sábado, 4 de octubre de 2014

EL PECADO DEL RACISMO















Por

Carolina Alfaro











La palabra racismo según RAE: 1. m. Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros. 2. m. Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior.

Honestamente, yo consideraba que en este siglo el racismo era un cuento de antaño, algo que ya estaba superado por la humanidad. Como salvadoreña no me había enfrentado al dolor de la discriminación hasta hace poco, cuando  a un norteamericano –que quizás sea mi hermano en la fe pero de los protestantes carnales que tanto abundan en el país del norte- se le ocurrió recordarme que era una simia en la Tierra, poco menos, que él no hablaría con una india sino con alguien de su color.

El dolor que me provocó fue tan grande, que me paralizó. ¿Cómo sería el tipo que me insultó de este modo? Evidentemente, no es normal. Seguramente es un pobre ignorante que va en contra de las evidencias. Porque, desde el punto de vista de la evolución, todos venimos de África. Y desde el testimonio de las Escrituras, todos somos hijos de Dios descendientes de una primera pareja humana cuyo color de piel ignoramos por completo. ¿Cómo se atreve entonces, este mal hombre, hablarme de ese modo?

No sé cómo explicar lo que sentí en ese momento; solo guarde silencio y me repetí uno de mis versículos favoritos  para los momentos de batalla: Filipenses 4:7  “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

De verdad, es lo único que le clamaba a Dios que me diera su paz; admito se me salieron lágrimas al darme cuenta de la crueldad de la humanidad.  Pensé en ese momento, como los humanos pueden actuar con tanta soberbia y no darse cuenta que tenemos como mandato el amarnos los unos a los otros, sin importar el color de piel o de que país eres. 

También pensé en ese momento, en la discriminación enorme que viven ciertos grupos del continente africano, quienes por tener el color de piel oscura son ninguneados de todo desarrollo.  Por supuesto: no ignoro que el racismo se da tanto entre negros, como entre amarillos, blancos, etc., que la discriminación, xenofobia, el desprecio, está en todas partes.

Es el corazón del hombre quien incita a la violencia racial. A pesar de gozar de tanto conocimiento científico, de tan poderosa tecnología, aún estamos en la era de la piedra en cuanto a convivencia. Sino, echemos una mirada a lo que sucede actualmente en Ucrania, donde la violencia ya tiene elementos raciales, siendo que ambos pueblos, rusos y ucranianos, son eslavos de origen. ¿Cómo se pueden enfrentar entre hermanos considerándose unos con otros diferentes? Pero ahí están, como tribus ancestrales, aprestándose a luchar y derramar sangre porque no pueden o no quieren vivir en paz.

Jesucristo advierte sobre este tipo de comportamientos discriminatorios: Juan 13:34 “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros”.  Comprendo que para nosotros los que vivimos en Cristo, la maldad racial no existe en nuestro diario vivir, pero por desgracia convivimos con gente de corazón podrido  y debemos soportar el racismo sobre todo, de parte de los no conversos. 


Soy maya y salvadoreña
¡A mucha honra!

Saben, como salvadoreña, me siento orgullosa de mi raza. Cuando los anglos sajones como este de Estados Unidos que me insultó, eran poco menos que indómitos viviendo en chozas en Europa, nuestra cultura Maya gozaba de urbanidad y cultivos que aún asombran a la ciencia arqueológica. Si yo me tuviera que gloriar desde mi raza, no tendría ningún problema. No existe un solo anglo que me pueda convencer que eran más desarrollados que nosotros.


También soy Hija de Dios
Alabado sea el Señor

Pero yo sé muy bien que Dios reprobaría mi conducta si me comportara de  modo tan malvado. Todos somos criaturas de Dios pero evidentemente, no todos somos sus hijos. De lo contrario, el racismo no existiría. Yo tengo prohibido por Dios agraviar por cuestión de razas y no solo prohibido, sino que me ordena el Señor, amar a mi prójimo. Soy hija de Dios ¿cómo podría yo ocuparme en resaltar mi raza si Dios me llamó a ser parte de la eternidad? 

Me gustaría usar este medio, ya que Dios me ha dado la oportunidad de expresarme  por escrito,  instar a vivir en el amor de Cristo y honrar el mandamiento de amarnos los unos a los otros, a testificar lo malo del racismo, a que cuidemos nuestro comportamiento cuando estemos en presencia de otras razas o gentes de naciones vecinas; a sembrar  semillas de amor hacia todos sin importar el color de piel porque si vivimos en Cristo nueva criatura somos, y parte de nuestra misión en la vida es ser imitadores de nuestro Señor.

En la Biblia 

Leemos como Jesucristo en su Ministerio, se sentó con pecadores; con todo los despreciados, dándonos a entender con su comportamiento, que todos debemos vivir como hermanos, sin prejuicios y sin soberbia. Yo se que, cuando me agraviaron por mi raza, Cristo estaba a mi lado, DE MI LADO. 

¿Acaso no hablo con los samaritanos, gente odiada y despreciada por los hebreos? ¿Acaso nosotros los gentiles no alcanzamos la salvación gracias a que Pablo dominó en el Espíritu sus prejuicios y se dedicó a predicar entre los pueblos que nada sabían de Dios? Quiero terminar este artículo con una oración. Acompáñeme el lector si desea:
“Padre Celestial, gracias en Cristo por la Salvación, gracias por renovar nuestras mentes y corazones, gracias por el perdón de los pecados, gracias por hacernos nuevas criaturas. Quiero pedirte por ese racista que me lastimó. En tus manos dejo esta causa. Mi carne clama justicia, que le llueva fuego del cielo, pero mi deber es suplicarte en el Espíritu por esta alma perdida. Él no sabe el mal que se hace a sí mismo con sus palabras, sus actitudes. Esta ciego, sordo, ignorante. Dale una oportunidad para que te conozca mi Señor Jesús y se arrepienta de su vano modo de vivir, y reconozca que el racismo es una maldad que provoca el diablo. Concédeme misericordia para sanar este dolor y para el que me agravió también,  para que él se convierta y tenga acceso a las bendiciones que nos esperan a los que aceptamos a Cristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Rescátalo de las mentiras en que lo tiene engañado satanás. Gracias Padre en nombre de Jesús, gracias por el Espíritu Santo que habita en mí, gracias porque se que esta oración ha sido oída y respondida, amen”.

____________

Carolina Alfaro es Licenciada en idioma Inglés, con especialización en Interpretación y Traducción.

4 comentarios:

  1. Me sacaste lágrimas de los ojos, con tu testimonio Carolina. Me sentí avergonzado de repente, por ser blanco pero luego pensé: lo soy si,pero gracias a Dios, como vós, yo soy nacido de nuevo, salvo en Jesús y hermano tuyo para toda la eternidad y eso me quitó la vergüenza pero igual no puedo más que desear abrazarte y consolarte por el dolor que te causaron. Dios te bendiga y te responda ya mismo tantas oraciones que has hecho, en tu renovación conforme a la voluntad de Dios.

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  2. Gracias Marcelo, por tus palabras de apoyo y se que como hijo de Dios entiendo todo lo que se siente al saber que existen personas con esta forma de pensar. Bendiciones

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  3. Este comentario lo dejo una tal Piolin Amayiyo Amayiyo en mi muro de facebook: dice ser una mujer de Castilla. Lo voy a subir tal como llegó, porque la acusación es muy fea y si en verdad ocurrió algo así, debería intervenir la justicia del Reino de España.

    "Ahora te voy a decir yo lo que es el racismo en país y en mis porpias carnes.cuando tenía 14 años..me rodearon 5 gitanos evangélicos de más de 18 años..me empujaban me tenían acorralada, me ponían la boca delante de mi y me obligan a que les diera unbeso.yo lloraba ellos me llamaban "mira es paya de mierda..es una paya de piel blanca"..yo les decía que me dejaran ir..ellos acabában de salir de su misa evangélica,menos mal que un matrimonio se dio cuenta y el marido se enfrento a ellos y les grito ,dejad a esa niña en paz o llamo a la policia y aun se encararon con el y yo eche a correr,estuve días y días si salir de casa,mi hermano les busco por todo el barrio con un bate de beisbol,me tuvieron que llevar al psicologo..Me llamaron paya con piel blanca de mierda y me quisieron violar Eran 5 gitanos evangelicos ..porque no lo pones en tu blog??o es que solo sufren discriminación racial los negros o los indios??..los blancos de piel tambien la sufrimos...pero esto a ti no te importa,,como si nos matan a tiros a todos los españoles seguro que ese día te pegas una comilona".

    Señora, yo en particular nada tengo contra los españoles, ni me haría una "comilona" por las desgracias de los peninsulares.

    Tampoco soy partidario del racismo, pero como tu y como miles más, tenemos si tendencia al prejuicio porque humanos somos.

    De hecho me llama mucho la atención que esos gitanos evangélicos que te acosaron o abusaron, no fueran denunciados en su momento.

    Lo que narras es muy grave y debiste de inmediato, ir a la justicia a hacer la correspondiente denuncia.

    No pongo la mano al fuego por ningún ser humano porque se que todos pueden fallar.

    Un saludo y espero que tan desagradable experiencia haya sido denunciada por ti o tu familia. Los abusos deben ser denunciados.

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  4. Pues, enhorabuena Carolina. Yo soy salvadoreño también, descendiente de Pipiles/Mayas y tu artículo me hace sentir aun más orgulloso de mis raíces. Tengo 42 años de recidir en Chicago, IL. Y en Su abundante gracia, me salvó y escogió para servirle como pastor de una congregación bilingue. Dios siga usando tu poderosa pluma e ideas. Ricardo

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