lo mismo que oponerse a su voluntad. ¿Acaso te imaginas contendiendo contra el Creador del Universo, visible e invisible, y salir airoso sin ningún daño? Cuidado, Dios es misericordioso pero también sabe disciplinar. Yo en tu lugar, buscaría ayuda divina para arrancar la tentación y procurar otra persona que no esté ocupada.

Otros se excusaran: -Pero si se llevaban mal...

No importa si se llevaban mal. Un cristiano no puede meterse a robar lo que no es suyo. Si otra pareja se lleva mal, si hay discordia, es asunto de ellos resolver el problema delante del Señor.

La verdad, no existe ninguna excusa humana que favorezca la codicia de una persona comprometida o casada por parte de otra, para deleite sexual. Ni siquiera sirve gritar que amas a alguien casado o casada. La persona que esta con otra, es un territorio vedado.

Lamento mucho si el lector o la lectora esta inmerso o sumergida en este angustiante problema. Yo viví una situación semejante y solo pude salir luego de mucho tiempo y gracias a la paciencia del Espíritu Santo. Me costó lágrimas pero ahora cuando miro hacia el pasado, agradezco a Dios que me ayudó a salir  de ese infierno. Vivía para sufrir y el amor no debería provocar dolores tan afiebrados.  Pero lo mio era un amor equivocado.

Por culpa de mi terquedad y de mi falsa convicción de que Dios sabría entender y perdonar, me perdí años de buen testimonio (porque se testifica con la Palabra y también, con la conducta personal) y lo que es peor, me abrí yo mismo heridas psicológicas que solo sanaron por la misericordia de Dios cuando en verdad me arrepentí de la conducta. De modo que, sabiendo lo que se siente, yo puedo dar mi testimonio y mi punto de vista, acerca del adulterio.

¿A quién clamará el que sufre? 

A Dios, por supuesto, en nombre de Jesús. Según salmo 120 quien sufre debe clamar ayuda divina y el 121 afirma que el socorro, de inmediato, viene de Jehová quien hizo los cielos y la tierra. Ahora bien: este socorro es consolador por la pérdida sufrida pero será eficaz si el que sufre el abandono,  ayude a su vez a Dios en el proceso de sanación de las heridas, aceptando la realidad que una traición impone y dejando el asunto en manos del Espíritu Santo.

Tampoco se puede desechar la ayuda de otros para sobrellevar tremendo bajón anímico. Porque si bien el amor que sentimos por otra persona puede ser vivificante, si lo perdemos, puede llevarnos a tristezas difíciles de erradicar.

A veces es complicado superar la pérdida de un amor por culpa de otro que se mete a quitártelo porque todo nuestro ser esta en ebullición, procurando justicia por mano propia y la bronca es tan severa, que anula la razón. (Recordemos que Proverbios 6:24 habla sobre el furor que provocan los celos).

Para finalizar, es bueno recordar la pérdida de bendiciones que padeció el rey David por meterse con una mujer casada y por asesinar al marido de esta, cuando la adúltera le informó que estaba embarazada. Dice la Palabra de Dios en 2 de Samuel 12: 1-23.
Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2 El rico tenía numerosas ovejas y vacas;3 pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.4 Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.5 Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.6 Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,8 y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más.9 ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón.10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol.12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.14 Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. (El motivo por el cuál Dios permite la muerte de un niño implica la redacción de otro post. Sin duda que, desde nuestro punto de vista moderno, permitir que el inocente pague por los errores de otros, parece castigo desmesurado e injusto).
Si tienes planes para servir a Dios ¿no querrás que te suceda lo que a David, verdad? Así que más te vale no quitarle la pareja a tu hermano, tu prójimo, tu asociado, tu ayudador, en el ministerio para el Señor. Porque si lo haces, tal vez te quedes con la persona que deseas, pero quién sabe que consecuencias deberás más tarde, afrontar por inmiscuirte en contra de la voluntad de tu Creador.

No te conviertas en el Judas de un hijo o hija de Dios

¿Le sembrarás dolor y odio a tu hermano o hermana solo porque no supiste esperar en el Señor tu oportunidad? Cuando le quitamos la pareja a alguien, la persona abandonada obvio que sufrirá muchísimo. Si amaba con todo su corazón, este poderoso sentimiento se puede transformar en un dolor insoportable, asfixiante; las rupturas provocan en ocasiones, depresiones severas; sanar requiere mucho tiempo, dinero y esfuerzos. Este tipo de angustias a veces resulta paralizante. Tanta pena puede inducir faltas graves que se disparan por la presión que provoca el despecho, los celos, la rabia.

Entre los hijos de Dios, codiciar y adulterar es una conducta errada frente al Creador, porque a diferencia de los mundanos para quienes todo  es lícito "en la guerra por el amor", nosotros tenemos advertencias y preceptos en la Biblia que nos recuerdan lo inconveniente de traicionar por codiciar la persona que esta ocupada.

Dios perdona nuestros pecados en Cristo, pero esto no significa que pase por alto las faltas que se cometen aprovechando la bondad del Señor. Él es muy bueno, pero también justo. No es agradable a sus ojos, faltar voluntariamente. Hebreos 10: 26-39 te recuerda que, si bien te perdona, no libera de las consecuencias de las equivocaciones. Nadie puede burlarse de Dios y salir impune. "A los fornicarios  y a los adúlteros los juzgará Dios" Hebreos 13:4.

Ya para terminar, recordemos que el adúltero es un mentiroso. Apocalipsis 21:8 enumera ocho grupos de personas que estarán en el lago de fuego al final de los tiempos. Uno de esos grupos estará constituido precisamente, por quienes hicieron de la mentira una forma de vida.
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1. ¿Quién es tu prójimo?

La palabra prójimo es difícil de traducir literalmente. Por lo general, asumimos que prójimo son todas las personas sin importar condición, raza o religión. Pero en tiempos de Jesús no era así.

En castellano, el vocablo admite: "persona considerada en relación con cualquier otra, con la que forma parte de la humanidad. Cualquier hombre con respecto de otro". En inglés, por el contrario, se vierte como "neighbor" que significa vecino. En la Biblia, aparece en original en griego koiné como "plesion" que significa cualquier otro hombre sin importar raza o religión, cualquier persona con quien tengamos la oportunidad de encontrarnos.

Pero en hebreo bíblico, prójimo deriva del vocablo רֵעַ réa que quiere decir asociación de ideas o רֵיעַ réya que quiere decir asociado (más o menos íntimo).  Viene de la raíz raá, cuidar, apacentar un rebaño, pastar, gobernar, alimentar, compañero, amigo, entremeter, frecuentar, etc. Asociado es una persona que acompaña a otra en alguna misión o forma parte de alguna compañía. Alguien ligado por algún tipo de relación permanente o no,  para cumplir un propósito en común donde ambos tienen participación.

Ahora se entiende, porque Jesús utilizó la parábola del buen Samaritano para hacer entender que su ministerio se extendería a todos los hombres con ayuda. En efecto, Jesús vino a ayudarnos a obtener vida eterna.

Porque en la parábola Jesús; que hablaba seguramente en hebreo con un intérprete de la Ley, una persona versada en las Escrituras que no solo leía sino que además interpretaba y explicaba a los demás; explica que prójimo ya no sería solamente un asociado (o hebreo) sino todos los demás. De ahí que termina ordenándole: -Vé, y haz tú lo mismo. O sea, ayuda y cuida a cualquiera que lo esté pasando mal. Recordemos que este intérprete llegó a la presencia de Jesús imbuido en las interpretaciones de la ley, por la cual prójimo solo eran los hebreos asociados en raza y religión.

Cuando le hace la pregunta a Jesús ¿Y quién es mi prójimo? de ningún modo Cristo lo dio por inocente porque siendo intérprete no podía ignorar quien era su prójimo. Pero aprovechando su orgullo y su intento de justificarse, torció el argumento del intérprete y le dio una lección de quién sería, a partir de ese momento, el verdadero prójimo.

Por eso y con el fin de ilustrar la dureza de corazón de los hebreos, en la parábola, pasan al lado del hombre herido; seguramente un extranjero; un sacerdote quién, conociendo la ley, no le prestó ayuda porque consideró que no era su prójimo o asociado. Lo mismo ocurrió con el levita. Jesús aprovecha el momento, para explicarle que prójimo ya no sería solamente un asociado, sino cualquier persona que "en necesidad" requiere de la implicación de otro, para colaborar en la solución de los problemas que lo afligían hasta que estos se resuelvan.





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